Comentario al Evangelio del Tercer Domingo de Cuaresma Ojea: “Por el amor tributamos un culto a Dios en espíritu y en verdad, somos casa de Dios”
“Ese cuerpo glorioso resucitado de Jesús se transforma en el nuevo templo, en el lugar de encuentro entre Dios y los hombres”
“¿El Señor está cómodo dentro de nosotros, le hacemos lugar, el Señor se siente bien?”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
Comentando el Evangelio del Tercer Domingo de Cuaresma, Mons. Óscar Ojea destaca que leemos como “Jesús expulsa a los mercaderes del Templo con un látigo de cuerdas”. Según el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, “esto enseguida lo interpretan como un gesto profético y le preguntan: ¿Con qué autoridad haces esto? ¿Qué signos grandes mostras para sentirte con la autoridad de expulsar a los mercaderes del Templo y decir mi casa será llamada una casa de oración y no ser una cueva de ladrones?”.
Jesús el nuevo Templo
El obispo de San Isidro señaló que “el Señor llama al Templo mi casa y la respuesta de Jesús es: ‘destruyan este templo y en tres días lo voy a reconstruir’”. En ese sentido, Ojea destacó que “todos entendieron que se trataba del templo de Jerusalén, pero él se refería al templo de su cuerpo, su casa que es casa de oración, ese cuerpo resucitado de Cristo que después de tres días, habiendo muerto, resucita para nosotros”. Por eso, “ese cuerpo glorioso resucitado de Jesús se transforma en el nuevo templo, en el lugar de encuentro entre Dios y los hombres”.
“A partir de ese nuevo templo que es el cuerpo de Jesús, cada persona se transforma en templo de Dios”, recordó el presidente del episcopado argentino, citando las palabras que dijo a la samaritana en el capítulo 4: “Los verdaderos adoradores del Padre lo adorarán en espíritu y en verdad”. Ojea resaltó que “antes se adoraba aquí y allá, ahora los nuevos adoradores no van a adorar en casas materiales, sino que el verdadero templo es el corazón de cada ser humano”. Para el prelado argentino, “desde ese corazón por la caridad, por el amor tributamos un culto a Dios en espíritu y en verdad, somos casa de Dios”.
Hacer lugar al Señor
Desde ahí cuestionó: “¿El Señor está cómodo dentro de nosotros, le hacemos lugar, el Señor se siente bien? ¿Dejamos que el Señor nos limpie por dentro y nos saque todos nuestros ídolos, todo aquello que nos saca de ese cumplimiento de los mandamientos, como escuchamos en la primera lectura, de esa fidelidad a la Alianza? ¿Nosotros dejamos que el Señor Jesús se sienta verdaderamente bien dentro de nosotros y nosotros nos habilitamos de esta manera para hacer casa, hogar para los demás? ¿Somos lo suficientemente transparentes de esa presencia de Dios para que los demás se sientan bien con nosotros, sabiendo que somos hogares abiertos donde cada hermano, cada hermana, pueda encontrar un lugar seguro, un puerto seguro, donde sea escuchado, sea respetado, donde sea recibido, acogido como persona en ese templo de la caridad que es el cuerpo y el alma de cada uno de los cristianos hechos nuevos cristos por el bautismo resucitados con él?”.
Finalmente, pidió que “el Señor nos conceda ser cada uno un verdadero templo del Señor”.
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