Comentario al Evangelio del Tercer Domingo del Tiempo Ordinario Ojea: “Seguir a Jesús requiere abandonarnos a nosotros mismos también”
“Jesús es el centro de la vida del cristiano, la fe es un encuentro profundo con él”
“El Evangelio nos dice que estos pescadores dejaron sus redes, no solo su trabajo, sino podemos decir dejaron de estar enredados”
“Que podamos dejarnos mirar por él, junto al lago de Galilea, y podamos comenzar nuevamente el camino de nuestra vida, teniéndolo a Él como centro”
“Que podamos dejarnos mirar por él, junto al lago de Galilea, y podamos comenzar nuevamente el camino de nuestra vida, teniéndolo a Él como centro”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
Comentando el Evangelio del tercer domingo del Tiempo Ordinario, Mons. Óscar Ojea recordó que “después de la muerte de Juan Bautista, nos cuenta el Evangelio que Jesús se retiró a Galilea y predicaba el Evangelio. Usaba esta palabra ‘El tiempo se ha cumplido’. Él se presenta como la plenitud de la promesa para Israel y para el mundo”.
Jesús es el centro de la vida del cristiano
El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina ha recordado las palabras de San Juan de la Cruz: ‘Dios nos dijo todo cuando nos dio la palabra Jesús”, añadiendo que “después se quedó mudo”. Para Ojea, “Él es el Hijo, la Palabra de Dios, y después se quedó mudo, no tenía más que decir. Por eso Jesús es el centro de la vida del cristiano, la fe es un encuentro profundo con él”.
El obispo de San Isidro ha señalado que “continúa el Evangelio de Marcos contándonos que él vio a dos parejas de hermanos”, una actitud que ve como “dejarse mirar por Jesús, de dejarse seducir en estos relatos de la primera llamada, esta necesidad de salir nosotros del centro, de ser el eje de nuestra vida, para hacerle lugar a él”.
Un cambio radical de vida
Para el obispo argentino, “es tan fuerte este llamado, es tan fuerte esta presencia que la vida de los Apóstoles va a cambiar radicalmente. El Evangelio nos dice que estos pescadores dejaron sus redes, no solo su trabajo, sino podemos decir dejaron de estar enredados. Muchas veces el mal espíritu nos enrieda en una serie de confusiones, perdemos sencillez, perdemos simplicidad”. Ante esto recordó que “el Señor nos llama al amor total a Dios y al servicio del prójimo, no podemos dejar esas banderas que son claves en el cristianismo”.
Según Ojea, “el Señor nos cambia la vida como se las cambió a esas dos parejas de hermanos. Dejando estos enredos, dejando estas complicaciones, que a veces nos nublan la mirada y nos impiden ver a Jesús, a ese Jesús que está en el centro del Evangelio. Podemos abrirlo y encontrarnos con él, a ese Jesús que nos habla cada día a través de las cosas que pasan, a través de la misma Naturaleza creado para aquellos que pueden disfrutar de algún día de vacación”. Por eso ha insistido en que “este Jesús que nos habla también a través de los Sacramentos, este Jesús que nos permite llegar a él y adorarlo, hacerlo el centro de nuestra vida, requiere abandonarnos a nosotros mismos también”.
El prelado ha recordado que “el texto paralelo de Lucas, cuando dice que los apóstoles dejaron las redes, dejaron a su padre, dice: ‘Abandonándolo todo lo siguieron’, y ese abandonándolo todo es abandonándose a sí mismos”. Por eso ha resaltado “qué importante es correr ese riesgo de dejar de ser nosotros el centro de interés de nuestra vida para obtener poder, dinero, lo que a nosotros nos interesa, aquello que creemos que nos hace felices, para poder entrar en el centro del mensaje de Jesús: el amor a Dios y el amor al prójimo. Que podamos dejarnos mirar por él, junto al lago de Galilea, y podamos comenzar nuevamente el camino de nuestra vida, teniéndolo a Él como centro”.
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