La destrucción de la Amazonía cuenta muchas veces con el apoyo de los gobiernos locales, que hacen la vista gorda ante determinadas situaciones o incluso promueven leyes que dan vía libre a la acción destructiva de las grandes empresas. Quienes sufren las más graves consecuencias de todo eso, además de la propia naturaleza, son los pueblos originarios y comunidades tradicionales.

Ante esa situación, la Iglesia católica se está posicionando claramente, en defensa de aquellos que siempre pagan la cuenta de una economía que mata. Este 25 de agosto, la REPAM – Bolivia emitía una nota en la que ante la Sentencia del Tribunal Internacional de Derechos de la Naturaleza, hacía una llamada a anular las normas que promueven incendios, pidiendo proteger la Casa Común.

Es algo de lo que habla claramente el Papa Francisco en el número 14 de Querida Amazonía, calificando estas situaciones como injusticia y crimen. 2019 fue un año en que la Amazonía boliviana, así como sucedió en Brasil, fue arrasada por los incendios, casi siempre provocados. En una sentencia del 20 de agosto, el Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza (TIDN), calificaba lo sucedido como un "ecocidio provocado por autoridades bolivianas y el agronegocio".

La nota de la REPAM – Bolivia recuerda que, según el tribunal, en el país existe “un desempeño destructivo de la vida y del medio ambiente”, ante lo que piden medidas, a los diferentes poderes y a la propia sociedad. Entre ellas, abrogar las normas legales que promovieron los incendios, promover acciones concretas de protección de la naturaleza y asumir la salvaguarda de la casa común. Al mismo tiempo, se denuncia el silencio cómplice de la justicia.

Lo que la REPAM – Bolivia pretende, es presionar, pues las sentencias del Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza no son vinculantes. Sin embargo, la sentencia “tiene un alto valor moral”, dado que el necesario cuidado del bienestar general sólo se da “cuando hay respeto del ambiente donde se desarrolla la vida”, insiste la nota.

Ante la amenaza de exterminio, que afecta a la persona y a la naturaleza, se hace un llamado a corregir los errores, a “buscar nuevos caminos en que las legítimas aspiraciones de desarrollo vayan en armonía con la naturaleza”, insistiendo con fuerza en que “¡No es verdad que la única opción para la economía y la producción de alimentos sea terminando con los bosques y la vida silvestre!”. De hecho, los programas de protección del medio ambiente de los candidatos deberían ser tenidos en cuenta en las elecciones del 18 de octubre, según la nota.

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