Tierra, techo y trabajo como preocupación de toda la Iglesia 6ª Semana Social Brasileña: Pasar del Brasil que tenemos al Brasil que queremos
“Este gran trabajo de la Semana Social Brasileña nos trae aún más claridad sobre los caminos que debemos recorrer en nuestras diócesis, en nuestros regionales, para que como cristianos podamos dar nuestra contribución a la construcción de un Brasil en el que la vida sea respetada en todos los niveles, en todos los sentidos"
Esta reflexión ayuda a encontrar los desafíos con relación al techo, la tierra y el trabajo, que tienen que ver con la formación, la articulación, la tecnología, la explotación, la falta de compromiso y preocupación por el bien común
Un proyecto para el bien común, que tenga en cuenta la sabiduría de los pequeños, donde habite el Espíritu, donde todos participen, donde los pobres sean sujetos de una revolución
Un proyecto para el bien común, que tenga en cuenta la sabiduría de los pequeños, donde habite el Espíritu, donde todos participen, donde los pobres sean sujetos de una revolución
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
El Mutirão Final de la 6ª Semana Social Brasileña, que se celebra en Brasilia del 20 al 22 de marzo de 2024, con la participación de 150 representantes de todo Brasil, pretende ser un espacio que ayude a definir "el Brasil que queremos". Para ello, es necesario conocer el Brasil que tenemos, un ejercicio realizado en los últimos cuatro años, que se presenta como un elemento decisivo de ayuda a la construcción colectiva.
Un Brasil en el que la vida sea respetada en todos los niveles
El Mutirão Final reúne el trabajo de "una bellísima presencia de la Iglesia en las periferias geográficas y existenciales que piden nuestra presencia como Iglesia", según Mons. João Justino de Medeiros Silva, arzobispo de Goiânia y primer vicepresidente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB). Cuidar la tierra, el techo y el trabajo, siguiendo la petición del Papa Francisco, es "una pastoral de la Iglesia, para todos sus miembros, para las personas que buscan sus derechos". El arzobispo destacó que "creemos que este gran trabajo de la Semana Social Brasileña nos trae aún más claridad sobre los caminos que debemos recorrer en nuestras diócesis, en nuestros regionales, para que como cristianos podamos dar nuestra contribución a la construcción de un Brasil en el que la vida sea respetada en todos los niveles, en todos los sentidos".
Tierra, techo y trabajo como ejes
Los ejes que marcaron la sistematización de las propuestas de incidencia y acción fueron Tierra/Territorio, Techo/Vivienda y Trabajo. Con relación al primer ítem, se recordó la histórica concentración de la tierra y el monocultivo extensivo, el agronegocio en Brasil, país que sigue teniendo uno de los mayores índices de desigualdad, lo que aumenta la deforestación, el uso de pesticidas y la explotación de los recursos hídricos.
Ante esto, la Reforma Agraria podría ser un programa fundamental para superar el hambre y la desigualdad. En Brasil el latifundio sigue beneficiándose, aumenta la violencia en el campo, los grandes proyectos hidroeléctricos y eólicos, la violencia contra las mujeres, la sumisión a los intereses del capital internacional, la minería legal e ilegal.
Para superar esta realidad, se plantearon una serie de propuestas, entre ellas la formación en derechos humanos e incidencia política, saber reconocer los conflictos, reconocer a las comunidades tradicionales, construir estrategias para proteger a las comunidades, visibilizar las narrativas frente al proyecto de desarrollo, mesas de diálogo, luchar contra los agrotóxicos, transgénicos y latifundios, defender la agroecología y la agricultura familiar, educación contextualizada, impulsar la lucha por los derechos de los pueblos rurales, el agua y los bosques, y los territorios.
La invasión de los territorios tradicionales sigue siendo una realidad en Brasil, con la explotación de los recursos naturales, la pérdida de puestos de trabajo, los traslados forzosos y la falta de consultas libres e informadas. Frente a esto, se propone un modelo de transición energética popular, de apoyo a los que luchan contra los crímenes ambientales o proyectos de convivencia con los biomas.
Condiciones habitacionales precarias
En cuanto a la Vivienda, Brasil es un país que concentra su población en determinadas regiones, donde las periferias están abandonadas, la población desplazada, con viviendas precarias en zonas de riesgo, población de la calle, sin políticas públicas ni medidas de vivienda por parte de los poderes públicos, con contratos de alquiler abusivos, falta de saneamiento básico y tratamiento de basuras. Para ello es necesario articular políticas públicas dirigidas a la población de la calle, luchar por la aplicación efectiva y eficaz del Estatuto de las Ciudades, y un programa de financiación específico para la vivienda asequible.
Condiciones de trabajo
En el área del trabajo, denunciaron la presión sobre los trabajadores; la desvalorización y precarización del trabajo, con altas tasas de desempleo, especialmente entre los jóvenes, las mujeres y la población negra; el ataque brutal a los derechos y a los sistemas de protección social; las desigualdades salariales y en las condiciones de trabajo de las mujeres; el desempleo, la pérdida de derechos, los bajos salarios y el hambre; la precariedad laboral; la informalidad; la uberización.
Para superar estas situaciones, es necesario promover políticas en los diversos ámbitos; capacitación sobre derechos laborales y emprendimientos colectivos, populares y solidarios; promoción de cursos de formación profesional; derogación de las reformas laboral y previsional; promoción de la Economía Popular Solidaria; promoción del cooperativismo; incentivo a la contratación de ex presos por organismos públicos; denuncia de situaciones de trabajo esclavo e infantil.
Estas propuestas fueron reflexionadas y ampliadas en discusiones de grupo, profundizando así una reflexión que ayude a hacer realidad "el Brasil que queremos". Esta reflexión ayuda a encontrar los desafíos con relación al techo, la tierra y el trabajo, que tienen que ver con la formación, la articulación, la tecnología, la explotación, la falta de compromiso y preocupación por el bien común, entre otros elementos.
Construir un proyecto popular
Un proyecto popular no excluye a nadie, permite valorar todos sus elementos y es capaz de adaptarse a las circunstancias, según el padre Dario Bossi. El reto es encontrar la estructura fundacional que nos permita ayudar a sostener algo colectivo, subrayó el asesor de la Comisión Episcopal de Acción Socio-Transformativa de la CNBB. Un proyecto para el bien común, que tenga en cuenta la sabiduría de los pequeños, donde habite el Espíritu, donde todos participen, donde los pobres sean sujetos de una revolución.
En este proyecto, es importante hacer un diagnóstico social, que en Brasil está marcada por la concentración y la jerarquía, manifestadas en el extractivismo depredador, la colonialidad, el racismo y el patriarcado. Es importante construir el proyecto a partir de los verdaderos protagonistas; a partir de los territorios, a través de acciones multiescalares; a través de un diálogo entre la Iglesia, las pastorales sociales y los movimientos populares; un proyecto que crea en la democracia participativa y en el multilateralismo desde abajo; un proyecto que nazca de la escucha y promueva la formación permanente y el control social; un proyecto que sea expresión de una Iglesia samaritana, concluyó el Padre Bossi.
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