Una Iglesia expresión de comunión: no estar de uñas sino de brazos abiertos Sinodalidad: La diversidad nunca es una amenaza, los proscritos nos abren a Dios
Se escuchan las risas, probablemente consecuencia de bromas o comentarios que alegran el corazón de quienes van viendo en el diferente a un compañero, una compañera de camino, con quien pergeñar juntos esa Iglesia sinodal que el Papa Francisco indica
Esa mujer de un pueblo indeseable y de vida supuestamente cuestionable ante los ojos faltos de misericordia, podemos decir que es ella quien libera a Jesús
Se ha pasado el tiempo de tanteo, las mesas redondas, en las que desde ayer ha habido algunos cambios, van marcando el objetivo, indicar el camino para ser una Iglesia sinodal. Un recorrido que será más fácil y llevadero en la medida en la escucha sea honesta y profunda
Se ha pasado el tiempo de tanteo, las mesas redondas, en las que desde ayer ha habido algunos cambios, van marcando el objetivo, indicar el camino para ser una Iglesia sinodal. Un recorrido que será más fácil y llevadero en la medida en la escucha sea honesta y profunda
| Luis Miguel Modino, enviado especial al Vaticano
Entender una diversidad que nos enriquece, que no es una amenaza, es uno de los grandes desafíos en una sociedad, también en una Iglesia en la que el diferente casi siempre es visto como amenaza. Hacer eso es ser discípulos y discípulas, pues no olvidemos que la actitud de Jesús era entablar relaciones con todos, también con los diferentes, con los proscritos, entre ellos las mujeres y los samaritanos.
No estar de uñas y sí de brazos abiertos
En el encuentro de Jesús con la samaritana, una escena que ilumina la reflexión del Módulo B1, que está siendo trabajado en estos días por la Asamblea Sinodal, aparece esa actitud del Señor que nos cuestiona y tiene que llevarnos a reflexionar sobre cómo llegamos hasta los otros, si “estamos de uñas” para atacar, o de brazos abiertos para abrazar.
La Asamblea Sinodal va cambiando de rostro, uno lo percibe en las actitudes de quienes van llegando a la sala sinodal, dispuesta en mesas redondas en el Aula Pablo VI del Vaticano, pero también lo percibe en los momentos previos al inicio de los trabajos. Los periodistas podemos entrar al momento de la oración y desde la posición que ocupamos podemos ver a los participantes de la Asamblea en su totalidad.
Poco a poco la formalidad, incluso en el modo de vestir, se ha ido perdiendo, la gente va ganando en confianza, los saludos van dejando de ser protocolarios y se hacen más fraternos. Se escuchan las risas, probablemente consecuencia de bromas o comentarios que alegran el corazón de quienes van viendo en el diferente a un compañero, una compañera de camino, con quien pergeñar juntos esa Iglesia sinodal que el Papa Francisco indica y que todos necesitamos, aunque algunos se empeñen en negarlo, aunque unos pocos se enfrenten a ella con todas sus fuerzas y artimañas viles y deshonestas.
Comunidades con lugar para los “indeseables”
Volviendo a la escena evangélica, donde aparece esa mujer de un pueblo indeseable y de vida supuestamente cuestionable ante los ojos faltos de misericordia, podemos decir que es ella quien libera a Jesús. Eso nos desafía como Iglesia, todavía más si queremos apostar por una Iglesia sinodal. La gran pregunta es si ese tipo de personas tienen cabida en nuestras comunidades eclesiales, que deberían ser presencia de una Iglesia que quiere ser expresión de comunión, ese es el gran tema del Módulo B1, de unidad en la diversidad, una Iglesia que no es para los sanos, sino para los enfermos, también en el espíritu, que necesitan recuperar una dignidad que les había sido negada.
Es con esas personas con quienes los bautizados y bautizadas, la Iglesia sinodal, tienen que ser instrumento de unidad para toda la humanidad, algo sobre lo que lleva a reflexionar la preguntar que guía este módulo. Para ello, en las comunidades para el discernimiento, en los círculos menores, o para entendernos todos, en las mesas redondas, este es el “Sínodo de las mesas redondas”, se discutirán cinco temáticas diferentes: servicio de la caridad, compromiso por la justicia y cuidado de la casa común; encuentro entre amor y verdad; intercambio de dones entre las iglesias; compromiso ecuménico; y diálogo con las culturas y otras religiones.
Se ha pasado el tiempo de tanteo, las mesas redondas, en las que desde ayer ha habido algunos cambios, van marcando el objetivo, indicar el camino para ser una Iglesia sinodal. Un recorrido que será más fácil y llevadero en la medida en la escucha sea honesta y profunda, si se descubre que, en la voz del otro, de la otra, las mujeres tienen una fineza diferente que siempre ayuda, Dios nos habla, se hace presente en nuestra vida como bautizados y bautizadas, y en el caminar de una Iglesia que tiene que ser comunión, en la que cada vez se tiene que tener más facilidad para pasar del yo al nosotros, para escuchar la voz que viene de las periferias.