En este sexto domingo de Pascua, el evangelio propuesto por el leccionario ecuménico es Juan 14, 23-29. Dios cambia de casa y de forma de ser .
"Desde el principio de la historia, la gente ha identificado a Dios con ciertos lugares específicos".
"Esta energía (Ruah en hebreo) es una fuerza reconfortante en el momento del duelo y un defensor en el momento en que se necesita la defensa".
"Esta promesa que Jesús hace del Espíritu parece muy pentecostal y como si fuera para establecer una espiritualidad más íntima".
"Esta promesa que Jesús hace del Espíritu parece muy pentecostal y como si fuera para establecer una espiritualidad más íntima".
| Marcelo Barros.
En este sexto domingo de Pascua, el evangelio propuesto por el leccionario ecuménico es Juan 14, 23-29. Hasta 1968, era el Evangelio que se leía en la fiesta de Pentecostés. Ahora, en este domingo, ya nos invita a entrar en el ambiente de Pentecostés que, para nosotros, concluye las fiestas de Pascua.
Según los Evangelios, en otras ocasiones, Jesús ya había advertido a sus discípulos que se iría de este mundo e incluso la forma violenta y terrible en que moriría. Sin embargo, sólo en ese momento de la Última Cena parecieron darse cuenta del momento que estaban viviendo y plantearon dudas y preguntas. Jesús había prometido que se iría en ese momento, pero que volvería para manifestarse vivo a los que le amaran y permanecieran fieles a su propuesta (sus mandamientos). Entonces, Judas (no Iscariote) le pregunta: “Señor, ¿por qué te manifiestas sólo a nosotros y no al mundo?”.
Hasta hoy, este tipo de interrogatorio es habitual. ¿Por qué Jesús no se manifiesta directamente al mundo? ¿Por qué no hace un milagro para convencer a la gente? Jesús ni siquiera responde directamente a esta pregunta. Simplemente demuestra que ese no es el plan divino. Jesús no quiere imponerse al mundo. Más bien, tiene un secreto de amor que es íntimo y desde el cual los discípulos pueden actuar en el mundo.
Para explicar esto, Jesús utiliza una imagen que recorre toda la revelación divina en la Biblia. Desde el principio de la historia, la gente ha identificado a Dios con ciertos lugares específicos. En la época de los patriarcas, consideraban la encina como un árbol sagrado en el que Dios se revela, y adoraban a Dios bajo las encinas (Gn 18,1). En la espiritualidad afro, la Gameleira (el Irôco) es un Orixá. Para algunos pueblos indígenas, cada montaña es un lugar sagrado. En el Éxodo, la montaña sagrada de Horeb o Sinaí es el lugar desde el que Dios se revela. Más tarde, Dios pide a Moisés que construya una tienda durante la marcha del pueblo por el desierto, y ésta sería el santuario en el que el pueblo podría consultar al Señor (Ex 35). Más tarde, Salomón y el pueblo pidieron a Dios que aceptara hacer del templo de Jerusalén la morada de su Nombre, donde la gente pudiera invocarlo. A través de los profetas, Dios ha dejado claro que es el Dios del universo. El universo entero no puede contenerlo. Acepta ser adorado en el templo, siempre que el pueblo camine por la senda de la rectitud. No quiere una religión ritual, sino una fe ética.
El cuarto Evangelio comienza afirmando que, en la persona de Jesús de Nazaret, “la Palabra de Dios se hizo carne y acampó entre nosotros” (Jn 1,14). Ahora, en la cena, Jesús deja claro que, al dejar este mundo, quiere inaugurar otro tipo de presencia. Declara que esta presencia ya no será ni una tienda de campaña, ni un templo, ni un objeto sagrado, sino la más íntima de las personas que le aman y permanecen fieles a su propuesta (su mandamiento de amor solidario): “Si alguien me ama, se adhiere a mi Palabra, mi Padre y yo vendremos a él o ella, y en esa persona haremos nuestra morada”.
A partir de entonces, los discípulos serán una morada divina, pero no una presencia mecánica o externa. Es una presencia a través del amor divino que se plasmará en la vida de aquellos que permanezcan en esta intimidad con el Padre, a través del amor de Jesús. Para garantizar esta nueva forma de presencia, Jesús promete el Espíritu, la energía divina, que en la Biblia se llama soplo, viento o nuevo aire atmosférico. Esta energía (Ruah en hebreo) es una fuerza reconfortante en el momento del duelo y un defensor en el momento en que se necesita la defensa. A través de esta nueva forma de presencia, Dios deja de ser externo a nosotros y se identifica con lo mejor de cada uno de nosotros. En la espiritualidad afro, los Orixás son fuerzas de la naturaleza que se incorporan a las personas y el Oxum de María no es el mismo que el de Joana. Es Oxum sin dejar de ser María o Juana.
Estas palabras de Jesús, las más íntimas y tiernas de todo el Evangelio, dejan claro que tenemos que alimentar esta relación de intimidad amorosa, a partir de la escucha de la Palabra y ésta será la raíz de nuestra misión para hacer de este mundo una tierra de amor, justicia y vida plena para todos los seres vivos.
Hace siete años, el 25 de mayo de 2015, el Papa Francisco publicó Laudato Si' y en ella oficializó la expresión Ecología Integral que une el cuidado de la Madre Tierra con el camino de la justicia ecosocial y el esfuerzo permanente de conversión para que cada uno de nosotros sea siempre más morada del Espíritu.
Cada uno de nosotros se da cuenta de si ha conseguido estar donde está y vivir lo que vive, en el sabor del Espíritu, o si participa en las cosas e incluso puede prestar alguna colaboración, pero no está en el Espíritu. Estar en el Espíritu es dejarse devorar por un fuego que enciende pero no quema, un amor que nos abraza y nos hace avanzar y que tiene la capacidad de transformar en amor todo lo que toca: la política, el arte y la vida.
Que el Espíritu, que el Padre del Amor nos da, nos sumerja en la plenitud de la verdad (Él os enseñará todo y os recordará todo lo que os he dicho). En nosotros será una fuerza para la Paz, la inquieta Paz de la Justicia Liberadora, como la llamó Pedro Casaldáliga. Es el Espíritu el que no se deja engañar por la publicidad que favorece las guerras y la opresión en este mundo. Que nuestras vidas, impulsadas por el Amor, sean una encarnación permanente del Espíritu, en la apertura universal a todos los espíritus a favor de la Vida (en todas las religiones y culturas) y que provoquemos un nuevo Pentecostés en el mundo.
Esta promesa que Jesús hace del Espíritu parece muy pentecostal y como si fuera para establecer una espiritualidad más íntima. Dios dentro de nosotros. ¿Cómo podemos interpretar una espiritualidad liberadora y social basada en un evangelio como éste? Puede dar la impresión de ser una religión sólo espiritualista. La relevancia del Evangelio de hoy es que quienes aceptamos ser discípulos de Jesús podemos contar con esta presencia y fuerza del Espíritu Santo, la Ruah Divina en nosotros y en medio de nosotros.
Hoy en Brasil, el escenario está de nuevo preparado para una campaña electoral muy reñida con propuestas políticas muy diferentes entre sí. Es importante que tengamos el Espíritu de Dios, el espíritu del amor, para ponernos del lado de la democracia, de los derechos de los pobres y del amor como forma de hacer política. Sólo podremos ser testigos de la resurrección de Jesús y de la presencia del Espíritu en el mundo si luchamos contra la política de odio y violencia que asola Brasil y nos colocamos como constructores de un Brasil que no tenga miedo de ser feliz.