Confiar... Emaús
Vivir en la tiniebla, hallar la Luz y regresar de nuevo a la oscuridad, es una experiencia tan traumática que no puede soportarse y por ello deciden actuar como si nada hubiese sucedido.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
Cada uno tenemos nuestros sueños, todos deseamos que a nuestro alrededor sea todo mejor, más bello, más fácil. Pero la realidad es frágil y a veces, cuando nos parece estar cerca de la meta, de repente, todo puede complicarse y llevarnos a abandonar los caminos emprendidos y con ello olvidar cuanto nos habíamos propuesto.
Quizás fue algo parecido lo que les ocurrió a esos discípulos de Jesús que los evangelios nos hacen conocer con el nombre de los discípulos de Emaús.
Para ellos haber conocido y compartido parte de su vida con Jesús había constituido una experiencia irrepetible, radiante, llena de luz, que les llevaba a cambiar de vida, o por lo menos, a ver el mundo desde una perspectiva diferente, Jesús enseñaba el camino de una vida nueva, de un cambio de valores, de entrega y dedicación hacia el prójimo, el pobre y sobre todo Jesús era un Maestro que no defrauda a sus seguidores.
Sin embargo, llegó la dramática experiencia de la pasión y muerte de Jesús y llegó de un modo que nadie entre sus seguidores había imaginado.
La traición realizada por uno del mismo grupo, a quien conocían y seguramente con quien habían compartido experiencias de vida, o el miedo y la cobardía había inundado y paralizado a todos los seguidores más cercanos de ese Jesús que les mostraba el camino de la salvación, y entre todos, solo habían sido capaces de dejar al Maestro solo ante sus acusadores sin que nadie del grupo tomase la palabra para defenderlo.
La crudeza y el sufrimiento vivido, había despertado el desencanto y había llevado a muchos a regresar a la vida de antes, volver cada uno a su lugar de origen y poner punto y final a toda la experiencia vivida.
Ahora era necesario, casi urgente, poder dejar Jerusalén, huir de cualquier recuerdo y quizás de posibles persecuciones y regresar al triste ayer.
Vivir en la tiniebla, hallar la Luz y regresar de nuevo a la oscuridad, es una experiencia tan traumática que no puede soportarse y por ello deciden actuar como si nada hubiese sucedido. Solo la tristeza les acompaña y empapa sus comentarios de camino.
Pero el plan de Dios era otro. Jesús mismo, el peregrino del que nada saben, pero a quien todo se lo explican, será su guía para andar el camino de regreso a cuanto habían creído, y será su fuerza para explicar a los otros, reunidos en Jerusalén, Quien se les ha presentado en el camino.
Ahora su vida, cambiará ya para siempre, porque la cercanía de Jesús, del Maestro no puede ser olvidada nunca.