Salmo 68 Grito de auxilio
Orar a favor de los desafortunados
| Gemma Morató / Hna. Maria Nuria Gaza
“Dios mío, sálvame que me llega el agua al cuello” (v 2). Este es el lamento del autor del salmo 68. Este puede ser y es el grito de muchos desafortunados de nuestro mundo. Recurren al Señor porque están exhaustos de luchar y porque la suerte no los acompaña.
Lo que continua del texto no es más feliz sino todo lo contrario: “Me estoy hundiendo en un cieno profundo y no puedo hacer pie; he entrado en la hondura del agua, me arrastra la corriente” (v 3). El que ha tenido la experiencia de ahogarse comprende bien estas expresiones.
Después de expresar su miedo por lo que le puede ocurrir dice que está agotado de gritar auxilio, su garganta está ronca de pedir auxilio sin que de momento no halle respuesta a sus gritos de socorro.
Repasa la actitud sobre los que lo odian sin razón.
Como al que van a pedirle cuenta de las acciones de su vida expresa que él no está libre de culpa, Dios ve en un instante todo lo que ha realizado en su vida. Reclama que los que le van a ver morir de una forma tan trágica van a quedar defraudados ya que lo tenían por un hombre de bien.
Expresa también que él, por su confianza en el Señor, ha sufrido afrentas y reclama del Señor su favor: “Pero mi oración se dirige a ti, Dios mío, el día de tu favor que tu fidelidad me ayude, arráncame del cieno, que no me hunda, líbrame de los que me aborrecen y de las aguas sin fondo” (v 14 -15).
Termina el salmista con una alabanza al Señor, “reconstruirá las ciudades de Judá y las habitarán en posesión. La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella” (v 37).
Un salmo para orar a favor de los desafortunados.