Envidia... Haz el bien
Sigamos siempre hacia delante, quedémonos con la gente buena que sí está dispuesta a sumar, a aportar y de la que su entrega sencillamente habla de lo que lleva el corazón.
| Gemma Morató / Hna. Ana Isabel Pérez
Esta semana he vivido una situación de la que surgen algunas preguntas como: ¿Por qué cuesta tanto alegrarse con el otro? ¿Por qué es tan fácil acudir a la crítica? ¿Por qué no valorar el bien que se hace y tener otra perspectiva más amplia? Y sigo sin entender esa facilidad para poner palos en las ruedas en vez de dejar pedalear.
Cuando hay gente válida, que disfruta con su trabajo, que está dando un plus de entrega, con alegría, disponibilidad, hay que aprovecharlo y abrir el abanico que te ofrece otras posibilidades, actividades y sobre todo ganas en la gente para llevarlo a cabo.
Es verdad aquello de que nunca llueve a gusto de todos pero en cada uno sí que debería estar la capacidad de hacer el bien, de alegrarse con los otros pero desgraciadamente la envidia anda suelta y hay gente que antes de arrimar el hombro, de sumar, prefiere restar porque es más cómoda la crítica.
Sigamos siempre hacia delante, quedémonos con la gente buena que sí está dispuesta a sumar, a aportar y de la que su entrega sencillamente habla de lo que lleva el corazón.
¡Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios del consuelo! Él nos alienta en nuestras luchas hasta el punto de poder nosotros alentar a los demás en cualquier lucha, repartiendo con ellos el ánimo que nosotros recibimos de Dios (2Cor 1,3-4)