¿Qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna? Haz eso y vivirás
Llegar a una vida plena pasa por ser capaces de tomar conciencia de que hemos de comprendernos y ayudarnos, de que hemos de amarnos por encima de las diferencias, aunque a veces creamos que no podemos. “Haz eso y vivirás”.
| Gemma Morató / Hna. Conchi García
Durante el año la liturgia nos presenta, en varias ocasiones, el evangelio del Buen Samaritano, el cual habla de la bondad del corazón y de la dignidad de la persona por encima de cualquier creencia, raza y pensamiento.
Estos días también nos habla de este mismo pasaje, pero la introducción a este evangelio parece interesante hacer un poco de hincapié. Le hacen una pregunta a Jesús: “Maestro, ¿qué he de hacer para tener en herencia la vida eterna?”, esta pregunta refleja la conciencia de una vida más allá de la terrena, una vida espiritual que en realidad es la que llena por completo al ser humano. A continuación, afirman que para acceder a esta vida es necesario tener un comportamiento de amor, ya que la ley habla de amar a Dios con el corazón, alma y con todas las fuerzas y al prójimo como a uno mismo.
Ciertamente, esta afirmación aparece porque la ley lo indica, pero Jesús afirma que para llegar a la vida eterna es necesario no sólo saberlo o conocerlo, sino vivirlo. “Haz eso y vivirás”. Para llegar a ello hay que tener un corazón que no sólo se ame a uno mismo, sino que sufra por los otros y sea capaz de dar de la propia vida para amar al otro. No es camino fácil, por eso Jesús insiste en ello, “ama a tu prójimo como a ti mismo”, porque generalmente, para nosotros mismos, buscamos la comodidad, el bien…; y hacer este paso con el prójimo no es sencillo, porque renunciar a nosotros mismos no es tan fácil.
Y, por otra parte, “¿quién es mi prójimo?”, y Jesús responde en varias ocasiones que el prójimo es toda persona a la que podemos hacer el bien, aquella persona que tenemos al lado y aquellas a las que no tenemos tan cerca. Como hijos de Dios, no podemos olvidar que todo ser humano forma parte de esta filiación y que nos une un mismo Dios y Padre, por eso el prójimo no es únicamente aquellos que nos caen bien y con los que compartimos, si no que también lo son los que están algo más lejos y que ni tan siquiera habíamos pensado en ellos.
Llegar a una vida plena pasa por ser capaces de tomar conciencia de que hemos de comprendernos y ayudarnos, de que hemos de amarnos por encima de las diferencias, aunque a veces creamos que no podemos. “Haz eso y vivirás”.