| Gemma Morató / Hna. María Nuria Gaza
La oración de las horas es de tradición muy antigua en la Iglesia, podemos pensar que viene de la tradición sinagogal. Los judíos cuando se reunían los sábados en la sinagoga hacían lecturas de los profetas (esto lo leemos en el cáp. 4 del evangelio de Lucas) y rezaban salmos.
Al principio los apóstoles continuaron yendo al templo para orar se lee en los Hechos de los apóstoles, más tarde, los cristianos dejaron de ir por las dificultades que tenían con los judíos.
Pero al reunirse para celebrar la Eucaristía continuaron leyendo textos del Antiguo Testamento y rezando salmos. Ahí tenemos el origen de la Liturgia de las Horas. Los judíos también rezaban en diversos momentos del día.
Poco a poco se fue estructurando. San Benito tuvo mucho que ver en este aspecto. En la Iglesia romana, el oficio se rezaba siempre en latín hasta que en el Concilio Vaticano II permitió el rezo en las lenguas vernáculas y se distribuyeron los salmos y las lecturas. Así en el ciclo de cuatro semanas se llegan a rezar casi todos los 150 salmos del salterio.