Seguimiento... Mateo se levantó
Quizás muchos tenemos algo de esta envidia, de este deseo de ser como los que siguen claramente al Maestro, pero no somos capaces de realizar su mismo gesto de seguimiento y seguimos moviéndonos entre la envidia y la rutina sin capacidad de nada más.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
En el capítulo 9 del evangelio de San Mateo Jesús se recoge la llamada que Jesús realiza a un hombre para que le siga sin más rodeos, iniciando una nueva etapa de vida.
Fue una llamada fuerte y directa, posiblemente fruto de diálogos y controversias que han forjado una amistad y que ha ido convirtiendo a Mateo en un futuro seguidor de Jesús capaz de abandonar su forma de vida para iniciar otra cercana al Maestro.
Convertirse en seguidor de Jesús no es un gesto puntual, de un momento, sino que marca la vida entera, y señala un nuevo camino que quizás en ocasiones parecerá borrado, o como diluido en el día a día carente de sentido, porque se ha dejado de ver la luz de la meta.
El evangelio no nos da a conocer los detalles de esta nueva vida de Mateo, ni nos enseña cómo fue su camino de cambio dejando de ser un profesional poco querido por el pueblo para ser un seguidor verdadero de Aquel que era reconocido por muchos como Maestro de todos.
Solo se afirma una respuesta de Mateo fue dada de forma inmediata y aunque no explicita nada, podemos imaginar que la nueva etapa de vida de aquel cobrador de impuestos no resultó fácil, como tampoco lo es hoy para aquellos que se convierten en seguidores de Cristo,
Por el breve texto evangélico solo sabemos que Mateo deja cuanto constituía su vida y recibe en su propia casa al Maestro, algunos de sus compañeros le envidian, pero no se nos dice de ninguno que fuera capaz de olvidar su vida y seguir a Cristo.
Quizás muchos tenemos algo de esta envidia, de este deseo de ser como los que siguen claramente al Maestro, pero no somos capaces de realizar su mismo gesto de seguimiento y seguimos moviéndonos entre la envidia y la rutina sin capacidad de nada más.
Si Jesús ha venido a llamar a los pecadores, también ha venido a llamarme a mí, y lo hace. Solo falta que yo escuchando su voz me levante de mi lugar y siga su invitación.