Escuchar... En lo cotidiano, tu pan
Hoy nos invita a dejarnos transformar por Él, a una vez más, ofrecerle nuestra vida con todo lo que somos y vivimos en nuestro hoy. Para ello, necesitamos tiempo para estar con el Señor, para gustar de su presencia, para dejarnos tocar por su amor, para hacer camino juntos y que en nuestro corazón arda ese deseo del encuentro con el Señor, de pedirle hoy: Danos tu pan, Señor.
| Gemma Morató / Hna. Ana Isabel Pérez
“El Señor los alimentó con flor de harina y los sació con miel silvestre” (Sal 80,17) El Señor quiere celebrar su Pascua con nosotros en lo cotidiano de nuestras vidas, nos alimenta con su Cuerpo y Sangre. Es sencillamente el querer vivir cada día desde Él, con la fortaleza que nos ofrece en cada Eucaristía.
Hoy nos invita a dejarnos transformar por Él, a una vez más, ofrecerle nuestra vida con todo lo que somos y vivimos en nuestro hoy. Para ello, necesitamos tiempo para estar con el Señor, para gustar de su presencia, para dejarnos tocar por su amor, para hacer camino juntos y que en nuestro corazón arda ese deseo del encuentro con el Señor, de pedirle hoy: Danos tu pan, Señor.
Hace poco tuve una conversación con alguien que necesitaba hablar, compartir de ella misma y a lo largo de ese compartir se fue sosegando y encontró calma, acabó la llamada contenta y agradecida por el tiempo compartido, en el que había podido sacar sus preocupaciones y empezar a llenarse de una paz que solo la puede dar quien estaba también presente en esa llamada, que no fue de dos personas porque es ahí donde Dios estaba presente, quien nos hace experimentar constantemente en nosotros su presencia, gracia que arropa el corazón afligido, que calma y llena de alegría cuando nos abrimos a que Él también nos acompañe “¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando el nombre del Señor (Sal 115).