Mateo 10, 42 Los detalles
Cuidar los detalles, aunque sean pequeños y breves, es importante porque son expresión de una atención concreta a la necesidad de quien precisa ni que sea un humilde vaso de agua.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
El evangelio de San Mateo, en el capítulo 10, nos da, como sin decir nada, un breve toque de atención sobre toda la importancia que pueden tener en la vida los detalles, incluso los que pueden parecernos más pequeños.
Las palabras de Jesús que recoge en el versículo 42 de este capítulo pueden ser una llamada a prestar atención a la necesidad concreta que se presenta en un momento dado. “Cualquiera que dé, aunque sea un vaso de agua fresca al más humilde de mis discípulos por ser mi discípulo, no quedará sin recompensa”.
Estamos en días de calor, es verano, y creo que ofrecer “agua fresca” es como una llamada a no realizar las cosas por rutina, sin pensar en nada más. Ahora, si ofrecemos, aunque sea un simple vaso de agua, ha de ser agua fresca, porque es aquello que se necesita y calma la sed, como en invierno ha de ofrecerse una bebida caliente.
A veces los detalles pueden escurrirse de nuestra vida, ofrecemos agua sí, pero sin darnos cuenta de que la necesidad del otro es poder beber un vaso de agua fresca. ¿Es que nos quedamos solo en prestar la ayuda necesaria sin que nos importe la forma de cómo la prestamos?
Cuidar los detalles, aunque sean pequeños y breves, es importante porque son expresión de una atención concreta a la necesidad de quien precisa ni que sea un humilde vaso de agua.
Y estas pequeñas ayudas suelen estar siempre a nuestro alcance si somos capaces de no cerrarnos en nosotros mismos, sino que permanezcamos con los ojos abiertos para ver cuantos necesitan un vaso de agua fresca.
Tener la mirada pendiente de la necesidad de los demás nos ayuda a salir de nuestro mundo demasiado pequeño, y aunque no podamos hacer que el mundo cambie, podemos orar para que el mundo mejor sea posible, aunque sea ofreciendo tan solo ese vaso de agua fresca, si es hoy lo adecuado.