A lo largo del año se nos presentan días especiales que celebramos con mucha alegría por distintos motivos, y el día de la madre es uno de ellos. En realidad son 365 días a celebrar por cada madre, porque es en el día a día, en los silencios, en el quehacer cotidiano que hay una entrega generosa, sin límites, a veces incluso sin descansos pero ahí están hoy y siempre.

Es en nuestra propia vida que tenemos testimonios, desde la mujer que nos dio la vida, las personas cercanas que son madres y en muchas ocasiones no es fácil pero ahí están batallando porque el amor es grande y siempre vale la pena.

Hoy sigo dando gracias a Dios por mi madre, su vida y entrega nos colma; por las madres de mi familia, por todo lo que significan. Por tantas madres, que son de una “pasta especial”, en las dificultades siempre se hacen fuertes y las alegrías siempre son compartidas en el amor que se derrama gratuitamente. Por tantas madres dichosas de serlo, y lo son las 24 horas de cada día, con todo lo que comporta pero donde la balanza del Amor llena el corazón.

En este mes de mayo dedicado a la Virgen María, lo iniciamos celebrando la fiesta de las madres y Ella es sin duda la que vivió el AMOR con mayúsculas, acogió la Palabra en su vientre y la ofreció al mundo, estando en el día a día de Jesús hasta llegar al pie de la cruz y gozar de la Resurrección del que nació para ser luz del mundo.

Gracias Señor por la vida de cada madre, por la entrega sin límites, por el amor más grande y generoso de dar vida cada día, sin horarios, sin reclamos porque el Amor verdadero siempre es donación y ahí está una madre.