Covid-19... Un mundo nuevo
Pero ¿debemos recuperar todo aquello que antes forma parte de nuestra vida de relación y de grupo? En esta larga etapa de pandemia nos ha permitido entrever qué cosas son verdaderamente importantes para nuestra vida, en nuestro ámbito y cuáles no.
| Gemma Morató / Hna. Carmen Solé
Casi con el 2020 llegó a todo el mundo el virus que nos paralizó y que ha llevado a la mayoría a ver todo de un modo diferente, convirtiendo ahora en “normales” expresiones, gestos y cosas que hace poco más de doce meses no formaban parte de nuestra normalidad y quizás ni conocíamos.
Ahora ya en la mitad del 2021, parece que poco a poco la normalidad va volviendo a nuestras vidas, que el virus ha perdido su fuerza, aunque no ha desaparecido, y podremos ir recuperando aquello que casi hemos creído perdido.
Pero ¿debemos recuperar todo aquello que antes forma parte de nuestra vida de relación y de grupo? En esta larga etapa de pandemia nos ha permitido entrever qué cosas son verdaderamente importantes para nuestra vida, en nuestro ámbito y cuáles no.
Y precisamente por esto ahora necesitamos más que nunca la luz y la gracia de Dios para ir reconociendo aquello que debe ser recuperado, lo que debe ser transformado y lo que debe olvidarse ya en la vida de cada uno, y de nuestro entorno comunitario o familiar.
¿Seremos valientes, tendremos la luz y la fuerza para no volver por el camino fácil a la rutina de antes y para intentar poner en práctica aquello que en los días graves de la pandemia hemos intuido y deseado para nuestro mundo?
Decimos que el mundo ha cambiado, pero ¿en qué y cómo ha cambiado también mi mundo? No es ahora el tiempo de recuperar lo que quedó pendiente repitiendo las formas y modos que estaban ya previstos, es tiempo de innovar, de recrear. Intentarlo es el reto postpandemia que nos queda, el reto que con la gracia de Dios debemos asumir y hacer nuestro para hallarle las soluciones adecuadas.
Que no nos falte la luz ni el ánimo para colaborar en la creación de un mundo nuevo.