Voluntariado... Una partida de ajedrez
Que seamos, Señor, manos unidas
| Gemma Morató / Hna. Ana Isabel Pérez
Estaba con un grupo de estudiantes que iniciaron un voluntariado en una residencia de personas mayores, cuando sin pensarlo acabé jugando con uno de los residentes al ajedrez. Hace tiempo que no jugaba y la verdad que siempre me ha gustado. La partida empezó ante la seriedad del contrincante y poco a poco, al igual que avanzaba el juego, se fue dando un proceso con las personas que estaban en la mesa. La partida se fue alargando y también el interés por ganar y no perder, es evidente que acabó habiendo un ganador pero ello no fue lo más importante aunque no guste perder. Fue un rato bien agradable y especial fue ver el rostro del compañero de juego, del inicio al final de ese tiempo compartido hubo un cambio, una mirada encontrada, una mano estrechada y un hasta la próxima…..Todos tenemos mucho para dar, ofrecer, compartir….a veces donde menos lo esperamos nos podemos llevar una grata sorpresa y llenarnos. Cuando uno se da, la contrapartida al recibir es mucho mayor. A veces el tiempo que pasa rápido para uno puede ser muy preciado para el otro.
Una acción de gracias a Dios por esa tarde compartida, por los chicos y chicas, por las personas mayores que recibirán pero que también darán mucho; unos rostros que se encontrarán en otras miradas, que compartirán, que sencillamente vivirán la riqueza de un tiempo gratuito compartido, que sin duda, calará en los corazones de todos. Que se sigan estrechando las manos.
“Que seamos, Señor, manos unidas
en oración y en el don.
Unidas a tus manos en las del Padre,
unidas a las alas fecundas del Espíritu,
unidas a las manos de los pobres. ..
Manos del Evangelio,
sembradoras de Vida,
lámparas de Esperanza,
vuelos de Paz….
Manos que dan lo que reciben,
en la gratuidad multiplicada,
siempre más manos,
siempre más unidas. (Pedro Casaldáliga)