"Nuestros políticos merecen críticas serias" Democracia: ¿Poder del pueblo o mercadeo de poder?
"En España seguiremos yendo a votar cada seis meses, hasta que la gente se harte de tanta pluralidad y dé mayoría absoluta al partido menos pluralista"
"Pero el diálogo se convierte en negociación, y la negociación en chantaje"
"¿Pedro Sánchez todavía no sabe que, después de la palabra Dios, de la palabra amor y de la palabra libertad, el término progreso es el más ambiguo y el más manipulado del diccionario y de la historia humana?"
"¿Pedro Sánchez todavía no sabe que, después de la palabra Dios, de la palabra amor y de la palabra libertad, el término progreso es el más ambiguo y el más manipulado del diccionario y de la historia humana?"
| José Ignacio González Faus
1.- Ballotage s’il vous plaît. En una democracia los poderes públicos están para ser criticados. Nuestros políticos merecen críticas serias. Pero hay un punto por el que no debemos culparlos. Lo que pasa en España, el no saber si en mayo volveremos a tener otras elecciones inútiles, pasaría en cualquier país porque la pasta humana es la misma en todas partes. Si no pasa es porque otros países tienen arbitrado un recurso legal para evitar esos callejones sin salida: cuando nadie gana unas elecciones se hace una segunda vuelta (ballotage) solo entre los dos partidos más votados.
De haberse hecho así en mayo, viviríamos ahora con más normalidad y menos hartazgo. Si eso no se arregla pronto seguiremos yendo a votar cada seis meses, hasta que la gente se harte de tanta pluralidad y dé mayoría absoluta al partido menos pluralista. Sorprende que ningún político se haya ocupado de esto. Y suscita la sospecha de que, a nuestros políticos, les importa poco el país. Lo que más les importa son ellos mismos.
2.-Del diálogo al chantaje. En estas condiciones, la mayor víctima es aquello que más falta hace hoy: el diálogo. Porque el diálogo se convierte en negociación, y la negociación en chantaje.
El diálogo no aspira a obtener nada sino a entenderse o acercarse. No tiene sentido lo que dice Sánchez a los independentistas: dialogar “solo dentro de la Constitución”; porque se puede dialogar fuera de ella, contra ella o para cambiarla. Tendría sentido si Sánchez quiere decir: “negociar dentro de la constitución”. También los independentistas utilizan indistintamente diálogo y negociación, contribuyendo así a esa ceremonia de la confusión que tanto parece gustarles.
"Me tranquilizo diciendo que Vox nos ha hecho el favor de separar del PP a esa extrema derecha que antes estaba agazapada en él dándole unos votos que ahora ya no tendrá"
¿Se puede dialogar sobre el derecho a decidir? Claro que sí. Entre otras razones porque muchos juristas (alguno de ellos catalán y en textos públicos), sostienen que ese derecho solo existe en el ámbito jurídico internacional, cuando se trata o de una colonia fuera del territorio (casos de Argelia, hasta que por fin De Gaulle reconoció que “Argelia no es Francia”, o de aquello que los portugueses llamaban falsamente antaño “provincias de ultramar”: Angola y Mozambique); o cuando se trata de países ocupados (como fueron las repúblicas de la antigua URSS que ya se han separado de ella). Fuera de estas dos hipótesis no existe el derecho a decidir, y Cataluña está fuera de esas hipótesis.
Yo no soy jurista y no sé si tienen razón. Si hay otros juristas que piensan lo contrario, es obligatorio que dialoguen entre ellos y lleguen a un acuerdo. No hacerlo es como meter unos blindados a cruzar un puente que no sabemos qué resistencia tiene, con el peligro de que el puente se hunda.
Como ese diálogo no existe se pasa a la “negociación”. Pero en política, la negociación se convierte en chantaje. Y el chantaje convierte la democracia en puticracia: porque los votos son solo del pueblo, no de los políticos. La nefasta “disciplina de partido” lleva al: “te votaré si me das esto”. Lo cual suplanta un derecho del pueblo y equivale a un “me acuesto contigo (o te daré un abrazo) si me pagas bien”.
Por eso, por muy de izquierdas que sea, y por buen profesor que muestre ser cuando habla, hay que decir que Pablo Iglesias ha estado chantajeando a Sánchez durante todo este tiempo, hasta conseguir lo que quería (y aunque vistiera ese chantaje con palabras bonitas). Hay que decir a Oriol Junqueras que la carta que escribió a Sánchez diciéndole: yo le di a usted la presidencia cuando la moción de censura y usted no me ha dado nada a cambio, es otro chantaje inmoral: porque está diciendo que lo menos importante es si Rajoy merecía ser censurado o no: si lo merecía (cosa que yo creo) entonces no había que pedir nada a cambio por echarlo; pero si no lo merecía, Junqueras habrá dicho que está dispuesto a cometer una inmoralidad si le dan algo a cambio. Me dirá con razón que “eso es lo que hacen todos”. De acuerdo y, por tanto, no le culpo a él en particular. Pero todo eso es una prueba de la corrupción de nuestra democracia.
3.-¿Papá Noel progresista? Una de las primeras cualidades que necesita el buen político es la capacidad para dormir, porque todo político suele encontrarse con problemas muy serios. Y he aquí que Sánchez, que antes no podía dormir si gobernaba con Iglesias, ahora se declara ilusionado porque va poder formar un gobierno “de progreso”. ¿Todavía no sabe que, después de la palabra Dios, de la palabra amor y de la palabra libertad, el término progreso es el más ambiguo y el más manipulado del diccionario y de la historia humana? ¿No ha leído Sánchez las palabras de T. Adorno: “en la historia no hay una línea que vaya desde el salvaje al ciudadano, pero sí que hay una línea que va desde la honda a la bomba atómica”? ¿No ha leído lo que dice W. Benjamin: que nuestro progreso se está convirtiendo en un camino de regreso a la barbarie? ¿No ha leído a S. Weil cuando afirma que la idea de progreso fue introducida en la historia por el cristianismo pero que hoy se ha convertido en un veneno? Todos ellos autores bien de izquierdas, por cierto.
Me temo por eso que el progresismo de Sánchez se limite a aquello que Jesús de Nazaret calificaba de “pagar el diezmo de la menta y el comino” dejando de lado lo importante que es la justicia y la misericordia”. ¿Es progreso dejar vivo y coleando el espíritu de Franco: en la ley mordaza y en la de reforma laboral que Sánchez no ha querido tocar para nada, mientras se preocupaba y se desvivía por cambiar de sitio lo que Iglesias llamó con razón “fantasma de Franco”? Me parece bien que ese fantasma no esté donde estaba; pero valen aquí las palabras de Jesús: “lo otro es lo que había que hacer, aunque no se olvidara esto”. Y de lo otro nada.
Por eso, aunque he criticado el chantaje de Iglesias, debo añadir que, si al fin tenemos gobierno, me alegraré mucho de que UP esté presente en él. Para que no tengamos un progreso meramente simbólico.
4.- La mujer del César. También vale aquí lo que criticó Felipe González: “ya están hablando de nombres antes de hablar de programas”. Y hablando de nombres, otra pequeña observación: si la esposa de Pablo Iglesias acaba teniendo un ministerio (por muy inteligente que me parezca esa mujer) ¿no comprenden que eso parecerá un escándalo de nepotismo, mayor que el de los papas medievales? ¿No han oído nunca aquello de que la mujer del César no solo ha de ser honrada sino parecerlo? Solo faltaba eso, tras el escándalo aquel de su mansión antisocial, que no se justifica simplemente apelando a los hijos: porque a los niños mucho más que comodidades hay que darles valores.
En este contexto, ¡qué ceguera la del PP que, en vez de criticar con argumentos de este tipo, se dedica a poner adjetivos vacíos y demagógicos! (los radicales, los comunistas, los venezolanos, los malos…). Bien dijo Jesús que si un ciego guía a otro ciego, todos caerán en el pozo.
5.- Dignidad humana. Mi mayor preocupación al escribir todo eso es esta: el cristianismo introdujo en la historia la convicción de que toda persona humana tiene una dignidad absoluta. Toda, por miserable o pecadora que pueda ser. De ese principio se siguen dos cosas contrarias a la dinámica espontánea de toda política: el amor a los enemigos y la supresión de la venganza. Sin ellas, la política se convierte en lo que ha sido tantas veces a lo largo de la historia: una guerra de todos contra todos, y una inflación de los fundamentalismos para justificar el odio al enemigo y la venganza. La política no es importante por ella misma sino por ser el espacio de la convivencia entre personas, donde democracia y justicia social son la salvaguarda de esa dignidad absoluta de todo ser humano.
Por eso, lo que yo soñaría, a lo Luther King, es que un día se den un abrazo fraterno y entrañable, no Sánchez e Iglesias, sino Abascal y Puigdemont, Sánchez y Albert Rivera, Junqueras y Casado, Ada Colau y Rocío Monasterio… ¿Que eso es un sueño? Por supuesto. Pero de los sueños diré algo al final. Quisiera escribir desde ahí: con unos brazos abiertos para todos los que he criticado, pidiendo perdón si por afán de ser concreto resulto duro a veces. Y aclarando que, si critico sus actuaciones (que no sus personas), es porque la crítica a los poderes públicos es intrínseca a toda democracia, precisamente para que no se perviertan en poderes privados.
6.- Ejemplo final. Acabo con una muestra de eso tan humano: que todo el mundo tiene, al menos, su parcela de verdad de la que algo podemos y debemos aprender.
Quienes me conocen saben que si de algo puedo sentirme distante y disgustado es de Vox. Me tranquilizo diciendo que Vox nos ha hecho el favor de separar del PP a esa extrema derecha que antes estaba agazapada en él dándole unos votos que ahora ya no tendrá. Y pensando que buena parte de los votos que Vox ha ganado no son a favor suyo sino en contra de los otros: pues en un sistema como el nuestro, con baja educación, con poca información, con tanta mentira circulando por las redes y tantas distracciones que nos dispensan de pensar en las obligaciones ciudadanas, buena parte de la gente no vota a favor de algo sino en contra de alguien. No votan para construir sociedad, sino para lo que dijo aquella parlamentaria del PP en pleno Parlamento: “pa que se jodan”.
Dicho lo cual, y tras intentar salir del pasmo que me produjo el señor Abascal cuando en el debate electoral proclamó impertérrito la supresión del estado de las autonomías, debo reconocer que a lo mejor tenía su parte de razón en un punto: nuestro estado de las autonomías no está del todo bien hecho. 17 son demasiadas y demasiado caras; y es absurdo que haya autonomías de una sola provincia. Aquello de “café para todos”, que tanto se repetía entonces, no era buen camino en un país tan diverso como el nuestro. Digamos que, en las comidas en grupo, no todos piden café al acabar: otros prefieren te, o poleo, o manzanilla…
Pues bien: creo necesario un estado de autonomías (o federal o como se quiera llamar). Pero creo que hay, en primer lugar, cuatro autonomías casi evidentes: Cataluña, Euskadi, Galicia y Andalucía, más las islas si se quiere. (Y es muy de agradecer que un madrileño como Pablo Iglesias reconociera claramente esa pluriformidad del estado español). El resto del país es mucho más homogéneo y podría repartirse en dos o tres bloques más, en una negociación que no sería nada fácil, pero podría dejar nuestro mapa reducido a ocho o diez autonomías en lugar de diecisiete. Que casi parece aquello de la canción: “la chica del 17, ¿de dónde saca, pa tanto como destaca?”.
Sé que eso, hoy por hoy, más que a sueño sonará a estupidez. Habrán de pasar decenios para que algo así vuelva a ser repensado. Lo he citado solo como ejemplo de que escuchando con respeto, se puede sacar de todos algo que, al menos, nos haga pensar un poco.
Pero podemos terminar evocando una frase famosa de J. Moltmann tan lúcida como dialéctica: “es malo soñar pero, en nuestra historia, solo aquellos que soñaron han hecho cosas grandes".