Miles de chicos y chicas acompañan a Bergoglio en la misa de la catedral de La Asunción Bergoglio, a los jóvenes tailandeses: "Dios tiene un plan para cada uno de ustedes, ¡no le tengan miedo al futuro!"
“Queridos jóvenes: Ustedes son una nueva generación, con nuevas esperanzas, sueños y preguntas; seguramente también con algunas dudas pero, arraigados en Cristo, los invito a mantener viva la alegría y a no tener miedo de mirar el futuro con confianza”
Francisco invita a los jóvenes a no dejar que "la incredulidad y la amargura" hagan que "se enfríe nuestro corazón, se pierda la alegría y que lleguemos tarde"
"Me duele ver que algunos les propongan a los jóvenes construir un futuro sin raíces, como si el mundo comenzara ahora"
"Me duele ver que algunos les propongan a los jóvenes construir un futuro sin raíces, como si el mundo comenzara ahora"
Decenas de miles de jóvenes se agolparon, a última hora de la tarde -la noche se hizo de repente, como sucediera ayer en el Estadio Nacional- en la catedral de la Asunción. No cabían todos, por lo que se habilitaron pantallas gigantes. El Papa sintió, de nuevo, el afecto de la minoría católica, pero también de muchos ciudadanos, que ven en el Pontífice un signo de los tiempos, un hombre elegido para una misión.
Francisco no defraudó durante su encuentro con los jóvenes. En la homilía, lo dejó claro. “¡Salgamos al encuentro de Cristo el Señor que viene! ¡Démosle la bienvenida en medio nuestro con inmensa alegría y amor, como sólo ustedes jóvenes lo pueden hacer!”. Y hacerlo “con alegría”.
“El Señor sabe que por medio de ustedes, jóvenes, entra el futuro en estas tierras y en el mundo, y con ustedes cuenta para llevar adelante su misión hoy”, subrayó el Papa, quien señaló que Dios “tiene un plan para cada uno de ustedes”.
No quedarnos dormidos
En el Evangelio se habla de las jóvenes que no estaban preparadas para la fiesta y se quedaron dormidas. “Tenían un gran impulso y motivación, querían participar del llamado y la convocatoria del Maestro, pero con el tiempo se fueron apagando, se les fueron agotando las fuerzas y las ganas, y llegaron tarde”, recordó la parábola.
Como entonces, “es frecuente que, frente a los problemas y obstáculos, —y que muchas veces son tantos, como cada uno de ustedes en su corazón sabe muy bien—; frente al sufrimiento de personas queridas, o a la impotencia de experimentar situaciones que parecen imposibles de ser cambiadas, entonces la incredulidad y la amargura pueden ganar espacio e infiltrarse silenciosamente en nuestros sueños, haciendo que se enfríe nuestro corazón, se pierda la alegría y que lleguemos tarde”.
Preguntas en la noche
“¿Quieren mantener vivo el fuego capaz de iluminarlos en medio de la noche y de las dificultades?, ¿quieren prepararse para responder al llamado del Señor?, ¿quieren estar listos para hacer su voluntad?”, preguntó el Papa. Los jóvenes respondieron con un sonoro 'Sí'.
Dirigiéndose a los jóvenes tailandeses, Bergoglio los reconoció como “herederos de una hermosa historia de evangelización que les fue transmitida como un tesoro sagrado”. Para que se mantenga, “es necesario estar bien arraigados en la fe de nuestros mayores: padres, abuelos y maestros. No para quedarse presos del pasado, sino para aprender a tener ese coraje capaz de ayudarnos a responder a las nuevas situaciones históricas”.
Así, les pidió un “fuerte sentido de arraigo” para no quedar “desconcertados por las voces de este mundo que compiten por nuestra atención”. Muchas de ellas “son atractivas”, admitió, aunque “con el tiempo solamente terminan dejando vacío, cansancio, soledad y desgana”.
“Queridos jóvenes: Ustedes son una nueva generación, con nuevas esperanzas, sueños y preguntas; seguramente también con algunas dudas pero, arraigados en Cristo, los invito a mantener viva la alegría y a no tener miedo de mirar el futuro con confianza”, proclamó el Papa.
“¡Salgamos al encuentro de Cristo el Señor que viene! No le tengan miedo al futuro ni se dejen achicar; por el contrario, sepan que ahí el Señor los está esperando para preparar y celebrar la fiesta de su Reino”, concluyó.
Homilía del Papa:
¡Salgamos al encuentro de Cristo el Señor que viene! El evangelio que acabamos de escuchar nos invita a ponernos en movimiento y mirar al futuro para encontrarnos con lo más hermoso que nos quiere regalar: la venida definitiva de Cristo a nuestras vidas y a nuestro mundo. ¡Démosle la bienvenida en medio nuestro con inmensa alegría y amor, como sólo ustedes jóvenes lo pueden hacer! Antes que nosotros salgamos a buscarlo, sabemos que el Señor nos busca, viene a nuestro encuentro y nos llama desde la necesidad de una historia por hacer, por crear e inventar. Vamos hacia adelante con alegría porque sabemos que allí nos espera.
#PapaEnTailandia: ¿Quieren mantener vivo el fuego capaz de iluminarlos en medio de la noche y de las dificultades?, ¿quieren prepararse para responder al llamado del Señor?, ¿quieren estar listos para hacer su voluntad? #PopeinThailand
— ACI Prensa (@aciprensa) 22 de noviembre de 2019
El Señor sabe que por medio de ustedes, jóvenes, entra el futuro en estas tierras y en el mundo, y con ustedes cuenta para llevar adelante su misión hoy (cf. Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 174). Así como Dios tenía un plan para el pueblo elegido, también tiene un plan para cada uno de ustedes. Él es el primero en soñar con invitarnos a todos a un banquete que tenemos que preparar juntos, Él y nosotros, como comunidad: el banquete de su Reino en el que nadie puede quedar afuera.
El evangelio de hoy nos habla de diez jóvenes invitadas a mirar el futuro y formar parte de la fiesta del Señor. El problema fue que sólo algunas de ellas estaban preparadas para recibirlo; no porque se hayan quedado dormidas sino porque les faltó el aceite necesario, el combustible interior para mantener encendido el fuego del amor. Tenían un gran impulso y motivación, querían participar del llamado y la convocatoria del Maestro, pero con el tiempo se fueron apagando, se les fueron agotando las fuerzas y las ganas, y llegaron tarde. Una parábola de lo que nos puede suceder a todos los cristianos cuando, llenos de impulsos y ganas, sentimos el llamado del Señor a tomar parte en su Reino y a compartir su alegría con los demás. Es frecuente que, frente a los problemas y obstáculos, —y que muchas veces son tantos, como cada uno de ustedes en su corazón sabe muy bien—; frente al sufrimiento de personas queridas, o a la impotencia de experimentar situaciones que parecen imposibles de ser cambiadas, entonces la incredulidad y la amargura pueden ganar espacio e infiltrarse silenciosamente en nuestros sueños, haciendo que se enfríe nuestro corazón, se pierda la alegría y que lleguemos tarde.
Por eso, me gustaría preguntarles: ¿Quieren mantener vivo el fuego capaz de iluminarlos en medio de la noche y de las dificultades?, ¿quieren prepararse para responder al llamado del Señor?, ¿quieren estar listos para hacer su voluntad?
¿Cómo procurarse el aceite que los mantiene en movimiento y los impulsa a buscar al Señor en cada situación?
Ustedes son herederos de una hermosa historia de evangelización que les fue transmitida como un tesoro sagrado. Esta hermosa catedral es testigo de la fe en Jesucristo que tuvieron sus antepasados: su fidelidad, profundamente arraigada, los impulsó a hacer buenas obras, a construir ese otro templo más hermoso todavía, compuesto de piedras vivas para poder llevar el amor misericordioso de Dios a las personas de su tiempo. Pudieron hacer esto porque estaban convencidos de lo que el profeta Oseas proclamó en la primera lectura de hoy: Dios les había hablado con ternura, los había abrazado con firme amor para siempre (cf. Os 2,16.21).
Queridos amigos, para que el fuego del Espíritu no se apague, y puedan mantener viva la mirada y el corazón, es necesario estar bien arraigados en la fe de nuestros mayores: padres, abuelos y maestros. No para quedarse presos del pasado, sino para aprender a tener ese coraje capaz de ayudarnos a responder a las nuevas situaciones históricas. La de ellos fue una vida que resistió muchas pruebas y mucho sufrimiento. Pero en el camino, descubrieron que el secreto de un corazón feliz es la seguridad que encontramos cuando estamos anclados, enraizados en Jesús: en su vida, en sus palabras, en su muerte y resurrección.
«A veces he visto árboles jóvenes, bellos, que elevaban sus ramas al cielo buscando siempre más, y parecían un canto de esperanza. Más adelante, después de una tormenta, los encontré caídos, sin vida. Porque tenían pocas raíces, habían desplegado sus ramas sin arraigarse bien en la tierra, y así sucumbieron ante los embates de la naturaleza. Por eso me duele ver que algunos les propongan a los jóvenes construir un futuro sin raíces, como si el mundo comenzara ahora. Porque “es imposible que alguien crezca si no tiene raíces fuertes que ayuden a estar bien sostenido y agarrado a la tierra. Es fácil ‘volarse’ cuando no hay desde donde agarrarse, de donde sujetarse”» (Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 179).
#PapaEnTailandia: Sin este firme sentido de arraigo, podemos quedar desconcertados por las “voces” de este mundo que compiten por nuestra atención. #PopeInThailand
— ACI Prensa (@aciprensa) 22 de noviembre de 2019
Sin este firme sentido de arraigo, podemos quedar desconcertados por las “voces” de este mundo que compiten por nuestra atención. Muchas de ellas son atractivas, propuestas bien maquilladas que al inicio parecen bellas e intensas, aunque con el tiempo solamente terminan dejando vacío, cansancio, soledad y desgana (cf. ibíd., 277), y van apagando esa chispa de vida que el Señor encendió un día en cada uno.
Queridos jóvenes: Ustedes son una nueva generación, con nuevas esperanzas, sueños y preguntas; seguramente también con algunas dudas pero, arraigados en Cristo, los invito a mantener viva la alegría y a no tener miedo de mirar el futuro con confianza. Arraigados en Cristo, miren con alegría y confianza. Esta situación nace de saberse buscados, encontrados y amados infinitamente por el Señor. La amistad cultivada con Jesucristo es el aceite necesario para iluminar el camino, vuestro camino, pero también el de todos los que los rodean: amigos, vecinos, compañeros de estudio y trabajo, incluso el de aquellos que están en total desacuerdo con ustedes.
¡Salgamos al encuentro de Cristo el Señor que viene! No le tengan miedo al futuro ni se dejen achicar; por el contrario, sepan que ahí el Señor los está esperando para preparar y celebrar la fiesta de su Reino.
#PapaEnTailandia: Arraigados en Cristo, miren con alegría y confianza. Esta situación nace de saberse buscados, encontrados y amados infinitamente por el Señor. #PopeinThailand
— ACI Prensa (@aciprensa) 22 de noviembre de 2019
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