Padre Ba Shwe: "Lo hemos perdido todo" Obispos de Myanmar alertan: "Destrucción, emergencia y hambruna inminente en Kayah"
El padre Celso Ba Shwe, vicario general de la diócesis de Loikaw, que gobierna la comunidad tras la repentina muerte del obispo Stephen Tjephe, asegura: "Estamos reviviendo las pesadillas de la guerra civil"
"Desde el 7 de junio de 2021, se han establecido 23 campamentos de desplazados internos y unos 45 mil desplazados están bajo el cuidado de la Iglesia Católica en Loikaw. Ahora están huyendo a otros lugares"
"En la temporada de lluvias, las dificultades aumentan: “La mayoría son mujeres, niños y ancianos, algunos son mujeres embarazadas y discapacitados. Pasan días en la selva sin refugio, comida ni agua"
"El enfrentamiento en Myanmar es como entre David y Goliat: debería intervenir la comunidad internacional
"En la temporada de lluvias, las dificultades aumentan: “La mayoría son mujeres, niños y ancianos, algunos son mujeres embarazadas y discapacitados. Pasan días en la selva sin refugio, comida ni agua"
"El enfrentamiento en Myanmar es como entre David y Goliat: debería intervenir la comunidad internacional
(Agencia Fides).- “Estamos muy tristes y preocupados por encontrarnos en esta situación crítica. En el estado de Kayah se están destruyendo nuestras pacíficas vidas. Los derechos humanos y la libertad se están perdiendo. La gente huye a lugares seguros debido a los conflictos armados. Lo hemos perdido todo”, dice a la Agencia Fides el padre Celso Ba Shwe, vicario general de la diócesis de Loikaw, que gobierna la comunidad tras la repentina muerte del obispo Stephen Tjephe, fallecido el pasado mes de diciembre.
En el estado de Mynamar oriental, habitado por la población de etnia karenni, tras el golpe de Estado del 1 de febrero, las manifestaciones populares y la represión llevada a cabo por el ejército, la violencia es fuerte y generalizada.
El vicario dice: “Estamos reviviendo en el estado de Kayah las pesadillas de la guerra civil que tuvo lugar desde 1948 hasta 2012. Parece que es incluso mucho peor que antes. Ningún lugar es seguro en nuestro estado. Los desplazados tienen que huir de un lugar a otro, una y otra vez. Desde el 7 de junio de 2021, se han establecido 23 campamentos de desplazados internos y unos 45 mil desplazados están bajo el cuidado de la Iglesia Católica en Loikaw. Pero ahora algunos de ellos tienen que huir a otros lugares. Vuelven a estar dispersos”, señala.
#MYANMAR - The alarm: "Destruction, humanitarian emergency, imminent famine in Kayah" - @fidesorg@VaticanNews@cardinal_bo@CardinalChito@BurmaMyanmarNew@jWinHlaingOo@Myanmar_Now_Eng@RFABurmese@RadioFreeAsia@ASEANations@bdcburma
— Paolo Affatato (@paul_affatato) June 10, 2021
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En este periodo de la temporada de lluvias, las dificultades aumentan: “La mayoría son mujeres, niños y ancianos, algunos son mujeres embarazadas y discapacitados. Pasar días en la selva sin un refugio adecuado, comida y agua limpia es muy peligroso para ellos. Hacemos todo lo posible para proporcionar ayuda humanitaria, pero el apoyo médico también es absolutamente necesario. Estamos planeando construir un campamento para desplazados internos en el campo de fútbol de nuestro seminario, situado en el centro diocesano. Sin embargo, ni siquiera allí se puede garantizar al 100% su seguridad”.
Desde el golpe de febrero, la diócesis de Loikaw ha ampliado el dispensario hasta convertirlo en un hospital de 50 camas y ha abierto otras dos clínicas en las parroquias de Daungankha y Pruso. “Las dos pequeñas clínicas de las parroquias tuvieron que cerrarse cuando los vecinos se vieron obligados a marcharse. Ahora estamos organizando un nuevo dispensario en el pueblo de Dorokhu, donde se refugian más de 5.000 personas desplazadas. Las Hermanas de la Reparación y algunas enfermeras jubiladas se encargarán de esa clínica”, explica el padre Celso.
“Otra preocupación - señala el vicario -, es la inminente hambruna, ya que todo acceso a los alimentos, las mercancías y la gasolina desde fuera del estado de Kayah está bloqueado. Ya hay escasez de alimentos y gasolina. No es seguro desplazarse. Y además es la época de la siembra. Si la gente no puede sembrar y cultivar en el momento oportuno, seguramente llegará la hambruna y el hambre”.
El Padre Celso concluye: “la población tiene un fuerte deseo de poner fin al actual conflicto armado entre el ejército birmano y la milicia de la Fuerza de Defensa del Pueblo Karenni, formada por civiles que han tomado las armas para defenderse de los ataques militares. A todos ellos les gustaría volver a una vida normal. Sin embargo, también tienen un fuerte deseo de libertad y justicia. Hoy en día, la gente no ve otra opción y se defiende por cualquier medio posible, ya que muchos civiles inocentes son detenidos arbitrariamente y asesinados cada día”.
“El enfrentamiento es como entre David y Goliat - señala el sacerdote -. Por eso sería importante una intervención de la comunidad internacional. La Iglesia está cerca de la población y nunca fomenta la violencia: hoy reiteramos la petición de diálogo político entre la junta militar y el gobierno civil. Y nos encomendamos cada día a Dios, rezando para que, a través de estas pruebas y dificultades, vuelva a dar una vida pacífica y próspera al pueblo de Myanmar”.