El antiguo arzobispo de Canterbury recuerda sus encuentros con el fallecido Papa emérito Rowan Williams: "No consideré una provocación que Benedicto XVI creara el Ordinariato anglicano"
Rowan Williams, antiguo arzobispo de Canterbury, y Benedicto XVI ostentaron las máximas responsabilidades eclesiales en sus respectivas iglesias prácticamente en la misma época y tuvieron ocasión de verse, tratarse y apreciarse durante esos años, en los que también se dieron pasos importantes de cara al camino ecuménico
“Yo, y muchos otros anglicanos, habríamos estado más contentos si hubiéramos estado más directamente involucrados en las discusiones sobre esto [el Ordinariato], porque fue una sorpresa para nosotros, y creo que también para algunas personas de la Iglesia Católica"
Williams asegura que “el Papa Benedicto era alguien comprometido a trabajar con otros cristianos, comprometido a mantener la puerta abierta”, y recuerda el impacto que tuvo su histórica visita al Reino Unido en 2010
Williams asegura que “el Papa Benedicto era alguien comprometido a trabajar con otros cristianos, comprometido a mantener la puerta abierta”, y recuerda el impacto que tuvo su histórica visita al Reino Unido en 2010
Rowan Williams, antiguo arzobispo de Canterbury, y Benedicto XVI ostentaron las máximas responsabilidades eclesiales en sus respectivas iglesias prácticamente en la misma época y tuvieron ocasión de verse, tratarse y apreciarse durante esos años, en los que también se dieron pasos importantes de cara al camino ecuménico.
De algunos de esos hitos habla el arzobispo emérito (sirvió en esa responsabilidad desde 2002 hasta 2012) en una entrevista con America Magazine, en donde aborda también el momento más complicado entre ambas Iglesias, a raíz de la creación del Ordinariato para que los anglicanos entraran en plena comunión con la Iglesia católica.
Calidez y amistad
“Una sensación de calidez y amistad entre nosotros, incluso cuando no estábamos, porque no lo estábamos, totalmente de acuerdo en las cosas”, recuerda Rowan Williams sobre su relación con el fallecido pontífice Benedicto XVI, al frente de la Iglesia católica desde 2005 y hasta 2013, año en el que renunció.
“Reconocíamos el tipo de tensión que sentía el otro. Creo que también es justo decir que ambos veníamos de una formación teológica en la que había un sentido muy, muy fuerte de la Iglesia. La comunión sacramental de la Iglesia era algo dado; no era algo creado, inventado, algo que dependiera de uno. Y creo que ese fuerte sentido sacramental de la comunidad en la que estábamos, el sentido del cuerpo de Cristo, fue una de las cosas que ambos encontramos que nos sostenía en nuestro trabajo”.
Creación del Ordinariato anglicano
Sin embargo, llegaron los problemas en 2009, con la creación por parte del Papa Ratzinger del Ordinariato anglicano. "Creo que fue a principios de noviembre de 2009, y el Papa Benedicto emitió una constitución apostólica, creando esencialmente un camino oficial para que los anglicanos entraran en plena comunión con la Iglesia Católica. Y lo hizo a través del establecimiento de estos ordinariatos personales, que funcionan un poco como diócesis y que permitieron a los anglicanos preservar su herencia litúrgica y espiritual. Esto fue una gran noticia, obviamente, y un acontecimiento realmente importante en el contexto de las conversaciones ecuménicas mucho más amplias que han tenido lugar entre nuestras iglesias”.
Hubo un periódico británico que dijo que el Papa tenía sus tanques en mi césped, que no era exactamente como yo lo veía, pero hubo una recepción bastante dramática
Sin embargo, añade Williams, “yo, y muchos otros anglicanos, habríamos estado más contentos si hubiéramos estado más directamente involucrados en las discusiones sobre esto, porque fue una sorpresa para nosotros, y creo que también para algunas personas de la Iglesia Católica. Y algunas de las expresiones al respecto, a veces, un poco exageradas. Hubo un periódico británico que dijo que el Papa tenía sus tanques en mi césped, que no era exactamente como yo lo veía, pero hubo una recepción bastante dramática. Así que habría estado bien tener un debate y un aviso un poco más avanzados”.
En todo caso, añade que “no lo consideré, como algunos querían, como un gran insulto o una gran provocación. Lo vi como un paso pastoral. Igualmente, no estaba seguro de que contribuyera mucho al verdadero reto ecuménico, que es la reconciliación de la diversidad real en un solo cuerpo sacramental”.
"Es un acto de guerra"
Reconoce que aquel paso dado por Benecicto XVI fue “un episodio complicado, que ocurrió poco antes de que yo fuera a Roma para una de mis visitas regulares para ver al Papa. Y hubo quien dijo: ‘Bueno, no deberías ir; es un acto de guerra’. Pero yo dije: ‘Eso es completamente ridículo, tengo que ir. Necesito mantener la amistad, y necesitamos mantener la discusión rutinaria entre nuestras Iglesias en un plano de igualdad’. Y eso es exactamente lo que ocurrió. Juntos pusimos en marcha la siguiente ronda de conversaciones oficiales entre nuestras dos comuniones y la creación del ordinariato no perturbó [eso]”.
A pesar de ese episodio, el ex arzobispo de Canterbury asegura que “el Papa Benedicto era alguien comprometido a trabajar con otros cristianos, comprometido a mantener la puerta abierta”, y recuerda el impacto que tuvo su histórica visita al Reino Unido en 2010.
“Había mucha ansiedad de antemano y muchas críticas exageradas en los medios de comunicación. Recuerdo que mis colegas del Palacio de Lambeth y yo mismo trabajamos muy duro con nuestros homólogos en la oficina del cardenal [secretario de Esxtado] para asegurarnos de que la visita fuera lo más fructífera posible, y de que pudiéramos trabajar juntos en esto. Y el discurso en Westminster Hall fue posiblemente el momento más significativo de la visita. Fue un momento único en el que el Papa se dirigió directamente a los gobernantes británicos. Y sé el gran efecto que tuvo en términos de presentar ante ese grupo tan diverso una visión de integridad cristiana y aspiración espiritual, que conmovió a mucha gente más de lo que esperaban”.