Aislamiento emocional, falta de apoyo material, culpa y condena para los que salen de la organización Del 'love bombing' al abandono total: una práctica manipulativa en el IVE y las SSVM
"Manipulan emocionalmente a las personas para garantizar su lealtad, al mismo tiempo que deshumanizan a quienes optan por apartarse"
"Esta práctica consiste en bombardearlos con elogios, afecto y promesas, creando una atmósfera de aceptación incondicional. Los aspirantes son persuadidos de que han sido 'elegidos por Dios'"
"Cuando un miembro comienza a cuestionar su vocación o decide abandonar el instituto, el trato cambia drásticamente. En lugar de recibir apoyo o acompañamiento, son tratados con frialdad e incluso desprecio"
"Este patrón no busca el bien de las personas, sino perpetuar la dependencia y la lealtad, a costa de la dignidad y la humanidad de sus miembros"
"Cuando un miembro comienza a cuestionar su vocación o decide abandonar el instituto, el trato cambia drásticamente. En lugar de recibir apoyo o acompañamiento, son tratados con frialdad e incluso desprecio"
"Este patrón no busca el bien de las personas, sino perpetuar la dependencia y la lealtad, a costa de la dignidad y la humanidad de sus miembros"
| Ex miembros de IVE y SSVM
(Abusos IVE y SSVM).- Una de las prácticas más perturbadoras observadas en el Instituto del Verbo Encarnado (IVE) y las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará (SSVM) es la dinámica de «love bombing» durante el reclutamiento, seguida de un abandono total hacia quienes deciden dejar el instituto. Esta estrategia, típica de organizaciones con dinámicas sectarias, ilustra cómo manipulan emocionalmente a las personas para garantizar su lealtad, al mismo tiempo que deshumanizan a quienes optan por apartarse.
El «love bombing»: la trampa inicial
En el proceso de captación, tanto el IVE como las SSVM despliegan una intensa atención emocional hacia los nuevos aspirantes. Esta práctica consiste en bombardearlos con elogios, afecto y promesas, creando una atmósfera de aceptación incondicional. Los aspirantes son persuadidos de que han sido «elegidos por Dios» y de que su vocación es un llamado único e irrenunciable.
Se les presenta una comunidad aparentemente cálida y un propósito divino que promete llenar cualquier vacío emocional o espiritual que puedan tener. Este bombardeo emocional genera un fuerte apego inicial, en el que los aspirantes creen que el instituto es la solución a sus problemas y el lugar donde podrán alcanzar la plenitud y la santidad.
El cambio radical: del amor al abandono
Sin embargo, cuando un miembro comienza a cuestionar su vocación o decide abandonar el instituto, el trato cambia drásticamente. En lugar de recibir apoyo o acompañamiento, son tratados con frialdad e incluso desprecio. Este cambio se manifiesta de las siguientes maneras:
Aislamiento emocional: Se les ignora o se les condena moralmente, haciéndoles sentir que su decisión es una traición a Dios y al instituto.
Falta de apoyo material: Muchos son dejados literalmente en la calle, sin recursos económicos ni vivienda, especialmente si han pasado años dentro del instituto y han roto sus vínculos con el exterior.
Culpa y condena: Se utiliza un discurso que los responsabiliza de «fallarle a Dios» o de no ser suficientemente fuertes espiritualmente, agravando su sufrimiento emocional.
Las consecuencias en los ex miembros
Este abandono total deja profundas secuelas en quienes deciden salir. Muchos ex miembros experimentan:
Problemas emocionales y psicológicos: Ansiedad, depresión y un sentido de vacío derivado de la pérdida repentina de la comunidad y el propósito que les habían inculcado.
Incertidumbre espiritual: Al haber sido formados bajo la idea de que el instituto representa la voluntad de Dios, salir implica una crisis de fe que puede durar años.
Dificultades prácticas: Sin recursos económicos ni apoyo social, muchos enfrentan problemas para reinsertarse en la sociedad o encontrar un lugar donde comenzar de nuevo.
Conclusión
El contraste entre el «love bombing» del reclutamiento y el abandono total al salir no solo revela una profunda falta de empatía en el IVE y las SSVM, sino que también refuerza las dinámicas manipulativas de control emocional que caracterizan a estos institutos. Este patrón no busca el bien de las personas, sino perpetuar la dependencia y la lealtad, a costa de la dignidad y la humanidad de sus miembros.
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