Álvarez Lencero 2. A VECES SE ME POSAN EN EL HOMBRO...
El mismo año que publica Lencero “Poemas para hablar con Dios" (1982), da a conocer otro interesante poemario. Su tema estrella son los versos que dan título al libro: “Humano”.Catorce cuartetos constituyen el sólido andamiaje de este extraordinario poema que tuvo que ser compuesto en fechas próximas a su publicación, pues por la estrofa 6ª se desliza el siguiente desahogo espiritual: “La paciencia es la humilde compañera / que con la enfermedad Dios me regala, / y en mi mano o mi pie me nace un ala / siempre que miro al cielo que me espera.”
A raíz del éxito obtenido en 1971 por sus versos (poemario “Juan Pueblo”) y su obra escultórica (exposición madrileña en la Sala Círculo 2) decidió trasladarse a la capital donde pensaba triunfar, sobre todo en la creación de esculturas de hierro. Como trabajador del Instituto Nacional de Previsión, le dieron plaza en Colmenar Viejo, muy próximo a Madrid, en 1973. Y allí, mortal cornada, el cáncer de pulmón le hirió de muerte.
Y DESPUÉS DE VOLAR, RETORNO AL SUELO...
No le salieron bien las cosas, y se fue desfondando en el aislamiento y la desilusión. Pero tenía que decirse y decirnos que, a pesar de todo, era creyente y poeta, un buen poeta. Y, en ritmo y rima muy precisos, nos fue abriendo el alma, expresando su fe y sus últimas voluntades. Regresemos a las primeras estrofas de “Humano”, de gran intensidad lírica,: “Tengo en paz mi conciencia y mis asuntos, / y de luz y esperanza me mantengo. / Me sobra corazón. Y de Dios vengo, / y con Él me acompaño. Los dos juntos / hablamos con la hormiga y con la estrella, / sin palabras, tranquilos, paso a paso, / y al sentirlo tan cerca yo me abraso / cuando vierto mi pie sobre su huella.”
En el Sagrado Templo de la Creación, no sólo descubre la obra de Dios sino también su Presencia, su Compañía, su Consuelo. Y es tal el gozo(“pero traigo en el pecho honda alegría”), su arrobamiento, que levita su ser hacia la Luz, hacia el Amor:“Tanta luz en mi alma me conmueve, / me levanta del suelo y transfigura, / y pájaro me siento que procura / buscar un nido en Él, mas no se atreve, / no decide sus alas por humano, por insignificante bajo el cielo, / y después de volar retorno al suelo / a vestir carne de hombre o de gusano.”
Y LOS PERROS PARECE QUE ME LLORAN...
Despegado de amigos, familia, ríos, taller, su gente..., se prepara espiritualmente el poeta para abandonar el cuerpo al abrazo de la tierra ("no puede ser que acabe aquí la siembra. / Tiene que haber detrás del sueño algo..."). Pero no está tan solo. Le acompañan pájaros, que le traen noticias del Padre de arriba. Y cariñosos perritos que le lloran, le lamen, le besan, le hace la ola con el rabo... Lo peor será la despedida: mejor no despedirse, y desaparecer un día como si tal cosa...
AMIGOS
Mis perros y mis pájaros amigos,
siempre por las mañanas cuando paso
tan cerca de ellos, me saludan todos,
con la inmensa alegría que da el campo.
A veces se me posan en el hombro
y los llevo conmigo tiempo largo,
como estrellas de plumas que me hablan
junto al oído, de los cielos altos.
Y los perros parece que me lloran
y bendicen mis penas con sus rabos,
y si los acaricio con ternura
me lamen y me besan en la mano.
Cuando me alejo de ellos mal se quedan
tristes como yo mismo, abandonados,
a pesar de que vuelvo al mediodía
y ya nos vemos y nos consolamos.
Un día marcharé ya para siempre
de mis amigos perros y mis pájaros,
hacia el olvido, por la carretera,
sin que jamás ya nunca nos veamos.
Me iré sin despedirme, sin que vean
mi corazón dormido y solitario;
no quiero que sus lágrimas me duelan,
no quiero darles pena a mis hermanos.
UN NIÑO MATABA TRINOS...
Si hay niños soldado ¿no va a haber niños tirachina? Toda muerte es un misterio. También la muerte de un pájaro que caminaba por el aire despreocupado, y un niño malo le derribó sobre las hojas secas. "Se lo tiré a Dios con fuerza..." A Dios que no le protegió... A Dios, que permite la muerte de un pájaro, de un perro, de un hombre, de Luis Álvarez Lencero, por ejemplo...
UN NIÑO MATABA PÁJAROS
Un niño mataba pájaros
con el fusil de una piedra,
y los pájaros volaban
muertos sobre su cabeza.
Un niño mataba trinos,
mataba abeles estrellas,
una tarde dolorida
por una mano siniestra.
Olía la luz a pedrada,
a carne de flores muertas,
a mano llena de sangre,
a niño sucio de guerra.
Me acerqué como una lágrima.
Se me secó hasta la lengua.
Sentí asco de mí mismo,
y me arrodillé en la tierra.
Cogí un cadáver del polvo.
Se lo tiré a Dios con fuerza,
después de enterrarle un beso
en su pechuga entreabierta.
Y no sé..., uno es tan triste,
tan qué sé yo a mi manera,
que en vez de reñir al niño
me puse a llorar con pena.
Y PERROCRISTO LOS MIRA SIN QUERER HACERLES DAÑO...
Ya el título, "Perrocristo", sugiere que el can protagonista simboliza a Jesús, el Cristo, que, siendo inocente, sufrió tortura y murió ejecutado. Poco a poco se va viendo que, fundamentalmente, a quien el perro representa, sobre todo, es al escritor maltratado, vagabundo ahora "sin nadie que le acaricie / viejo ya y acorralado" (tenia casi 60 años Lencero al escribir estos versos). "También fui yo apedreado..."
Se introduce ya el poeta como protagonista del drama:"no tengo casa ni tengo / más que el camino y mis pasos..." Como dos marginados, se acompañan y protegen ambos ("Me lo llevaré conmigo / como dos buenos hermanos").El hermano hombre y el hermano lobo se dan la patita y hacen grupo. Sospechando ambos que, candidatos seguros al cementerio, al fin llegó su hora ("Que en mi corazón y el suyo / ya hay flores de camposanto.").
PERROCRISTO
Le tiran piedras a un perro
los muchachos de mi barrio,
y el perro entorna los ojos
con sus colmillos cerrados.
Abierto sangra su cuerpo
por las pedradas y palos,
y perrocristo los mira
sin querer hacerles daño.
Cuanto más paciencia tiene
más abusan los muchachos,
más lo hieren a patadas,
más le tiran de su rabo.
Puede ocurrir que se canse
de ser víctima y payaso,
y se convierta en un lobo
cualquier día no pensado.
Perrocristo aguanta muchas
tentaciones del diablo.
De niño fue compañero
de un pastor y del rebaño.
Pero ahora es vagabundo
por la calle y por el campo,
sin nadie que lo acaricie
viejo ya y acorralado.
Por salir en su defensa
también fui yo apedreado.
De ser hombre me avergüenzan
sus lágrimas y sus años.
No tengo casa ni tengo
más que el camino y mis pasos.
Me lo llevaré conmigo
como dos buenos hermanos.
Yo con mis versos al hombro.
Él, si quiere, como un santo.
Para ganarnos la muerte
no hace falta hacer más trato.
Que en mi corazón y el suyo
ya hay flores de camposanto.
LUIS ÁLVAREZ LENCERO
escultor y poeta
1.Quédate aquí en mi pecho y no te vayas...
ABUELO DIOS
ENFERMO
CARTA A MI MADRE MUERTA
2.A veces se me posan en el hombro...
AMIGOS
UN NIÑO MATABA PÁJAROS
PERROCRISTO
3.Poeta del hierro
LA GUERRA
YUNQUE HUMANO
4.Hoy vino Dios a hablar hondo conmigo...
PRIMAVERA
PADRESTIÉRCOL
CIPRÉS
5.Tres sonetos de hambre, ternura y aceptación
HAMBRE DE DIOS
LLANTO POR UNA ALPARGATA MUERTA
GRACIAS, SEÑOR
6.Su más hermoso poema
HUMANO