Álvarez Lencero 5. TRES SONETOS DE HAMBRE, TERNURA Y ACEPTACIÓN
En el post de hoy presentaremos tres notables sonetos de hambre, ternura y abandono. El soneto constituye para Luis Álvarez Lencerouna de las figuras retóricas más significativas de su expresión lírica. A lo largo de la exposición de hoy lo comprobaremos con notable claridad.
Para captar hondo el bello mensaje del primer soneto, "Hambre de Dios", me parece importante introducir dos temas: la película de Luis Buñuel "Tierra sin pan" (1933) y el dramático poema de Lencero "Los parados".
En 1933, en plena República, rodó Buñuel por la región cacereña de Las Hurdes un fascinante documental de media hora de duración. El reportaje es magnífico y las imágenes hablan con fuerza de la gran pobreza, marginalidad, incomunicación, deterioro sanitario, etc. de los habitantes de aquella zona. Si no conocéis "Tierra sin pan"podéis visualizarla en You Tube,pulsando aquí.
Describiré una escena que se visualiza con impacto: en un regato tres niños comen un trozo de pan mojado en el agua.El pan era entonces casi desconocido en Las Hurdes:los trozos de pan que portan los niños les han sido entregados por el maestro que, generalmente, les obliga a comerlo en su presencia, por miedo a que, tan pronto lleguen a sus casas, sus padres se los quiten.
Nace Lencero en 1923. Tenía, pues, diez años al filmarse la película.Escribe en un poema referido a su infancia: "Los pezones de mi madre / no dieron leche tampoco, / y me mataron el hambre / con la sopa de aquel chozo..." En "Hombre desgarrado" confiesa: "Tuve hambre y no echaron en mi pecho / ni un mendrugo de pan que verdeciera / la esperanza de un hombre casi muerto / con los puños crispados en las puertas." Y del que oculta su abundante pan sin compartirlo escribe: "La mano que no da pan / no la tenéis que cortar, / pues como le falta vida / como una rama partida / solita se ha de secar" (Juan Nadie). Lo que quiero sugerir es que la preocupación del hambre era recurrente incluso en los años 50 (hacia cinco años que había concluido la Segunda Guerra Mundial).
ACÉRCATE A MI MESA, DIOS AMIGO...
En la primera entrega de este post nos ha enriquecido Juan Antonio Espinosa con una nota en la que confidencia: "Yo tuve la suerte de conocer a Luis. Recuerdo vivamente aquellas tardes en Colmenar Viejo, cuando con mi guitarra le iba a cantar algunos de sus poemas musicalizados por mí."
Pienso que os gustaría conocer alguno de esos temas, interpretado por Espinosa. Os presento la versión personal del tremendo título lenceriano "Los parados", y su hermosa interpretación. Pulsaraquí y, al entrar en la página, después de haber leído el poema, popular en los años 50 y 60, pinchad, al final del post, el enlace "pulsando aquí". Accederéis free a la grabación completa (5,15 minutos). En ella se escucha esta dura estrofa:"Yo no sé qué pan comen, / porque el pan de los amos / se está poniendo duro, / y el comerlo hace daño..."
UN CANDIL QUE SE ME
MUERE DE ALUMBRARTE...
Acaso había escuchado ya Lancero, al componer el soneto "Hambre de Dios", las provocadoras dudas de Yupanqui en "Preguntitas sobre Dios", que se cierra con estos versos: "¿Que Dios vela por los pobres? / Tal vez sí y tal vez no. / Pero es seguro que almuerza / en la mesa del patrón." Ya sugería a media canción: "Por mi casa no ha pasado / tan importante Señor..."
En "Hambre de Dios", el poeta pacense invita a Dios a su mesa de pobre. "Te llamo con un hambre..., ven a mi choza tú..., acércate a mi mesa, Dios amigo..." Descubre Lencero al Señor partiendo de su hambre de pan físico, como los judíos en la historia que refiere Juan 6. Da de comer Jesús a más de cinco mil hombres; y a partir de esa experiencia, les anuncia (v. 35): "Yo soy el Pan de Vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre..."
Agradece el poeta creyente la visita de Dios a su humilde casa. Y quiere regalarle algo para corresponder al regalo de la fe... "Pero digo: / ¡Dios! y la boca de pan ya se me llena..." El magnífico final, que suele ser el mejor regalo de un buen soneto, me lo callo aquí, para que lo descubráis por vosotros mismos...
HAMBRE DE DIOS
Te llamo con un hambre… Pero digo:
¡Dios! y la boca de pan ya se me llena.
Ven a mi chozo tú. Mira esta pena
que fiel como un mastín está conmigo.
Acércate a mi mesa, Dios amigo,
pues llanto has de comer. Esa es mi cena,
que la sopa de un pobre siempre es buena
si se calienta en lágrimas contigo.
Qué poca cosa tengo yo para darte:
Mendrugos de dolor. Hedionda herida
y un candil que se me muere de alumbrarte.
Qué te daré, oh Dios, qué otra comida…
Antes de que te vayas a otra parte
toma mi corazón. ¡Muerde mi vida!
MUERTE DE OBRERA EN PAZ Y EN LA BASURA...
Son muy escasos los poemas que cantan la materia inanimada, y muy especialmente la más humilde. Se recuerda el soneto de Rafael Morales"Cántico doloroso a un cubo de basura", que así termina: "Oh viejo cubo sucio y resignado, / desde tu corazón la pena envía / el llanto de lo humilde y lo olvidado." Y es precisamente también Morales quien poetiza sobre una prenda tan arrastrada como útil: el calzado. Versos finales de su "Cancioncilla de amor a mis zapatos":"Bajo la suela delgada / siento la tierra que espera. / Entre la vida y la nada / ¡qué delgada es la frontera!"
También nuestro poeta extremeño se duele del calzado, del más humilde de los calzados: la alpargata, una alpargata abandonada en la basura. Pero su pensamiento no es metafísico sobre la fragilidad de la vida del poeta, sino amoroso, sobre el trágico final de quien vivió para ser útil y, cumplido su destino, perdió su identidad y su ser. Parece evidente que el escritor, desahuciado por la enfermedad, se identifica con la alpargata, que fue usada un tiempo y, ya sin valor, será arrastrada pronto hacia la hoguera de la incineradora...
LLANTO POR UNA
ALPARGATA MUERTA
Te miro con ternura. Estás dormida
y rota y fracasada y polvorienta.
Compañera del pie, casi contenta
de ser pisoteada y escupida.
Y estás muerta, lo sé, sueñas tu vida
de paloma de tela cenicienta,
sin una flor que alumbre tu mugrienta
carne de saco huérfana y podrida.
Arrastrando tu esparto con cadenas
naciste para ser juana alpargata,
y nadie ya te quiere ni en pintura.
He aquí tus pedazos y tus penas,
tus céntimos de sangre y tu barata
muerte de obrera en paz y en la basura.
BENDITO SEA EL DOLOR DE CADA DÍA...
Me parece difícil encontrar en la literatura religiosa un soneto de despedida final más sincero, más crístico, más tierno. No se trata, pienso, de un acto de fe en el Crucificado, masoquista, literario, enfermizo, sino comprometido, confiado, sano, auténticamente místico. Si os apetece escuchar la recitación de estos versos por el autor, Luis Álvarez Lencero, medio año antes de su fallecimiento, pulsar aquí. Encontraréis los enlaces, poema a poema, de una grabación obtenida el 28 de diciembre de 1982 en Mérida, con motivo del Homenaje de Extremadura al poeta...
GRACIAS, SEÑOR
Gracias por esta vida que me has dado,
y, también, porque un día seré muerte.
Gracias por esta gracia de comerte
convertido tu cuerpo en pan sagrado.
Gracias, Señor, por todo lo creado,
por mi cruz y mis penas, de tal suerte
que no sería digno de quererte
si no estuviera en ti crucificado.
Bendito sea el dolor de cada día.
Los clavos que me unen al madero
me tengan a tus pies siempre contigo.
Gracias por el regazo de María.
Gracias por tanto amor y porque muero
besándote las llagas, Dios amigo.
LUIS ÁLVAREZ LENCERO
escultor y poeta
1.Quédate aquí en mi pecho y no te vayas...
ABUELO DIOS
ENFERMO
CARTA A MI MADRE MUERTA
2.A veces se me posan en el hombro...
AMIGOS
UN NIÑO MATABA PÁJAROS
PERROCRISTO
3.Poeta del hierro
LA GUERRA
YUNQUE HUMANO
4.Hoy vino Dios a hablar hondo conmigo...
PRIMAVERA
PADRESTIÉRCOL
CIPRÉS
5.Tres sonetos de hambre, ternura y aceptación
HAMBRE DE DIOS
LLANTO POR UNA ALPARGATA MUERTA
GRACIAS, SEÑOR
6.Su más hermoso poema
HUMANO