CONTEMPLA EL NACIMIENTO, HIJO MÍO
Y yo digo: si el Invisible se dejó ver en la ternura de un Niño, amasemoscon plastilina o barro o miga de pan, o corazón, la representación del hijo de María. Entronicémoslo en el centro del hogar, cerca, muy cerca de las enmarcadas fotografías de nuestros seres queridos...
Dediqué el último post a la presentación de cuatro sonetos de José María Fernández Nieto sobre la vida y obra de Miguel Hernández (pulsar). En vísperas de Navidad, se elige hoy un extenso y delicioso poema de José María (76 versos), que tiene como pretexto instrumental enseñar a uno de sus hijos (a uno de sus ocho hijos) cómo se construye un belén. Pero el escrito es mucho más que un ejercicio didáctico: se trata, en realidad, de abrir al hijo el cofre del corazón y mostrarle el tesoro de la fe, de poner en sus manos, ardiendo, la antorcha de la alegría, del amor, de la esperanza...
LA TELA AZUL CELESTE QUE HA DE SERVIR DE CIELO
El discursopaterno es solemne y bien medido (versos alejandrinos y rima consonante). El poeta revive con emoción su propia infancia, pero ahora es él quien ocupa el puesto de padre, sin la desbordada fantasía, los fantásticos sueños de su remota niñez...
POEMA PARA ENSEÑAR A PONER
EL BELÉN A UN HIJO
Cuando yo era pequeño, igual que tú, hijo mío,
soñaba ya en noviembre con poner el belén;
hoy, que ya apenas sueño, que siento más el frío,
sueño con que tú sueñes, hijo mío, también.
Ayúdame, prepara la fuente, los molinos,
las figuras de barro que amasé con desvelo,
el serrín que nos sirve para soñar caminos,
la tela azul celeste que ha de servir de cielo.
Vete tensando platas, preparando acericos,
estrellas de juguete y nubes de algodón,
y mientras tanto canta, si quieres, villancicos
para acunar al Niño sobre tu corazón.
Por las solemnes y afectuosas recomendaciones corre cierto aire de transmisión testamentaria ("para que lo recuerdes el día que me muera"). El poeta palentino no olvida que tuvo infancia y paraíso, que fue "feliz como un pardal". Y quiere que su hijo ("vete tensando platas") alise el envoltorio metálico de las tabletas de chocolate para el arroyo y las estrellas...
No puede faltar en un nacimiento la lavandera, alguna de ellas golpeando la ropa... Las personas mayores lo recuerdan, sin olvidar los sabañones de sus manos heladas en la fuente o el río...
Alcánzame ese espejo para inventar un lago,
esas casas de corcho y aquellas de madera;
entérate, hijo mío, de todo lo que hago
para que lo recuerdes el día en que me muera.
Coloca a los pastores detrás de sus rebaños,
el castillo, el palacio, la cueva, el palmeral;
que yo cuando tenía solamente tus años
ya colocaba el musgo, feliz como un pardal.
Vete trazando el prado, el cauce para el río,
pon la plata del agua bajo la paz del puente...
¿Ves cómo va creciendo el belén, hijo mío?
¡Y eso que aún nos faltan los tres Reyes de Oriente!
La sagrada familia y la cuna están preparadas. Una mano inocente debe depositar al Niño en su trono de paja. Por indicación del padre, poeta y creyente, ensaya el hijo poner a dormir la figurita del Enviado de Dios y la sitúa en el centro del establo, en el centro del mundo...
"Reprime tu impaciencia, hijo mío. Prepara el corazón... La Nochebuena se acerca. Y la embarazada dará a luz una Luz ya sin sombra. Esta medianoche será mediodía."
Sí, ponlos ya... Y ahora que ya el belén simula
un mundo en miniatura, coloquemos los dos
a José y a María, y entre el buey y la mula,
hijo mío, tú solo, pon al Hijo de Dios.
Mira el belén ahora... Parece como un sueño
copiándose en tus ojos de cálida ternura.
Igual que tú, hijo mío, cuando era yo pequeño
me quedaba asombrado ante tanta hermosura.
Ya es Navidad, ya el aire es frío, ya es más breve
la luz de cada día, ya el Niño va a nacer.
Espolvorea harina como si fuera nieve,
que ya pronto la nieve empezará a caer.
Dime si has visto nunca un pueblo más sencillo,
un río más esbelto, un sendero más llano,
una estrella más grande, más inmensa en su brillo,
¡si parece que puede cogerse con la mano!
Ya está la Nochebuena rondando el Nacimiento.
¡Cuántas noches como esta, como tú, sonreí!
No sé por qué, hijo mío, esta noche presiento
que está el Hijo del Hombre naciendo para ti.
Reprime tu impaciencia... Ya van a dar las doce
en el reloj del mundo... Una vez más la Vida
nacerá en una cuna... Es Dios... ¡Se le conoce
porque cuando nos ama jamás se nos olvida!
Alucina el padre, y ya escucha bullicio, algazara de gente humilde, pastores que recibieron la noticia del ángel y acuden esperanzados al portal. Si todavía no los escuchas tú, hijo mío, "pon tu oído sobre mi corazón"... Parece pequeño el Nacimiento, pero es grande, tan grande como la fe, que da color y calor a nuestras vidas...
¡Silencio! Han empezado a cantar los pastores.
¿Los oyes, hijo mío? ¿O es, quizá, mi emoción?
Es como si cantaran villancicos las flores.
Escucha... ¡Pon tu oído sobre mi corazón!
Contempla el Nacimiento, hijo mío, disfruta
de su encanto amoroso, de su amor navideño.
Es igual que tu vida, hijo, tan diminuta
que parece que fuese arrancada de un sueño.
Mira: un asno, un camello, un labrador, un carro,
pastores de Betania, mozas de Jericó,
criaturas de arcilla y figuras de barro,
sí, de barro, hijo mío, como tú y como yo.
El belén es, en pequeño, como una maqueta del mundo. Bajó entonces Dios a Palestina y se hizo Niño (miradle, en la imagen, con los brazos abiertos como pidiendo que le cojamos y le acunemos). Baja también hoy a nuestro suelo para vivir con nosotros y dar sentido a nuestras vidas. Lo acabas, hijo, de entronizar en el heno. Nos mira y ama y bendice. Cantemos villancicos, anunciemos, "a grandes y a chicos" la buena nueva de que Dios es nuestro Padre y todos somos hermanos...
Que nuestra vida es eso: Un belén. Criaturas
amasadas en barro por Dios con tal cariño
que para redimirnos de tantas desventuras
bajó al belén del mundo y se nos hizo Niño.
Ese Niño, hijo mío, que has puesto con tus manos
junto al buey y la mula, naciendo en un portal.
Ese Niño que quiso que fuésemos hermanos
y nos hizo figuras de un Belén inmortal.
Grita la buena nueva, llama a grandes y a chicos,
háblales, hijo mío, de nuestro Nacimiento.
Vamos con los pastores a cantar villancicos,
que ya huele a turrones y a mazapán el viento.
Que cuando era pequeño, igual que tú, hijo mío,
soñaba todo el año con poner el belén,
y hoy, que ya apenas sueño porque siento más frío,
sueño con que tú sueñes, hijo mío, también.
SESENTA POEMAS PARA LA NAVIDAD
Del asombro del villancico
0.Del asombro del villancico
ÍNDICE GENERAL DE POEMAS
1.Gloria Fuertes enciende la Navidad
HABLAN LOS PASTORES, de Gloria Fuertes
HAY UN NIÑO QUE DICEN..., de Gloria Fuertes
VILLANCICO DEL NIÑO DORMILÓN, de Gloria Fuertes
2.Poesía de Navidad en hispanoamérica
EL NIÑO JESÚS HABLA EN LA CUNA, de J. A. Peñalosa
LA RONDA DE MARÍA Y LAS PALOMAS..., de Emilio Breda
CIELITO DE B. AIRES PARA EL NIÑO-DIOS, de Emilio Breda
3.Contempla el nacimiento, hijo mío
POEMA PARA ENSEÑAR A PONER EL BELÉN A UN HIJO,de José María Fernández Nieto
4.Echa una cabezada la Sagrada Familia
NAVIDAD, de Alfonso Canales
PAZ EN LA TIERRA, de Jesús Munárriz
NAVIDAD, de Jesús Munárriz
VILLANCICO, de Rafael Montesinos
5.Un email de versos en Navidad
ORACIÓN DE LAS HORAS, de Ángel Sanz Arribas
REGALO, de Ángel Sanz Arribas
MÁS LUZ, de Ángel Sanz Arribas
6.En Navidad me siento solo
NAVIDAD DEL AUSENTE, de Sebastián Salazar Bondy
NAVIDAD, de Carlos Bousdebés
IN MEMORIAM, de José María Pemán
7.Reyes Magos de hoy
NO TE PIDO CORRER POR ESOS PRADOS, de Manuel Benítez
CANC. DEL PASTOR CON LOS 3 PRESENTES, de E. Pinto
YA ESTÁ EL NIÑO EN EL PORTAL, de Gloria Fuertes
8.Tres villancicos de Gerardo Diego
¿QUIÉN HA ENTRADO EN EL PORTAL...?, de Gerardo Diego
¿CON QUÉ MANOS LE TENDRÉ...?, de Gerardo Diego
LA CUNA, de Gerardo Diego
9.Navidad con 37 poemas ilustrados
REÍR, PENSAR, REZAR, BAILAR LA NAVIDAD