Jacinto López Gorgé 4. PÁJARO EN VUELO QUE EN MI MANO ARDÍA

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Centró en el soneto López Gorgé gran parte de sus trabajos líricos. Su espontaneidad compositiva en el reducido tablero de 14 versos, fue muy notable. De hecho, a petición de amigos y admiradores, editó en 2001, prologada por Leopoldo de Luis, la antología de verso propio "Sonetos de media vida". Leemos en su Poética: "Soy poeta de escasa -a veces ninguna- elaboración, sin que por ello la desdeñe en los demás. Y una vez nacidos mis poemas, jamás me tienta reelaborarlos en esa búsqueda de una más adecuada justeza expresiva, que en mi caso solo serviría para restar al poema espontaneidad, frescura, manantialidad..., si la tuvieren."

Nos asomaremos seguidamente a un exquisito soneto que, en mi opinión, expresa con sensibilidad la espontaneidad, frescura y manantialidad que al poeta alicantino le gustaría haber ofrecido en sus versos.

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LÓPEZ GORGÉ, FAN DE PRIMERA HORA
DE MIGUEL HERNÁNDEZ


Aunque no conoció personalmente el poeta alicantino a Miguel Hernández, fue un admirador suyo de primera hora. Entregó Pepita, su viuda, a la Fundación Cultural Miguel Hernández, antes de fallecer, entre otros materiales, un valiosísimo palomar de cartas de escritores relacionadas con la obra del oriolano en los difíciles 40 y 50. Así, entre las 92 cartas entregadas, se incluyen pequeñas joyas de Juan Guerrero Zamora, Josefina Manresa, Vicente Ramos, Enrique Azcoaga, María de Gracia Ifach, Manolo Molina...

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AÚN ME QUEMA CALOR TAN SOBREHUMANO...

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Me gustaría presentar seguidamente un soneto de López Gorgé, “Tu latir cercano”, y relacionarlo con otro de Miguel, “Te me mueres de casta y de sencilla...” (pulsar aquí). Imagina Miguel que, al dar como a traición un beso a la virtuosa Josefina, sintió ella su rostro como manchado, vigilando que no volviera a repetirse. En el poema de Jacinto, también descubrimos una experiencia sensorial (mano a un pecho de la amada)... A continuación observamos consecuencias simbólicas: arde la mano del alicantino, a quien le gustaría prolongar el calor de la vivencia erótica. Y en el caso de Josefina, para quien la experiencia fue negativa por el qué dirán y prejuicios morales, fabula Miguel que se le aja la flor de la mejilla y le crece un oscuro lunar de culpa.

Se parte en ambos sonetos de una experiencia física: beso en la mejilla, tacto en el pecho, que devienen vivencias psicosomáticas, negativas para Josefina (pérdida de lozanía, oscuro lunar), positivas para Jacinto, que desea prolongar más y más la gozosa sensación física asociándola al latido del cosmos...

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TU LATIR CERCANO

Hoy he sentido tu latir cercano,
la vida que en tu pecho se encendía.
Hoy he tenido toda la armonía
de un dulce seno tuyo en esta mano.

Aún me quema calor tan sobrehumano,
pájaro en vuelo que en mi mano ardía.
Y vigilo mis dedos, noche y día,
dedos que buscan tu dulzura en vano.

Pero me queda tu calor. Y siento
que otra vez tengo aquí tu seno breve,
pequeño como tú, mi fiel pequeña.

Y con cuánto celar escondo al viento
mi mano tibia por la gracia leve
de un latido inmortal que mi alma sueña.



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EL AIRE FRÍO DE TU HUECO

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Diríamos que “En soledad y a medianoche” es una lírica y tierna declaración de amor hacia la persona ausente. Los versos se suceden evocando sensaciones: “el hondo aroma de tu pelo”, el suave tacto de tu cuello”, “quiere ceñir tu dulce cuerpo”... Incluso se permite alguna atrevida sinestesia: “oigo tu aliento”. Describe el poeta en soledad sensaciones nocturnas fundamentalmente táctiles, nunca visuales, como lo haría un invidente... Evoca dos momentos del pasado de intensa afectividad: cuando la amada reposaba la cabeza sobre el pecho del amante, y la hora del intenso abrazo.

No se reduce Gorgé a lamentar el alejamiento (“triste y sin alma ahora me siento”), sino que evoca vivencias positivas del pasado y se relame en ellas (“¡Qué delicia...”). El final es esperanzador: ya quedan pocos días para “tenerte”...

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EN SOLEDAD Y A MEDIANOCHE

En soledad y a medianoche,
vacío el sitio que en mi lecho
has ocupado tantas veces,
triste y sin alma ahora me siento.
¿Cómo dejé que te marcharas?
¿Cómo te fuiste tú? ¿Por qué los
dos desatamos aquel nudo
que aquí anudamos tanto tiempo?

En soledad estoy ahora,
tú de mí estás lejos, muy lejos.
El mar y el aire nos separan
y en vano espero sobre el pecho
que tu cabeza se recline
hasta encontrar el justo hueco.
¿Lo has olvidado? ¡Qué delicia
el hondo aroma de tu pelo,
la noble rosa de tu frente,
el suave tacto de tu cuello...!

En soledad y a medianoche,
qué triste, amor, ahora me siento.
Tu sitio, amor, está vacío.
Tampoco, amor, oigo tu aliento.
Mi abrazo, amor, inútilmente
quiere ceñir tu dulce cuerpo
y sólo ciñe, entre las sábanas,
el aire frío de tu hueco.

Pero ya quedan pocos días
de soledad. Y yo te espero
pensando cómo he de tenerte
la noche fiel de tu regreso.



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JACINTO LÓPEZ GORGÉ

"Claridad, humanidad, emoción expresiva" (Lupiáñez)

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1.Pero a veces no estás. Y no te siento

DÓNDE LA LUZ
ESTÁS AQUÍ
NO ES CONDICIÓN DEL HOMBRE VIVIR SOLO


2.Y solo hallaba amor

DIOS ENTRE LA NIEBLA
NO CESA, NO


3.Tengo a Dios en la voz y en la mirada

TENGO MI CASA ABIERTA
CENTINELA
RITO DE AMOR


4.Pájaro en vuelo que en mi mano ardía

TU LATIR CERCANO
EN SOLEDAD Y A MEDIANOCHE



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