Jacinto López Gorgé 2. Y SOLO HALLABA AMOR
En la antología religiosa de Leopoldo de Luis, editada en 1969, escribía Jacinto López Gorgé, refiriéndose al presente poema “Dios entre la niebla” que ya había dado a conocer en su primer poemario “La soledad y el recuerdo” (1951): “Sí; ésta búsqueda de "Dios entre la niebla" ha sido y fue mi desazón más íntima...” Recién publicados, unos años después, los versos de “Dios entre la niebla (1952–1972)”, le escribiría en dedicatoria a José Lupiáñez: “No mucho más que todo esto, que es bien poco, escribí en verso, tras largas meditaciones, angustias y dudas...”
Se apoya el título del poema de hoy en versos machadianos de “Es una tarde cenicienta y mustia”, que reproducimos en su final: “Como perro olvidado que no tiene / huella ni olfato y yerra / por los caminos, sin camino; como / el niño que en la noche de una fiesta / se pierde entre el gentío / y el aire polvoriento y las candelas / chispeantes, atónito, y asombra / su corazón de música y de pena, / así voy yo, borracho melancólico, / guitarrista lunático, poeta, / y pobre hombre en sueños, / siempre buscando a Dios entre la niebla.”
Pero es hora ya de acercarnos al poema y vivirlo desde la emoción y la intensidad habituales en el autor de “Dios entre la niebla”.
¡DIOS MISMO VERTIDO EN SUS CRIATURAS!
Siente el poeta la necesidad de comprobar la existencia de Dios y comunicarse con él. Viaja a la naturaleza con los ojos bien abiertos, tratando de descubrir la Presencia Divina en el Templo de la Creación (“que mis abiertos ojos no entendían”). No ve a Dios, pero le conmueve la bondad de su Creación (“Y solo hallaba amor”), descubre huellas de su paso en la belleza, en la sabiduría, en la perfección del mundo... No nos encontramos lejos del “Cántico espiritual” de san Juan de la Cruz, como cuando se nos refiere: “Mil gracias derramando / pasó por estos sotos con presura; / y, yéndolos mirando, / con sola su figura / vestidos los dejó de su hermosura...”
Si en un primer momento se le revela al buscador la bondad de las cosas, en el transcurso de la experiencia, como le ocurrió a Francisco de Asís, le veremos incorporarse a la danza universal de la vida y el amor (“buscando a Dios, buscando, amando...”). Casi al final del poema conoceremos el humilde secreto que mejor explica la santidad de la Creación: “¡Dios mismo / vertido en sus criaturas!” La lectura de estos versos nos ayudará a comprender mejor la actualidad del discurso de Pablo en el Areópago. Allí descubríamos la cercanía misteriosa del Señor: “Porque no está lejos de cada uno de nosotros. Pues en él vivimos, nos movemos, existimos..." (Hechos 17, 27 y 28).
DIOS ENTRE LA NIEBLA
...Y yo buscando a Dios tantas mañanas,
perdido entre la niebla...
Y yo buscando la amplitud del limpio
misterio de las cosas
que mis abiertos ojos no entendían...
Y sólo hallaba amor.
Las cosas eran luz, amor dulcísimo
brotando a cada paso.
Y era amor la quietud de la mañana
besándome en los ojos.
Y era amor el crujido de la hierba
que mis pasos herían.
Y era amor el silencio y el murmullo,
el pájaro, la piedra,
la soledad, la gota de rocío,
que en la niebla brillaban levemente...
Y era un grito angustiado
esta duda constante que yo llevo
despierta entre los ojos,
esta duda constante que destrenza
el duro pensamiento...
Y así, buscando a Dios, buscando, amando
la flor, la amanecida, aquella estrella
que traiciona a la noche...,
sólo he encontrado amor.
Y aunque la angustia vuelve, sigo, sigo
buscando y encontrando amor –¡Dios mismo
vertido en sus criaturas! ...-.
...Y así siempre...
...Y así siempre, buscando...
QUE TIENE LA PROMESA DEL CASTIGO O DEL PREMIO
Cita, en su Poética, López Gorgé el nombre de algunos poetas que él admira, y reconoce que, de alguna manera, tiene mucho en común con ellos: Unamuno y Machado. Pero sugiere una diferencia: se siente más cerca de Antonio Machado que de Unamuno, porque "no es la rebelión mi nota más distintiva, sino la tristeza, la melancolía, la decepción. El poeta elegíaco que yo llevo dentro, siempre rebrotará por encima del rebelde. Mi rebelión religiosa será, al fin de toda una andadura, la rebelión de un hombre triste. Dios gravitará sobre el poeta. Y el poeta lo aceptará resignadamente."
Me atrevería a sugerir que el poema siguiente, "No cesa, no", podría ser considerado un claro ejemplo de la sofocante exigencia divina sobre el creyente, a juicio del poeta, y su resignada respuesta "latiendo / dentro del corazón de la tristeza."
NO CESA, NO
No cesa, no. La sed de Dios no cesa.
Y aquí estamos, perdidos en su abismo.
Tenemos libertad. Mas no es lo mismo
ser libres cuando somos fácil presa.
Presa de Dios que tiene la promesa
del castigo o del premio. Fatalismo
del hombre cuando nace. Con bautismo
o sin él somos pobres a su mesa.
Pobres criaturas, pobres los humanos,
en libertad condicional, viviendo
con una espada sobre la cabeza.
No somos libres, no. Somos hermanos
ungidos por la sed de Dios, latiendo
dentro del corazón de la tristeza.
RAMÓN DE GARCIASOL
nacido hace cien años
1.Nosotros sí que celebramos el centenario de Ramón de Garciasol
LIMOSNA
CANCIONCILLA DEL MENDIGO
CANCIONCILLA DE LA INVITACIÓN A LA SERENIDAD
2.Treinta dioptrías en las gafas
MIRAR SIN VER
QUISIERA DESPEDIRME
PERO A TU SOMBRA, AMOR
3.Herido ver
HERIDO VER
MILAGRO
ORACIÓN POR LOS OTROS
4.No seas niña, madre
NO SEAS NIÑA, MADRE
NADIE ME CANTARÁ COMO TE CANTO
LA MADRE
5.Madre: padre va solo
MADRE: PADRE VA SOLO
PADRE ANCIANO
6.Del amor de cada día
DEL AMOR DE CADA DÍA
CANCIÓN DE LA COMPAÑERA
CANCIONCILLA DE LA ESPOSA EN EL DÍA DE LA MADRE
7.Arenga a las rosas y a los hombres
ARENGA A LAS ROSAS Y A LOS HOMBRES
FRATERNIDAD CON LAS COSAS
8.Los que viven por sus manos
YO SOY PLAZA