Cuando África estaba dando la campanada en el mundial de Qatar, África estaba de celebración en la Diócesis de Vitoria. El pasado sábado, mientras la selección de Marruecos repetía hazaña deportiva, en el Santuario de Santa María de Estíbaliz, patrona de Álava, sonaban los tambores y las maracas a ritmo de música fang con el coro Betong para acompañar al sacerdote P. Cyprien en su celebración de los 22 años de sacerdocio. Y junto a él sacerdotes procedentes de su país, Camerún, pero también de otros países africanos como el Congo, Guinea Ecuatorial, Angola o Nigeria, pero también de China y Perú, en total una decena de sacerdotes procedentes de otros países. Entre el pueblo fiel algunos del País Vasco también estaban representando a la diócesis y a las delegaciones con las que colabora el P. Cyprien. (misiones, pastoral de la salud)

Tras la celebración, en la que el P. Cyprien se animó a danzar como es costumbre en las celebraciones que se hacen en el continente africano, un ágape fraterno ponía el broche gastronómico a la celebración. Durante este momento también los africanos se lanzaron a darle ritmo al cuerpo, porque lo llevan en la sangre. 

El P. Cyprien ha sido elegido por monseñor Elizalde para mantener, junto a Manu, el diácono permanente, la atención espiritual del santuario de la patrona de Álava y la Diócesis. Manu y su mujer ocupan las instalaciones del convento mientras se reforman para acoger a la comunidad de clausura que se ofreció a tomar el relevo de los benedictinos. 

Al final de la celebración el P. Cyprien explicó los motivos que le impidieron celebrar hace dos años su vigésimo aniversario sacerdotal, un grave accidente de tráfico, y agradeció a cuantos le han acompañado en estos veinte años de servicio a la Iglesia. 

Non solum sed etiam

Si algún día existió una iglesia vasca, de esa iglesia con label vasco ya solo quedan rescoldos en una Diócesis que fue cantera de sacerdotes ad intra y ad extra. 

Podríamos decir que hoy la Iglesia en Vitoria es más católica si cabe si al color y la procedencia de su clero nos referimos. Elizalde abrió las puertas del Seminario Diocesano, se instalaron los Kikos y desde otras diócesis del Orbe están enviando a sus sacerdotes y seminaristas para adquirir una buena formación teológica, y la diócesis aprovecha su presencia para cubrir las bajas de un clero autóctono cada vez más envejecido y prejubilado.

Y muchos de estos  sacerdotes, que apenas se defienden en castellano, están sabiendo llegar, sin ser perfectos en la lengua de Cervantes, a su particular feligresía, la de unos pueblos que gracias a ellos mantienen viva la llama de la fe. 

Mientras hacen sus pinitos para decir dos cositas en euskera se han ganado al pueblo con el Salve Regina que sí dominan.  Pero sobre todo muchos están llegando con su testimonio y su trayectoria: a la mayoría nadie les ha regalado nada para llegar a ser sacerdotes, aunque muchos hayan sido becados en sus estudios por organizaciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada. Muchos proceden de familias pobres, sin recursos. Muchos se han jugado la vida por ser fieles a su fe, y eso a la gente le llega, y la gente lo nota. 

Esta es la nueva realidad de la iglesia en el País Vasco, porque aunque San Sebastián y Bilbao sigan defendiendo muy dignamente la pastoral en euskera, también en estas tierras la falta de vocaciones de la tierra va poco a poco minando esta realidad, prueba de ello son la cantidad de religiosos que sirven a la pastoral diocesana. 

Caminamos hacia una iglesia más plural, y no solo en lo ideológico o en la presencia femenina, también en la trascendencia de lo local frente a lo universal que por hechos consumados se va haciendo una realidad cada vez mayor.

El pasado sábado una parte del clero africano que hoy pastorea por Álava y Treviño se hizo notar en el corazón de la Diócesis, en el Santuario de Estíbaliz. Esto no ha hecho más que empezar.