"Es un problema muy serio y no podemos callarnos" ¡Alerta pederastia, alerta pedofilia!
"La pederastia es un tema serio y merece tratarse con seriedad. A diario se producen muchos casos, pero de ellos sólo se denuncian un 20%"
"Las víctimas, en su mayoría, lo viven en silencio, destrozadas, deprimidas y aterrorizadas. Mi alerta, hoy, día del menor, reclama mayor sensibilización"
"Para muchas personas poco equilibradas, el colectivo infantil, adolescente y juvenil se presenta a los ojos vidriosos de aquéllos como un inmenso cebadal verde y muy atractivo"
"Banalizar la conducta sexual humana conlleva no dar la importancia debida al grave daño causado a las víctimas, y todo ello viene parejo con la depauperación del valor educativo en la familia, en la escuela y en la sociedad global"
"Les recuerdo el dicho berciano de la vaca sin bozal: estas vacas serán lambrionas mientras vivan y, a mi juicio, no queda más remedio que tenerlas con bozal, ¡clausura perpetua como al sacerdote de Cleveland!, si queremos evitar nuevas víctimas"
"Para muchas personas poco equilibradas, el colectivo infantil, adolescente y juvenil se presenta a los ojos vidriosos de aquéllos como un inmenso cebadal verde y muy atractivo"
"Banalizar la conducta sexual humana conlleva no dar la importancia debida al grave daño causado a las víctimas, y todo ello viene parejo con la depauperación del valor educativo en la familia, en la escuela y en la sociedad global"
"Les recuerdo el dicho berciano de la vaca sin bozal: estas vacas serán lambrionas mientras vivan y, a mi juicio, no queda más remedio que tenerlas con bozal, ¡clausura perpetua como al sacerdote de Cleveland!, si queremos evitar nuevas víctimas"
"Les recuerdo el dicho berciano de la vaca sin bozal: estas vacas serán lambrionas mientras vivan y, a mi juicio, no queda más remedio que tenerlas con bozal, ¡clausura perpetua como al sacerdote de Cleveland!, si queremos evitar nuevas víctimas"
| Casimiro Bodelón Sánchez, psicólogo clínico
La pederastia es un tema serio y merece tratarse con seriedad. A diario se producen muchos casos, pero de ellos sólo se denuncian un 20%. Las víctimas, en su mayoría, lo viven en silencio, destrozadas, deprimidas y aterrorizadas. Mi alerta, hoy, día del menor, reclama mayor sensibilización; fundamentalmente reclamo la atención de las familias, del profesorado y del plural colectivo de profesionales, que se mueven a diario en medio de niños-niñas y adolescentes, desde recién nacidos hasta los 16 años, por lo menos.
En mi Bierzo natal, se decía que «la vaca lambriona, si no lleva bozal, se va al alcacer». Este dicho yo lo aplico aquí a los abusadores, auténticas vacas lambrionas, cuyos crímenes pederásticos (¿el 80%?), no se llegan a conocer socialmente, porque las víctimas son pequeñitos, o no se atreven a denunciarlo los otros, por tratarse mayoritariamente de familiares, los más, o de personas con autoridad en ámbitos educativos, muy variados.
Para muchas personas poco equilibradas, el colectivo infantil, adolescente y juvenil se presenta a los ojos vidriosos de aquéllos como un inmenso cebadal verde y muy atractivo, que les arrastra de manera irresistible. Esto es tan serio y tan insospechado, amén de repugnante, que deben tenerlo en cuenta, tanto las familias con hijos muy jóvenes, como todos los dedicados a la educación, en cuyas áreas se atienden a diario cientos de menores.
En este campo verde, frágil y lleno de vida inocente es donde buscan sus víctimas los pedófilos y los pederastas, masculinos y femeninos, que en ambos sexos abundan más de lo que podemos sospechar. Y recalco este hecho, para muchos extraño, porque en las estadísticas oficiales no aparecen contabilizados los atropellos sufridos por muchos bebés en sus propias casas o en algunas guarderías, por la sencilla razón de que un bebé hasta los tres años, por lo menos, es incapaz de protestar o de manifestar verbalmente que alguien retoza a cuenta del manoseo o succión babosa de sus hipersensibles zonas genitales.
Banalizar la conducta sexual humana conlleva no dar la importancia debida al grave dañocausado a las víctimas, y todo ello viene parejo con la depauperación del valor educativo en la familia, en la escuela y en la sociedad global, pasando de la moralidad inquisitorial y torticera de antaño a la amoralidad actual de muchos, donde todo está permitido y se tolera que cualquier botarate monte cátedra hasta con permiso y anuencia del Ministerio respectivo .
Comprendo el sobresalto de algunos lectores al ver esto escrito por primera vez, pero los profesionales conocemos en nuestras consultas las anomalías conductuales de niños y niñas de seis a diez años, también de adolescentes que, sin ellos saber el porqué, se masturban compulsivamente ante situaciones de tensión o simplemente para poder dormirse. Ésta, en ocasiones, es una conducta inducida para relajarles o calmar sus llantos, conducta troquelada por la/las personas (normalmente de sexo femenino) que cuidaron a esos bebés en los dos primeros años de vida.
Lógicamente, cuando los padres o algún educador observan en niños/niñas estas extrañas manifestaciones, suelen consultar al profesional pediatra o psicólogo. Habiendo pasado ya 8/10 años del citado aprendizaje, no es fácil descubrir a los abusadores, que nunca aparecerán en las estadísticas ni en las investigaciones; pero nosotros tenemos muy claro el atropello del que los bebés fueron objeto, y que ahora, como adolescentes o adultos, muchos se sienten incómodos por tales conductas egodistónicas, a las que acuden con frecuencia, en un acto reflejo inconsciente, ignorando el porqué y el cuándo de tal condicionamiento.
También hemos podido comprobar en historiales de delincuentes sexuales que, muchos de ellos, en su infancia habían sido víctimas de abusos. Por estos conocimientos adquiridos en la práctica clínica, nos resulta incomprensible e inaceptable que tengamos en nuestro país algún colectivo deseoso de introducir en aulas de escuelas infantiles actividades como ««aprender a masturbarse»».
No queremos ni la moral sexofóbica, que es una aberración, ni podemos permitir que a nuestros pequeños y adolescentes se les utilice, como animalitos de granja o de laboratorio, en experiencias que rompen su pudor y su capacidad de maduración afectiva sana, en lugar de educarles y enseñarles a respetar y a ser respetados siempre, hasta que alcancen la madurez suficiente para responder de sus actos y sus consecuencias. Ahí debería estar siempre la familia y la escuela, en coordinación y sintonía, para no ir más lejos de lo que cada niño o niña y cada adolescente puedan necesitar según su desarrollo. Sin quedarse tampoco cortos por mojigatos, ni pasarse por afán de progresía. Lo contrario no dejará de ser un atropello imperdonable.
Volviendo al principio, el Dr. Ajuriaguerra, excelente psiquiatra infantil hispano francés, apoyándose en su larga experiencia y en la de otros profesionales, admite que la personalidad de los agresores sexuales es extremadamente polimorfa, por lo que no debemos esperar tener un perfil claro para detectarlos a primera vista. Son auténticos camaleones y se camuflan en los ambientes propicios, consiguiendo sus fines criminales, que a todos nos sobresaltan y dejan sin palabras, cuando descubrimos la tragedia. Por eso mi alerta, pues hay un numeroso colectivo social irresponsable, tendente a minimizar estas conductas depredadoras con infantes y adolescentes.
Banalizar la conducta sexual humana conlleva no dar la importancia debida al grave daño causado a las víctimas, y todo ello viene parejo con la depauperación del valor educativo en la familia, en la escuela y en la sociedad global, pasando de la moralidad inquisitorial y torticera de antaño a la amoralidad actual de muchos, donde todo está permitido y se tolera que cualquier botarate monte cátedra hasta con permiso y anuencia del Ministerio respectivo. Pues ni lo uno, ni lo otro.
¿Qué es la pederastia y qué es la pedofilia? Veamos lo que dice el diccionario de la RAE en su edición de 2014, refiriéndose a la pederastia: ««abuso sexual cometido contra menores»»; y define la pedofilia como ««atracción erótica o sexual de un adulto hacia niños o adolescentes, del mismo o diferente sexo»». Ambos términos son de origen claramente griego: paidos, niño, erasteuo, estar apasionado por, erastés, amante apasionado; pedofilia/paidofilia (paidos-filía) y su derivado pedófilo sería el amor hacia los niños, amante de los niños.
Siguiendo el criterio del origen semántico o de significado, el término pedofilia/pedófilo, como sus similares, pero de otra materia, bibliofilia/bibliófilo, amor a los libros, amante de los libros, tiene una connotación neutra, al excluir en el trato afectivo cualquier abuso o falta de respeto. Es decir, el pedófilo, mientras mantenga a raya su deseo sexual, siendo respetuoso, sin pasar al ataque o al chantaje, totalmente excluidos en la relación del adulto/menor, no comete delito; contrariamente, el pederasta, al dar rienda suelta a su deseo sexual hacia el menor de edad y sin capacidad legal para consentir el intercambio amoroso, entra de lleno en el delito grave, tipificado en nuestro código penal. En la práctica, la mayoría de personas equiparan como sinónimos los vocablos de pederastia y pedofilia.
Me resultó llamativa la noticia que apareció en octubre, sobre la condena a un monitor deportivo acusado de abusos sexuales, inhabilitándole para el trabajo con niños sólo durante seis años. ¿Cree alguien que cumplida la condena, no volverá a las andadas?
Les recuerdo el dicho berciano de la vaca sin bozal: estas vacas serán lambrionas mientras vivan y, a mi juicio, no queda más remedio que tenerlas con bozal, ¡clausura perpetua como al sacerdote de Cleveland!, si queremos evitar nuevas víctimas.
No lo olvidemos, los niños y las niñas, desde que nacen y, como mínimo, hasta que adquieren realmente, (no solo cronológicamente, pues algunos vivirán como eternos adolescentes toda su vida), la madurez personal básica, son seres vulnerables y hemos de mantener muy abiertos los ojos, si no queremos asistir a la tragedia que les acecha, como al niño Alex, de La Rioja, porque hay camaleones humanos libres y sin grilletes.
Como profesional reitero y subrayo las graves consecuencias de las violaciones pederásticas. En muchísimos casos tienen una larga sombra en la vida de las víctimas, y ellas nos las cuentan, después de cuarenta y cincuenta años. Parecen increíbles, cuando las víctimas narran sus somatizaciones, provenientes del «desguace» que supuso la violación no sólo para su mente y conducta, sino también para su estructura física: somatizaciones con dolores de espalda, de cabeza, caídas involuntarias que se producen y llevan al hospital, sin que se encuentren verdaderas causas en el aquí y ahora.
"Algunas víctimas, en su adultez, se confiesan como personas «abrasadas» física y mentalmente, incapaces de llevar una vida socialmente útil y con calidad"
Las graves secuelas invalidantes, que estropean la vida de muchas víctimas, son una seria responsabilidad que deben afrontar, y no están afrontando, las institucionesen las que las víctimas fueron atropelladas por alguno de sus miembros. Y esta es igualmente una gravísima responsabilidad de las familias que no han cuidado adecuadamente a sus pequeños, condenándolos de por vida a ser «enfermos crónicos, raros e incomprendidos», cuyo origen oculto de sus males, considerados manías por inexpertos, tienen causas oscuras e inconfesables, como son las violaciones sufridas en el entorno familiar.
Es un problema muy serio y no podemos callarnos. Yo, que lo conozco y lo he vivido a lo largo de mi extensa vida personal y profesional, lo denuncio y estaré siempre del lado de tales víctimas. Sé de lo que hablo. Recomiendo a los profesionales la lectura de los trabajos de la psiquiatra francesa Dra. Muriel Salmona, Le livre noir des violences sexuelles, (2019), entre otros.