"Se necesita importar obispos hermanos de sus hermanos sacerdotes, sin privilegios" Antonio Aradillas: "Faltan curas y la mayoría de los obispos no se distingue por características del Vaticano II"
"Las vocaciones de los países 'misionados' pueden actuar de misioneras de aquellos que perdieron la fe en los países tradicionalmente evangelizadores"
Pese a tan apremiantes y reiteradas peticiones por parte de entidades, personas, organismos, instituciones y colectivos católicos, en orden a convencer a la Curia romana acerca de la necesidad de que las mujeres sean también consagradas como sacerdotes, con todas sus consecuencias, con el fin de que se afronte el tema de la carencia de celebraciones eucarísticas, el problema no solo no se resuelve, sino que se acrecienta y encona. Faltan curas. Y las palabras de Juan Pablo II -“creo que ese día llegará, pero a mí no me gustaría conocerlo”-, siguen vigentes y hasta da la impresión de que, por ahora, se heredarán…
Faltan curas, pero si el de ellos es ya problema tan grave, al ritmo que vamos, y además por ahora sin Nuncio que presente las consabidas ternas, será bien pronto notoria también la escasez de obispos, alargándose en la práctica casi indefinidamente el tiempo de su jubilación por no encontrar sustitutos entre los “episcopables” dispuestos en su día a acceder a ser presentados para “mitrearse” y ocupar cátedras tan sagradas. Echar hoy la red en los lagos resecos y exhaustos o en los recintos casi precintados de los noviciados y seminarios, para buscar candidatos en su día al episcopado, es tarea altamente enojosa.
No hay obispos, o estos no se jubilan teniendo que seguir pastoreando sus diócesis respectivas, porque no hay curas, o porque a no pocos de los que hay, precisamente no los distinguen las características propias demandadas por el Concilio Vaticano II y las orientaciones claramente “franciscanas”, cuyo ensayo intenta llevar a la práctica el papa Bergoglio, todavía invicto en su actividad beligerante contra multitud de intereses, tanto humanos como “divinizados”…
¿Para cuándo el nombramiento del primer obispo “venido de allende los mares” en España?
Diríase que el panorama clerical no es optimista. Es pesimista por todos sus flancos. Pero, tal y como aconteció en otros tiempos, ¿por qué no se fundan ya, se presentan y aprueban organizaciones e instituciones religiosas especialmente dedicadas, como tarea misionera, a suscitar vocaciones sacerdotales y episcopales en los países “misionados” ya, para poder actuar ellos de misioneros de aquellos que perdieron la fe, y hasta la cultura que todavía se sigue intitulando “cristiana”?
En el caso de España, a la hora de decidirse por obispos procedentes de unos u otros países, la mayoría optaríamos a favor de los hispanoamericanos. Obispos “estilo Casaldáliga”, por citar un nombre, humildes, encarnados en el pueblo, perseguidos, o a punto de serlo, por las autoridades civiles, militares y hasta religiosas, con vocación de mártires, desconocedores de lo que es, significa y exige vivir en “palacios episcopales”, hermanos de sus hermanos los sacerdotes, sin privilegios, sin exageradas preocupaciones litúrgicas, para -litúrgicas y canónicas-, respetuosos con laicos y laicas a quienes hacen compartir responsabilidades, actividades y ministerios, y en permanente coloquio interreligioso…, proporcionan perfiles incuestionablemente episcopales, aunque hoy en lamentable desuso…
En esta letanía de cualidades y calificaciones, no ha lugar excesivo a lo de la mitra, el báculo, el anillo, los garabatos y otras lindezas mistéricas rituales que todavía forman parte, y conforman el planteamiento –ética y estética- esencial de la religiosidad oficial y oficiosa de las Iglesias tradicionalmente católicas, como en el caso de España.
Con humildad, reconocimiento y servicio a la verdad, sentido común y de la realidad, evangelio, teología y pastoral, fe y religiosidad, creo que se debía estar ya en vísperas de haber llegado a la conclusión de que la idea de la solución de importar obispos hispanoamericanos a las diócesis de España, es ya tan necesaria como la que se registrara en los fervorosos tiempos misioneros de la Iglesia española a aquellas latitudes “paganas”… ¿Para cuándo el nombramiento del primer obispo “venido de allende los mares”, para “misionear” en la madre patria y hacer de su Iglesia más católica, es decir, sinodal, pobre, de los pobres y globalizada”?