"El evangelio es cien por cien 'izquierdoso' por naturaleza" Antonio Aradillas: "¿Qué hará la Iglesia sin derechas?"
"¡Bienvenidos todos los procesos electorales, dado que se convierten en palabra del pueblo"
Sin paliativos de ninguna clase, y con plenas y satisfactorias garantías democráticas, puede asegurarse que las recientes elecciones –comicios generales- celebrados en España, han sido ganados por las izquierdas… Explicaciones hay para todos los gustos, ponderaciones y medidas y a unos tal noticia les resultará reconfortante, plácida y optimista, para el presente y para el futuro, mientras que para otros les dará la impresión de que vendavales de desgracias personales y colectivas harán perder toda esperanza de la tímida e incipiente renovación que parecía atisbarse en el horizonte, sobre todo de estabilidad económica y de progreso más o menos integral.
Identificando, al menos teóricamente en nuestro caso, el concepto “izquierdas” con los de renovación, reforma e igualdad, del mismo modo que el de “derechas” con los de conservadurismo, instalación, cordura y gordura, reflexionar sobre la proyección que en la Iglesia y sus alrededores, ha de tener la noticia de las consecuencias electorales, será de provecho y utilidad para unos y otros.
Oficialmente al menos, y con todo rigor, sin faltarle a nadie, con objetividad y con pruebas desbordantemente suficientes, huelga aseverar que la Iglesia católica, apostólica y romana como tal, y en el ámbito hispano, es y se comporta como de derechas- derechas.
Cualquier gesto, libro, predicación o exposición de opiniones “izquierdosas” llevaron, y llevan consigo, dentro de la Iglesia, desaprobaciones y anatemas, aunque después canonicen a sus protagonistas. Aportar ejemplos y comportamientos ería aburrido y hasta ofensivo para los lectores y más antes o después de comprobar que a otras clases de palabras y de actuaciones se las aceptaba, se las bendecía e indulgenciaba.
Los obispos- obispos son y actúan –salvo raras excepciones- de derechas. Cualquier leve señal “izquierdosa” que hubiera apuntado en las biografías de los “episcopables”, automáticamente, y previa la recitación del “¡líbera nos, Dómine!”, les hubiera imposibilitado aspirar al báculo y a la mitra, si no fuera para que uno y otra les sirvieran para rubricar jerárquicamente el potencial de “¡ordeno y mando, y además “en el nombre del Señor!”.
Los símbolos de los que se sirve la liturgia, por piadosos y sagrados que sean y así se presenten, no son de izquierdas. No pueden serlo jamás. Tampoco lo son sus palacios, ni sus títulos, ni el trato con no pocos de sus sacerdotes, ni con los laicos y menos con las laicas.
Mientras que el evangelio es cien por cien “izquierdoso” por naturaleza, por exegesis, por claridad, por caridad y por el testimonio de vida con el que lo predicó Jesús, las interpretaciones que les han sido, y les son aportadas, al igual que los silencios de algunos -muchos- párrafos, y las insistencias en otros, les buitrean al pueblo fiel, parte principal, a veces, esencial, de la doctrina cristina de verdad, hasta hacer de ella un simulacro.
Procedentes de muchas derechas, y en consonancia con abundantes doctrinas, disciplinas canónicas y sus respectivas explicaciones y exigencias “en el nombre de Dios”, no es posible profesarse cristianos, y todo esto sin tener en cuenta el capítulo de “abusadores”, que desgraciadamente “de todo hay en la viña del Señor”.
La fiable y consecuente adscripción a las izquierdas, por este solo hecho y al margen y con inexorables condenas, también para posibles corrupciones, facilita de por sí caminos y metas más en consonancia con los evangelios. Su lectura, que no la predicación “oficial” de los mismos, abre las entendederas hasta de los más renuentes opositores.
¡Bienvenidos todos los procesos electorales, dado que, mediante los mismos, y en su ejecución correcta, todos ellos, se convierten en palabra del pueblo, es decir, en palabra de Dios, sobre las del “Amén” y las de “Doctores tiene la Iglesia…”!
Y, sin derechas en España, ¿qué hará de aquí en adelante, la Iglesia?