"Hemos de tener en cuenta el respeto a la autonomía de las personas, del Estado y de las diversas ciencias" Avelino Seco: "Ante la eutanasia, no hemos de simplificar ni ser dogmáticos"

Eutanasia
Eutanasia

"Tenemos todo el derecho y el deber de aportar nuestra visión de cómo organizar nuestra vida en común, pero no a imponer"

"Esta reflexión es una llamada a no simplificar en el tema de la eutanasia y a no usar el nombre de Dios en vano"

"¿Podemos decir, sin dudar, que la moral cristiana nos lleva a oponernos a la eutanasia y que nuestro afán de autonomía, al disponer de nuestras vidas, nos aparta de Dios, el único dueño de la vida?"

Hace unos años escuché de labios de Adela Cortina que ella había recibido una invitación de Televisión para intervenir en un programa sobre la eutanasia. Es filósofa, ha estudiado mucho, desde el punto de vista ético, este tema y estaba dispuesta a participar; pero, como requisito, querían saber si iba a defender el Sí o el No. Necesitaban dos personas del Sí y otras dos del No, así el programa resultaría interesante. Adela contestó: gracias por acordarse de mí; me interesa mucho la reflexión sobre la eutanasia, pero no me presto a simplificar un tema tan complejo.

Hace unos días escuché a una diputada en el Parlamento español terminar su alegato duro sobre la eutanasia con un: “Que Dios os perdone.” Me acordé del segundo mandamiento de la ley de Dios: “No tomarás el nombre de Dios en vano”. Tuve la impresión de que usaban a Dios como si fuera una piedra para herir al “adversario”. No hemos de simplificar ni ser dogmáticos.

La complejidad del tema está reñida con un breve artículo, por eso quiero, simplemente, aportar elementos para la reflexión con el propósito de desmontar fundamentalismos de todo tipo y tópicos que usamos como verdades absolutas.

Yo soy creyente y sacerdote, tengo algunos conocimientos de filosofía y teología y un trabajo pastoral directo. Desde esta perspectiva hay que entender mis reflexiones que no pueden ser neutras y no intentan sentar cátedra.

La pensadora A. Cortina
La pensadora A. Cortina

En primer lugar, creo se puede afirmar que los creyentes de todas las religiones podemos legítimamente dar nuestras opiniones sobre el tema y, más aún, es conveniente que enriquezcamos el debate para que logremos, entre todos, unas leyes más justas y, por tanto, más humanas. Pero hemos de tener en cuenta el respeto a la autonomía de las personas, del Estado y de las diversas ciencias. Nos vendría bien releer la Constitución Pastoral “Gaudium et Spes” del Concilio Vaticano II que, en su número 36, dice: “Si por autonomía de la realidad terrena se quiere decir que las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el ser humano ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es absolutamente legítima esta exigencia de autonomía. No sólo es que la reclamen imperiosamente los seres humanos de nuestro tiempo. Es que además responde a la voluntad del Creador.”

Esto nos lleva a una participación esperanzada en los asuntos de la sociedad en que nos desarrollamos. Hay que suponer que, desde todos los campos del conocimiento y las diversas creencias y cosmovisiones, buscamos lo mejor para las personas. Desde esta convicción tenemos todo el derecho y el deber de aportar nuestra visión de cómo organizar nuestra vida en común, pero no a imponer nuestra visión por encima de las visiones que tienen los demás; seguiremos los dictados de nuestra conciencia, pero no obligaremos a nadie a tener nuestro propio criterio. Nuestros planteamientos sobre la vida y la muerte pueden enriquecer otros planteamientos, nunca suprimirlos.

"Para evitar ideologizaciones hay que introducir elementos aportados por la sociología del conocimiento, la filosofía de la sospecha, la exégesis y la hermenéutica"

Dando un paso más, podemos preguntarnos: ¿Todo cristiano tiene que tener la misma postura sobre la eutanasia?, ¿hay un dogma de fe o una doctrina obligatoria que debe seguir todo cristiano?

Hace dos meses, el 4 de diciembre de 2019, se presentó un documento de la Conferencia Episcopal Española, su título es: “Sembradores de esperanza: Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de esta vida”, en él se intenta orientar a los católicos en su posición respecto a la eutanasia. Recogemos y analizamos algunas de sus afirmaciones.

Hay una afirmación al principio del documento que literalmente dice: “La tradición de la Iglesia y su Magisterio han sido constantes en señalar la dignidad y sacralidad de toda vida humana, así como la ilicitud de la eutanasia y el suicidio asistido.” También se afirma en el documento que: “En muchos de nuestros contemporáneos existe una idea de “autonomía” que remite a la concepción que cada uno tenga de la libertad, que se traslada también al campo del final de la vida. En el fondo es expresión de una concepción de una libertad absolutista desvinculada de la verdad sobre el bien.” Y al final, como conclusión de todo lo expuesto, nos dice: “Nunca es lícito causar la muerte de un enfermo, ni siquiera para evitarle el dolor y el sufrimiento, aunque él lo pida expresamente”.

La ley de eutanasia, a debate
La ley de eutanasia, a debate

La tradición admitida y expresada en la iglesia es clara en lo referente a la eutanasia. La tradición es algo importante para las personas. Decía Giussani, fundador del movimiento católico Comunión y Liberación, en una entrevista realizada por Robi Ronza y que se publica en 1990, esta frase brillante sobre la tradición: “La tradición es la dote con que la naturaleza nos lanza a la vida”.

Esto es, en parte, verdad; pero no somos seres simplemente instalados en la tradición o seguidores de las tradiciones dominantes en el grupo. Crecer en una tradición no supone instalarse en la seguridad de lo fijo e inmóvil. Ni siquiera entroncarse vitalmente en la tradición cristiana supone la seguridad de estar fijado sobre la roca, porque la roca es simplemente cimiento para construir y “la piedra angular” garantía para el edificio, pero la construcción supone búsqueda, riesgo al interpretar los planos y creatividad para que el edificio sea capaz de acoger convenientemente teniendo en cuenta el clima, el momento y la cultura. La confianza en Cristo, roca y piedra angular, no invita a la seguridad, a la certeza de lo ya dicho ni a la inmovilidad de lo ya poseído.

A la pregunta que se le hace a Giussani sobre si han olvidado que el cristianismo no es afirmación triunfal, sino búsqueda humilde, él responde que el cristianismo no es búsqueda, sino encuentro con Cristo que ha venido para darnos certeza.

A pesar de lo que plantea este influyente sacerdote italiano, alertar contra las certezas y las verdades absolutas es algo necesario en la iglesia. Esto, en palabras de Schillebeeckx, ni implica una concesión al relativismo radical, sino una referencia al carácter histórico de todo proceso humano de adquisición de la verdad, proceso que no tiene fin en la historia. La verdad no es ahistórica, la revelación de Dios y su hacerse verdad para el hombre tampoco. No es lo mismo la verdad que nuestra aprehensión de la misma. No alcanzamos la verdad de una vez y de forma absoluta, sino de manera histórica, gradual y relativa. Es conveniente recordar las palabras de Machado: “¿Tu verdad? No, la verdad, y ven conmigo a buscarla, La tuya, guárdatela".

"No es lo mismo la verdad que nuestra aprehensión de la misma"

Admitimos que el magisterio de la Iglesia, en ciertas circunstancias, es vinculante ya que podemos afirmar, siguiendo a Rahner, que la Iglesia es la aprehensibilidad histórica de la Palabra de Dios; pero para evitar ideologizaciones hay que introducir elementos aportados por la sociología del conocimiento, la filosofía de la sospecha, la exégesis y la hermenéutica. Creemos que la utilización literal y acrítica del magisterio de la iglesia está en la raíz del integrismo de algunos grupos excluyentes que se llaman católicos.

El siguiente texto de Dussel, publicado en la revista Concilium nº 47, refiriéndose a la condena de Galileo, nos puede interrogar sobre muchos problemas de la actualidad y la percepción que se tiene de la Iglesia. Transcribamos sus palabras: “Por esta incomprensión (del Magisterio) se fue gestando todo un mundo, el de la ciencia moderna, que crecerá primero junto a la Iglesia, pero que poco a poco irá buscando una autonomía que necesitaba para su desarrollo y le era negada. La ciencia moderna sólo se oponía al esquema de la cultura antigua. La cristiandad la inclinará hacia el secularismo.”

¿Podemos decir, sin dudar, que la moral cristiana nos lleva a oponernos a la eutanasia y que nuestro afán de autonomía, al disponer de nuestras vidas, nos aparta de Dios, el único dueño de la vida?

A. Machado
A. Machado

Con respecto a la autonomía humana podemos afirmar que ésta no supone un menoscabo de la grandeza de Dios. El hombre y Dios no están enfrentados, si crece el uno no disminuye el otro, más bien se potencian mutuamente en su grandeza. La persona se siente co-creadora y responsable de llevar a término sus planes. Su autonomía se siente reforzada y su libertad es más plena porque surge de la deliberación personal, del grupo y de la Palabra de Dios. No actúa al dictado de Dios como alguien ajeno. Va surgiendo una moral autónoma no contra Dios, sino que responde a la voluntad del creador, que da consistencia al conocimiento y la conciencia humana, una conciencia capaz de descubrir la bondad y seguirla no como mandato externo y castrador de su autonomía sino como llamada a desarrollar, en plenitud, todas sus potencialidades.

Respecto a las exigencias de la moral cristiana, tenemos que preguntarnos si podemos hablar de una moral cristiana distinta a la moral o al concepto de lo bueno que vamos descubriendo históricamente. Hay teólogos como López Azpitarte y Marciano Vidal, entre otros, que consideran que no se puede hablar de moral cristiana como algo autónomo, sino de vivencia cristiana de la moral, porque es preciso conceder a la moral un nivel de autonomía análogo al que ya concedemos a las ciencias naturales u otros campos del saber. Lo que es bueno o malo lo vamos descubriendo entre todos los que nos ponemos en búsqueda sincera. Los seguidores de Jesús lo intentaremos vivir con la radicalidad y compasión que descubrimos en Él.

"La utilización literal y acrítica del magisterio de la iglesia está en la raíz del integrismo de algunos grupos excluyentes que se llaman católicos"

Desde estos presupuestos podemos entender estas afirmaciones de Juan Masiá: “Es un extremismo identificar el respeto a la dignidad con la prolongación a toda costa y contra la voluntad de la persona de la vida biológica” o: “Una eutanasia que cumpla las condiciones de respeto a la libertad y dignidad de la persona, no se puede comparar con el homicidio”.

Presentación del documento sobre eutanasia en la Conferencia Episcopal
Presentación del documento sobre eutanasia en la Conferencia Episcopal

Volver arriba