"¿Qué es ser humano? ¿En qué consiste? ¿Lo sabemos?" José Miguel Martínez Castelló: "En busca de nuestra Pascua personal para ser verdaderamente humanos"
"El verano nos dota de algo extraordinario: tiempo. Tiempo para pensar en cómo vivimos, quiénes queremos ser y para qué queremos vivir..."
"En la misa del domingo 19 de julio tuve el privilegio y la suerte de escuchar una homilía en la Capilla del Carmen de Benicasim que me ayudó a clarificar lo que rondaba por mi cabeza"
Centró en la Primera Lectura, Libro de la Sabiduría 12, 13-19: "Tu fuerza es el principio de la justicia, y tu señorío sobre todo te hace indulgente con todos… Actuando así, enseñaste a tu pueblo a que el justo debe ser humano"
"El justo debe ser humano, en este pensamiento centró sus palabras. ¿Qué es ser humano? ¿En qué consiste? ¿Lo sabemos?"
"Ante todas estas cuestiones, podemos encontrar dos respuestas diferentes pero que convergen y nos pueden ayudar en la clarificación de qué es una vida humana y plena"
Centró en la Primera Lectura, Libro de la Sabiduría 12, 13-19: "Tu fuerza es el principio de la justicia, y tu señorío sobre todo te hace indulgente con todos… Actuando así, enseñaste a tu pueblo a que el justo debe ser humano"
"El justo debe ser humano, en este pensamiento centró sus palabras. ¿Qué es ser humano? ¿En qué consiste? ¿Lo sabemos?"
"Ante todas estas cuestiones, podemos encontrar dos respuestas diferentes pero que convergen y nos pueden ayudar en la clarificación de qué es una vida humana y plena"
"Ante todas estas cuestiones, podemos encontrar dos respuestas diferentes pero que convergen y nos pueden ayudar en la clarificación de qué es una vida humana y plena"
| José Miguel Martínez Castelló
El verano es una época en el que poder descansar y hacer un parón en nuestras obligaciones y responsabilidades. Esta creencia se nos vende con fuerza para que consumamos y nos olvidemos de la vida diaria. Sin embargo, esta estación nos dota de algo extraordinario: tiempo. Tiempo para pensar en cómo vivimos, quiénes queremos ser y para qué queremos vivir. Buscar el sentido de la vida es el anhelo que siempre palpita en el corazón de toda persona. Nuestro hoy deja poco margen para pararse y pensar con detenimiento cuál es nuestra misión. La prisa lo inunda todo, alimentamos nuestra vida exterior olvidando nuestro interior. En esta ardua tarea, los cristianos lo tenemos un poco más fácil. Cada vez que acudimos a las lecturas bíblicas y evangélicas encontramos caminos y propuestas para realizar una vida plena. Pero ¿en qué consiste una vida plena?
Dándole vueltas a estas cuestiones, y siendo conscientes que los caminos de Dios son inescrutables, que constantemente nos da sorpresas y aparece cuando menos se espera, en la misa del domingo 19 de julio tuve el privilegio y la suerte de escuchar una homilía en la Capilla del Carmen de Benicasim que me ayudó a clarificar lo que rondaba por mi cabeza.
Cuando el sacerdote comenzó a hablar sentí una alegría y una paz inmensas. Era la primera vez que lo veía. Sus andares, sus gestos, su forma de dirigirse a la asamblea, me hicieron intuir que tenía mucho que decir. De pronto, sus primeras palabras las centró en la Primera Lectura, Libro de la Sabiduría 12, 13-19: “Tu fuerza es el principio de la justicia, y tu señorío sobre todo te hace indulgente con todos… Actuando así, enseñaste a tu pueblo a que el justo debe ser humano”.
El justo debe ser humano, en este pensamiento centró sus palabras. ¿Qué es ser humano? ¿En qué consiste? ¿Lo sabemos? Hoy, en tiempos de pandemia, cegados por el discurso del miedo que alimenta la lógica de mi espacio, mi seguridad, mis derechos y el temor frente a la presencia de las otras personas, debemos plantearlo y darle respuesta. Ante todas estas cuestiones, podemos encontrar dos respuestas diferentes pero que convergen y nos pueden ayudar en la clarificación de qué es una vida humana y plena.
La primera está también en la Primera Lectura del domingo 26 de julio, 1 Reyes 3, 5-12 en la respuesta que Salomón le da a Dios tras confiarle la misión de convertirse en guía del pueblo de Israel: “Tú has hecho rey a tu siervo en lugar de David, mi padre, pero yo soy un muchacho y no sé por dónde empezar o terminar... Concede, pues, a tu siervo un corazón atento para juzgar a tu pueblo y discernir entre el bien y el mal”.
Salomón no le pide poder, ni riquezas, sólo inteligencia y humildad para poder servir. Entiende que su vida sólo podrá ser plena, ajustada a su misión, desde la humildad y el servicio. Somos humanos en la medida en que somos conscientes de nuestras limitaciones y, por tanto, requerimos del concurso de los demás en nuestra vida. La grandes catástrofes y guerras de la historia son producto del egoísmo, del endiosamiento que alimenta la creencia que las otras personas son simples medios para explotar y conseguir los intereses personales, aunque lleven a la muerte y al exterminio de pueblos enteros. La cruz de Cristo implica el combate frente a esta forma de concebir la vida y la relación con los demás. Su muerte fue señalar hasta las últimas consecuencias la caducidad de ese modelo de vida que hoy está llevando a la humanidad a un callejón sin salida.
La segunda respuesta para hallar una vida humana y plena podemos encontrarla, y se la recomiendo vivamente porque no tiene desperdicio desde la primera a la última palabra, en la catequesis que el Papa Francisco pronunció durante la audiencia general el 9 de octubre pasado. El título que podemos extraer de la alocución es Ver a los demás según la mirada de Dios.
Francisco se centra en el comentario y la interpretación que se produce a partir del cambio y la transformación del joven Saulo tras la lapidación de Esteban como se relata en los Hechos de los Apóstoles. El testimonio de Pablo acota y representa, junto con el de Pedro y Judas, los dos caminos de la vida, el de la perdición, por un lado, y el de la vida humana y plena, por otra. Pablo respiraba amenazas y muerte contra los discípulos de Jesús, era, en definitiva, en palabras de Francisco, “un intransigente, es decir, uno que manifiesta intolerancia con los que piensan diferente de él, absolutiza su propia identidad política o religiosa y reduce al otro a un enemigo potencial contra quien combatir”. El evangelio de Jesús es incómodo y radical porque va contra la lógica y los mecanismos de nuestro mundo y del poder. La intransigencia significa negarse al desarrollo y a la expresión que cada libertad debe ejercer. Implica negar las posibilidades de transformación de toda persona. Sim embargo, Pablo pasa de perseguidor a perseguido gracias a aquello que él negaba y es la confianza que el Dios de Jesús tiene en todos y cada uno de nosotros.
Te caerás, volverás a caer, pero siempre estará ahí, a tu lado, porque su gran enseñanza es, y no debemos olvidarlo para afrontar nuestra actualidad, “que no debemos luchar contra las personas, sino contra el mal que inspira sus acciones”. No podemos seguir a Jesús, no podemos decirnos cristianos, si no creemos en la capacidad de cambio y de transformación de toda persona. Asumir esta creencia implica sentar las bases de una vida plena y humana.
A continuación, Francisco lanza unas preguntas a bocajarro, a su estilo, como el que no quiere la cosa, que nos traspasan, de lado a lado, y que nos cuestionan: “¿Cómo vivo mi vida de fe? ¿Salgo al encuentro de los demás o estoy en contra de ellos? ¿Adoro a Dios o adoro las fórmulas dogmáticas? ¿La fe en Dios que profeso me hace amigable u hostil a los que son diferentes de mí?”. El cuestionamiento sobre el sentido de mis pasos, lo que hago y cómo lo hago, cómo me relaciono con los demás, si posibilito espacios y situaciones para el encuentro, para la concordia, para la ayuda mutua y el entendimiento, para la comunión de los que están próximos y alejados de mí, de mis creencias y mis pensamientos. Adentrarnos en el estado actual de nuestro corazón y de nuestros sentimientos porque el método del Señor es claro: “llegar al corazón”. De ahí que Francisco califique la transformación de Pablo en relación con Jesús de pascua personal.
Nuestro mundo está falto de su pascua particular, pero no se producirá hasta que el corazón de la persona no viva desde el amor y la donación a los otros como criterio auténtico y único de acción. Sólo cuando venzamos las diferentes causas del mal que asolan nuestro mundo podremos vivir nuestra pascua personal que nos llevará al amor fraterno. Tuve la suerte de verlo en la mirada y las palabras de un sacerdote profundo, sencillo y tranquilo, que hizo únicamente transmitir lo que Dios quiere de su pueblo, acercándolo y dándolo a conocer, sin gestos grandilocuentes. Simplemente, como toda vida plena y humana. Gracias allá donde esté.
José Miguel Martínez Castelló. Doctor en Filosofía. Voluntario en el Centro Penitenciario de Picassent (Valencia). Profesor de Filosofía en el Colegio Patronato de la Juventud Obrera. Autor del libro, Esperanza entre rejas: retos del voluntario penitenciario. PPC, Madrid, 2021 (en prensa).