"¿En un mundo así habrá vivido sus 18 años el joven terrorista que asesinó al profesor Paty?" ¿Qué Europa queremos para el futuro?
"En el homenaje a Samuel Paty en la Sorbona, el escenario era un excepcional templo de la ciencia, el protocolo impecable y solemne, la presencia de los máximos responsables de Francia digna e impresionante"
"Entre los participantes de la Sorbona parecía general un patriotismo vigoroso, muy francés, que ojalá no caiga en las tentaciones del “ellos o nosotros”, la obsesión por la propia seguridad o el control por encima de todo"
"Me pregunto por el asesino. Un chaval de 18 años, abatido por la Policía a tiros (creo haber leído que 9), después del atentado"
"Me pregunto por el asesino. Un chaval de 18 años, abatido por la Policía a tiros (creo haber leído que 9), después del atentado"
| Javier Zudaire, sj
Reconozco que el miércoles, 21 de octubre, quedé embelesado y seducido por el homenaje nacional tributado a Samuel Paty, profesor de historia, brutalmente asesinado el día 16, en la periferia de París. Además de otras manifestaciones públicas de las que hemos tenido noticia por diversos medios, ver y contemplar en directo la transmisión del evento realizada por un canal de la TVF, desde el patio central de la Universidad de la Sorbona en París, confieso que me emocionó. El escenario era un excepcional templo de la ciencia, el protocolo impecable y solemne, la presencia de los máximos responsables de Francia digna e impresionante. Una bellísima liturgia laica, un canto al lema republicano de igualdad, libertad y fraternidad, con música suave de fondo a la libertad de expresión.
Pasadas las primeras emociones, brotaron en mi interior algunas reflexiones y apreciaciones sobre lo que una excelente transmisión televisiva nos había ofrecido. Y no pude dejar de pensar en lo que habrían podido sentir los islamistas (en Francia viven más de cuatro millones) a los que pronto o tarde habrán llegado las crónicas y reportajes al uso: en un colectivo tan considerable y tan variado, pensé que se habrán suscitado sentimientos diversos, desde la admiración y la envidia, hasta el odio y el rencor; etc., etc. Y también pensé que entre los participantes de la Sorbona parecía general un patriotismo vigoroso, muy francés, que ojalá no caiga en las tentaciones del “ellos o nosotros”, la obsesión por la propia seguridad o el control por encima de todo.
En los días posteriores a aquella tarde del miércoles, he pensado bastante en el profesor Samuel Paty, víctima del mortal atentado. Tenía solo 47 años, dedicado enteramente a la enseñanza, profesión difícil sobre todo en las periferias de las grandes ciudades europeas. Me pregunto con recato y pudor sobre su trayectoria ideológica y sus valores personales. No puedo resistir el recuerdo del interesante profesor HIT que aparece en uno de los seriales televisivos actuales. Incluso a mí, que soy tan poco televisivo, me ha enganchado.
No sé si para bien o para mal, sigo pensando en el joven victimario más que en la víctima adulta, decapitada en el atentado. Se llamaba Abdoulakh Abouyezidvitch, nacido en Moscú, pero de origen checheno, que tenía en Francia el estatuto de refugiado político y que no era conocido por los servicios de Inteligencia, al menos según la fiscalía antiterrorista. Un chaval de 18 años, abatido por la Policía a tiros (creo haber leído que 9), después del atentado. Sin morbo, ni curiosidad, yo me pregunto cómo serán sus amigos, su familia, su entorno. ¿Cómo es posible a esa edad ser tan fanático y cruel?
Y ahí me detengo a recordar lo poco que he tenido ocasión de conocer las comunidades jesuitas que viven y trabajan en la ciudad de Saint Denis, en las cercanías de París. Tomas el metro y pronto te percatas de que vas a otro mundo. Y cuando llegas a destino, no sabes si estás en Marte o en la Luna. Otro paisaje, otro ambiente, otras culturas, diversidad de lenguas, distintos ropajes, distintos colores, todo distinto, distinto. ¿Qué pensar? ¿A dónde mirar? ¿Qué creer? ¿En un mundo así habrá vivido sus 18 años el joven terrorista?
El caso es que el día a día nos trae sorpresas, que tampoco pueden resultarnos inesperadas. Transcribo los titulares de un periódico de tirada nacional, de ayer, 27 de octubre: “El plan de Macron contra el islam radical enciende al mundo musulmán”, “Francia invoca la libertad de expresión frente a los ataques”. Transcribo parte del texto de “Marruecos critica las caricaturas”: “En Marruecos, país con excelentes relaciones con Francia, el Ministerio de Exteriores emitió un comunicado el domingo condenando ‘vigorosamente’ la publicación de caricaturas ‘ultrajantes’ contra el islam y el profeta. El texto tacha de inmaduros a quienes publican las imágenes y señala que bajo la libertad de expresión no se puede justificar “la provocación insultante y la ofensa injuriosa de la religión musulmana, que cuenta con más de 2.000 millones de fieles en el mundo. De la misma manera que condena todas las violencias oscurantistas y bárbaras pretendidamente perpetradas en nombre del islam, el Reino de Marruecos se alza contra las provocaciones injuriosas”, concluía.
Termino uniéndome a las recientes reflexiones del Obispo de Roma, el Papa Francisco: “Por tanto, ¿qué Europa soñamos para el futuro? ¿En qué consiste su contribución original? En el mundo actual, no se trata de recuperar una hegemonía política o una centralidad geográfica, ni se trata de elaborar soluciones innovadoras a los problemas económicos y sociales. La originalidad europea está sobre todo en su concepción del hombre y de la realidad; en su capacidad de iniciativa y en su solidaridad dinámica. (…) Estas breves palabras nacen de mi solicitud de Pastor y de la certeza de que Europa aún tiene mucho que dar al mundo. No tienen, por tanto, otra pretensión que la de ser un aporte personal a la reflexión tan necesaria sobre su futuro. Le agradecería si puede compartir su contenido en los diálogos que tendrá usted los próximos días con las Autoridades europeas y con los miembros de la COMECE, que exhorto a colaborar con espíritu de comunión fraterna con todos los obispos del continente, reunidos en el Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa (CCEE). (Carta al Cardenal Parolin, el 22 de octubre 2020).