" Pepe Rodier trabajó sin descanso para modernizar la iglesia" Cuando la Iglesia católica no era aburrida: Homenaje a Pepe Rodier

Pepe Rodier
Pepe Rodier

Deseando escuchar su opinión, le pregunté “¿Qué te parece a ti la Iglesia actual?” Y él, a sus ochenta y ocho años, con apenas un hilo de voz, tras pensarlo durante unos segundos dijo: “Aburrida”

Pepe Rodier trabajó sin descanso para modernizar la iglesia. Pero no por mero afán modernizador, sino porque quería que la gente y especialmente los más pobres pudieran seguir profesando o volver a profesar nuestra fe

Hoy a pocas personas interesa lo que diga o haga la Iglesia católica. Les ha vuelto a parecer aburrida. Como le parecía a nuestro buen y sabio Pepe. Es una lástima

Anoche en el WhatsApp de la Comisión Permanente del “Foro Curas de Madrid y Mas” recibí la noticia del fallecimiento del admirado y querido Pepe Rodier. Nos la hacía llegar una de las mujeres que forman parte del grupo. La había recibido y nos preguntaba si conocíamos “a esa persona”, de la que ella no sabía nada. ¡¡Cómo cambian los tiempos!!

Desde mediados de los años sesenta y hasta mediados de los años 70 del siglo pasado, Pepe en Madrid y en otros muchos lugares era un sacerdote sumamente conocido, admirado y querido. Y lo siguió siendo. Entre 1974 y 1992 regresó a Francia, su país. Pero volvió a Madrid en 1993. Y aquí ha estado desarrollando su actividad pastoral hasta que la ancianidad y los achaques le llevaron hace unos años a la Residencia Sacerdotal de San Pedro Apóstol, propiedad de la Congregación de San Pedro Apóstol de Presbíteros Seculares Naturales de Madrid, administrada por el Obispado de Madrid.

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Pepe Rodier

La última vez que tuve ocasión de verle y escucharle fue el 16 de mayo de 2023. La residencia había organizado una emotiva excursión con los sacerdotes residentes a la Casa de Espiritualidad Villa Santa Mónica, que tienen las Agustinas Misioneras en Becerril de la Sierra, muy cerca de la Sierra de Guadarrama. Y algunos congregantes participamos en ella. Pepe estaba, junto con otros cuantos sacerdotes residentes, en la misma mesa en la que yo, archivero de la Congregación, había comido. Durante la sobremesa tuvimos un interesante diálogo sobre la Iglesia en los años de Concilio y del primer postconcilio, hasta 1978, y la Iglesia actual. Pepe escuchaba sin decir nada. Y yo, deseando escuchar su opinión, le pregunté “¿Qué te parece a ti la Iglesia actual?” Y él, a sus ochenta y ocho años, con apenas un hilo de voz, tras pensarlo durante unos segundos dijo: “Aburrida”. Y ese fue todo su discurso. Era una sentencia. Era una queja.

Nacido en París en 1935, tuvo la fortuna de conocer y vivir los años en que la vida de la Iglesia católica empezó de nuevo a ser interesante para sus propios miembros, y para los de otras confesiones cristianas y para los creyentes que profesaban otros credos religiosos y hasta para los agnósticos y los ateos.

Durante los años cuarenta se había abierto paso en amplios y variados ámbitos del pensar, del rezar y del actuar católico la convicción de que la Iglesia debía modernizarse si en vez de seguir perdiendo fieles quería retener a los que quedaban y a traer a los que se habían ido. En Francia esa convicción era profunda y muchos franceses y francesas, como Madeleine Delbrel, de quien tanto aprendió Pepe, la compartían. Juan XXIII la hizo suya.

Concilio Vaticano II
Concilio Vaticano II

El concilio Vaticano II estableció su alcance y sus límites. Y durante el Pontificado de Pablo VI y los días que duró el Pontificado de Juan Pablo I millones de personas, hombres y mujeres, dentro de la Iglesia católica se entregaron al empeño de “modernizarla”. Era muy interesante. A muchos tipos de personas, como queda dicho, les volvió a parecer atractivo mirar a ver qué estaba pasando en mundo católico. Pepe Rodier trabajó sin descanso para modernizar la iglesia. Pero no por mero afán modernizador, sino porque quería que la gente y especialmente los más pobres pudieran seguir profesando o volver a profesar nuestra fe, libre de lo que la ensombrecía, per capaz de darles esperanza y de impulsarle a ser buenos los unos con los otros.

A partir de octubre 1978, con el inicio del pontificado de Juan Pablo II, se mandó frenar ese proceso modernizador. Y hoy a pocas personas interesa lo que diga o haga la Iglesia católica. Les ha vuelto a parecer aburrida. Como le parecía a nuestro buen y sabio Pepe. Es una lástima.

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