"Nuestra Misa va ahora, más que nunca, por dentro" Maciej Klein: "La comunión en la boca es una costumbre que (por fuerza mayor) podríamos (por fin) abandonar"
"Nos estamos dando cuenta de que la Eucaristía empieza y gira en torno al lavatorio de los pies, la solidaridad y el servicio a nuestros hermanos"
"La comunión en la boca fue introducida para evitar un sentido mágico de la Eucaristía. Muchos campesinos germánicos, al recibir la comunión en la mano, escondían la hostia consagrada y se la llevaban a casa, para dársela a su vaca u otro animal doméstico enfermo"
| Maciej Klein
El COVID-19 nos está afectando en todos los ámbitos de nuestra vida. Incluso nuestra oración ha cambiado, al menos la litúrgica. Nuestra Misa va ahora, más que nunca, por dentro. Y quizás nos estamos dando cuenta de que la Eucaristía empieza y gira en torno al lavatorio de los pies, la solidaridad y el servicio a nuestros hermanos. No por casualidad, las palabras de Jesús en la última cena fueron: “Os doy un mandamiento nuevo que os améis unos a otros, como yo os he amado” (Jn 13,34).
Los creyentes sabemos de sobra que de aquí en adelante tendremos que cambiar algunas de nuestras costumbres litúrgicas. Lo más curioso es que algunas, aunque lleven con nosotros muchos siglos, ni son tan “cristianas” ni tan sagradas. La comunión en la boca, por ejemplo; su origen ni es de la época de la Iglesia de los primeros cristianos ni siquiera del tiempo de los Padres de la Iglesia.
De momento estamos viendo las Misas en la tele y recibiendo la comunión de manera espiritual. Ya se anunció que, con el coronavirus en el mundo, no se podrá volver a la costumbre de recibirla en la boca, aunque en algunos círculos conservadores defienden esta costumbre a ultranza. Pero ¿cuándo, en realidad, se introdujo la comunión en la boca en la historia de la Iglesia?
"No olvidemos usar nuestras manos para servir, que es lo principal"
El “partir el pan” era y es el centro de toda comunidad cristiana. Lo era en la época de los apóstoles, lo es hoy. Es muy conocido el bello texto de la catequesis a los catecúmenos del siglo IV que les recomienda hacer "de la mano izquierda un trono para la mano derecha, puesto que ésta debe recibir al Rey" (6ª catequesis mistagógica de Jerusalén, n. 21: PG 33, col. 1125).
Los cristianos recibían la comunión en la mano hasta la Edad Media, y más concretamente hasta la época carolingia. Recuerdo como Klaus Schatz SJ, el profesor de historia eclesiástica en Sankt Geogen, Frankfurt, nos contó, que en la época del imperio carolingio se coló en las costumbres de la gente un sentido mágico de la religión. La comunión en la boca fue introducida, precisamente, para evitar este sentido mágico de la Eucaristía. Muchos campesinos germánicos, al recibir la comunión en la mano, escondían la hostia consagrada y se la llevaban a casa, para dársela a su vaca u otro animal doméstico enfermo. Para evitar estos malos usos se introdujo la costumbre de la comunión en la boca, que se quedó con nosotros, en parte, hasta nuestros días.
Hoy no sabemos cuándo podremos recibir la comunión. Seguro es que será en mano, y además en mano para todos. Podríamos al menos aprovechar esta crisis para dejar atrás “la comunión en la boca”, una práctica que se originó de manera un tanto arcaica. Preparemos, sin embargo, el trono de nuestras manos para el Señor, para el Rey… Y no olvidemos usar nuestras manos para servir, que es lo principal: “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25,40).