Sin “la mancha” de la farsa electoral Nicaragüenses celebrarán a la Purísima con un solo anhelo: el fin del régimen dictatorial
"He descubierto en 'Dulces Himnos' una belleza literaria sin par, y a encontrar luces ante el panorama actual, desde una fe comprometida con la justicia"
"Convocados nosotros hoy para hacer posible desde una férrea decisión, un nuevo instante para la historia de Nicaragua, tan necesitada de una nueva concepción"
"El estribillo, también, acentúa la victoria de la gracia de Dios en María sobre el pecado estructural y dignifica la fuerza de lo minúsculo"
"Mientras llega ese 'plácido día' hemos de confiar en el poder de lo pequeño"
"El estribillo, también, acentúa la victoria de la gracia de Dios en María sobre el pecado estructural y dignifica la fuerza de lo minúsculo"
"Mientras llega ese 'plácido día' hemos de confiar en el poder de lo pequeño"
| Julio Portocarrero*
Lejos de la geografía patria en donde es límpido el azul del cielo en estos días, he escuchado una y otra vez el canto Dulces Himnos1, uno de los más populares de la antiquísima fiesta de la Purísima en Nicaragua, tratando de encontrar esperanza para seguir resistiendo y creer que es posible el final de este “invierno histórico2”. Mi intento me ha llevado a descubrir en este canto una belleza literaria sin par, y a encontrar luces ante el panorama actual, desde una fe comprometida con la justicia.
En este canto, María es “colocada” en el Edén perdido como criatura nueva que es “fuente pura de eterna belleza3”, esto en función del misterio de la redención. Ella ha sido puesta por iniciativa de Dios en ese lugar “en donde abundó el pecado4” y ha sido liberada, aun permaneciendo en el mundo, de todo vínculo con las estructuras de injusticia que nos llevan a los seres humanos a vivir de espaldas al proyecto original de Dios.
Frente a esta “composición de lugar5” somos convocados a cantar todos los nicaragüenses en medio del caos exterior e interior en el que continuamente se libra una batalla entre la belleza y la violencia, la fraternidad y la enemistad, la vida y la muerte, como consecuencia de aquello que llamamos el pecado original.
El estribillo convoca con insistencia a celebrar el “plácido día” de la “hermosa y feliz concepción” de María como acontecimiento de la gracia que, en un instante desconocido, se convirtió en el primer momento histórico del movimiento encarnatorio de Dios. Es ese “instante primero” una evidencia del amor comprometido con que Dios ve a la humanidad en toda su complejidad y diversidad. Este Dios irrumpe en la “historia machada por el pecado”, se conmueve, asume nuestro ser histórico y ansía hacer nuevas todas las cosas en Cristo a través de nuestra colaboración.
María, colocada en el Edén perdido como “el más bello y sin par serafín”, ha sido invitada a entrar en la óptica divina desde la singularidad de lo que Ella fue, y en Ella somos convocados nosotros hoy para hacer posible desde una férrea decisión, un nuevo instante para la historia de Nicaragua, tan necesitada de una nueva concepción que prescinda de los viejos actores políticos, hijos de la idolatría; y del conformismo paralizante, que hace que no “brille así de” nuestro “ser el albor”.
Solo a través de nuestra decisión ese instante querido para nuestra patria desde 2018, se historizará, y Nicaragua, a semejanza de la Purísima, irrumpirá como criatura nueva “triunfadora del recio huracán”. Pero mientras llega ese “plácido día” hemos de confiar en el poder de lo pequeño, con la consciencia de que “los gestos de generosidad y de solidaridad no resuelven de inmediato las grandes crisis, pero van marcando el camino, indicando las posibilidades y, sobre todo, van nutriendo la esperanza”.
El estribillo, también, acentúa la victoria de la gracia de Dios en María sobre el pecado estructural y dignifica la fuerza de lo minúsculo, pues Ella con su pie virginio es “vencedora del fiero dragón” pese a esa lucha desproporcionada que es expresada poéticamente en el canto. Ante esta profecía los pequeños esfuerzos que sigamos haciendo para mantener íntegro el descontento, la consciencia, la resistencia pacífica y legítima, y la dignidad de los nicaragüenses; adquirirán un nuevo dinamismo en nuestro pueblo soberano, y constituirán un verdadero “pie virginal” (con gestos minúsculos como el del pasado 7 de noviembre, día de la farsa electoral) que aplastará las estructuras demoníacas que desgobiernan Nicaragua y que han querido decidir su futuro.
Mientras tanto, sin olvidar el dolor que nos causan las condiciones infrahumanas de los presos políticos en las cárceles de Managua; sin sentirnos ajenos al cansancio y a la vulnerabilidad de los que migran con la esperanza de mejores condiciones sociales para hacer posibles sus proyectos de vida; desde la lejanía que aviva la nostalgia en el corazón de los centenares de exiliados; o desde donde un nicaragüense esté, con nuestros dactilares limpios “sin la mancha” de la farsa electoral, haremos un altar a la Purísima, en cuyos ojos Nicaragua se vislumbra ya resucitada.
*El autor es comunicador social
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1 Sugiero escuchar el canto Dulces Himnos en el siguiente link: https://cutt.ly/VTJZV6E
2 Expresión tomada del libro ¡Cuál un botón de rosa! de Silvio José Báez, pág. 32.
3 Las palabras colocadas en cursiva y entre comillas (“”) corresponden a fragmentos del canto Dulces Himnos.
4 Tomado de Romanos 5, 20.
5 Uno de los tres preámbulos de la oración ignaciana que consiste en recrear con la imaginación el lugar donde ocurre el episodio a contemplar o una visualización simbólica del sujeto meditado.
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