La Obra, sus últimas noticias y la necesidad de penitencia En el Opus no se enseña a pedir perdón
La pretensión de nobleza social, a imitación del Marquesado de Peralta, reivindicado y logrado en buena lid social y familiar por el Fundador, jamás dejó de constituirse en santa tentación para los miembros de la Obra, sin tener que mostrar arrepentimiento alguno en sus confesiones
En unas esferas y en otras, se ha sorprendido, al igual que tantas otras personas, que, por ejemplo, las siglas de SA, de frecuente uso en la institución, no siempre respondían a santo alguno, sino que mayoritariamente calificaban y califican entidades empresariales
Cuanto se relaciona con el “Opus”, ha sido, es y será, por ahora, noticia relevante y de interés, no solo dentro sino también en los aledaños de la Iglesia. Así se escribe la historia y esta circunstancia explica en parte las frecuentes reflexiones que sobre el tema puedan realizarse, sin la más leve y heterodoxa intención alguna.
Y no se ha enseñado a pedir perdón, posiblemente por el convencimiento de que en la “Obra de Dios” –“Opus Dei”- por antonomasia, apenas si habrían de ocupar lugares, doctrinas y comportamientos que no fueran, de por sí, santos e inmaculados. El resto, es decir, “la tropa”, eran - éramos y somos- los pecados y los pecadores. “Obra de Dios” estaba y está reservada con carácter canónico además, a una institución y complejo determinado y concreto.
¿Cómo no ser ya santos, y reconocidos como tales, - “urbi et orbe”-los privilegiados por la “Santa Sede” – el papa y los curiales- , con concesiones tales como la de la Prelatura Personal, única en el mundo, coincidente , por si algo faltara, en mayores proporciones con estamentos sociales ricos, que no con los de los pobres?
No es que este apellido -el de ”pobre”- se rehuyera positivamente en la “Obra de Dios”, pero la pretensión de nobleza social, a imitación del Marquesado de Peralta, reivindicado y logrado en buena lid social y familiar por el Fundador, jamás dejó de constituirse en santa tentación para los miembros de la Obra, sin tener que mostrar arrepentimiento alguno en sus confesiones.
Impresión tan escasamente cristiana se acentuó y acentúa en los procesos de beatificación-canonización del “Padre”, de Mons. Álvaro Portillo y de otros. San Josémaría es nombre único en el Santoral-Año Cristiano, con entidad propia y sin necesidad de referencia devota específica alguna a “José y a su esposa María”, padres de Jesús, avecindados en Nazaret, pueblo palestino del que aseguraban malas lenguas bíblicas que “no podría proceder nada bueno”.
Acerca del sistema de recolección de vocaciones sacerdotales -clase y condición- para la Obra y la institución en general, son muchas las reflexiones que pudieran y debieran constituir otros tantos ejes de meditación, mejor a la luz del ” Evangelio,” que del mismo “Camino”, aun cuando a este último libro se le note ser más leído, y más ricamente encuadernado, que el primero.
Llegar a la conclusión, al menos canónica, de que todos los miembros del Opus y sus satélites, son santos, no constituye herejía alguna. No es herético. Al menos, esto ha sido hasta ahora, que al papa Francisco se le ha ocurrido la idea “satánica”-sí, de Satán- de revisar Prelaturas y Curias de Roma, de Torreciudad y alrededores. En unas esferas y en otras, se ha sorprendido, al igual que tantas otras personas, que, por ejemplo, las siglas de SA, de frecuente uso en la institución, no siempre respondían a santo alguno, sino que mayoritariamente calificaban y califican entidades empresariales.
Con estos prenotandos y desde tales perspectivas, no es de extrañar que a muchos -la mayoría- les resulte difícil, es decir, imposible, pedir perdón y hacer penitencia, aun cuando su presencia asidua en los confesionarios se siga recomendando y practicando.
