"Habría sido una ocasión preciosa para la 'desclericalización'" Padre Julio Millán: "El nuevo documento eclesial sobre la renovación del servicio parroquial se queda corto"
"Todavía el clero tiene la última palabra. De hecho, todos los órganos y Consejos son meramente consultivos"
"Es importante resaltar la valoración que se hace de la evangelización como tarea primordial, pues hasta ahora y todavía, en muchas ocasiones las parroquias han sido solo 'expendedurías de servicios sacramentales'"
"En muchos casos no hemos pasado de una 'pastoral de mantenimiento'"
"En muchos casos no hemos pasado de una 'pastoral de mantenimiento'"
| Julio Millán Medina
Los importantes cambios sociales y culturales de los últimos tiempos han inducido a las Iglesias particulares a revisar la tarea pastoral de las comunidades parroquiales. Este nuevo documento eclesial aporta cierta frescura en la línea de “la Iglesia en salida” que pide el Papa, pero desde mi punto de vista se queda corto y todavía suena a “clericalismo“, término que también emplea el Papa en distintas ocasiones y además lo utiliza hablando de él como un mal en la iglesia.
El tema de fondo es “la conversión pastoral de la comunidad parroquial al servicio de la evangelización“. Necesidad de cambiar y reorganizar las parroquias, -“siempre bajo la guía de los pastores”-.
Habría sido una ocasión preciosa para la “desclericalizacion”, sintiendo a los laicos más hermanos e integrados en el discernimiento y en la toma de decisiones. Pero todavía el clero tiene la última palabra en todo y de hecho todos los órganos y Consejos son meramente consultivos, con lo cual todavía se sigue creyendo en la práctica que los “laicos son menores de edad”.
Es importante resaltar la valoración que se hace de la evangelización como tarea primordial, pues hasta ahora y todavía, en muchas ocasiones las parroquias han sido solo “expendedurías de servicios sacramentales“.
El documento pretende ayudar y orientar a “las comunidades parroquiales a salir de sí mismas, ofreciendo reformas, incluso estructurales, orientadas a la comunión y colaboración, de encuentro y cercanía, de misericordia y solicitud por el evangelio”. Casa de puertas abiertas donde se encuentre una palabra y un gesto de acogida y donde se vivan y experimenten los momentos más importantes del ser humano. En muchos casos la Iglesia nos recibe con el bautismo, nos acompaña en los procesos y nos despide al final de nuestros días.
“Salir de sí mismas” aún con el riesgo de equivocarse. “Más vale pedir perdón que pedir permiso”, dijo también un día el Papa. Salir conlleva siempre encuentro con los otros y dejar de mirarse a uno mismo.
“Más que él temor a equivocarnos, nos debe mover el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan un falsa contención, y en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras fuera hay una multitud hambrienta“. Es decir, el “dadles vosotros de comer“ del Evangelio. En una palabra, las parroquias tienen que ser cauce adecuado para la evangelización, más que dedicarse a la autopreservación. Todavía en muchos casos no hemos pasado de una “pastoral de mantenimiento”. Por ello es muy importante “replantear una nueva experiencia de parroquia, del ministerio y de la misión de los sacerdotes”. Parroquia, ministerio, misión...
Lo queno tengo claro es si los sacerdotes estarían dispuestos, muchos de ellos, a revisar y recapacitar sobre su ministerio al hilo de este documento; a revitalizar y cambiar y a abrir la puerta de la responsabilidad a los hermanos laicos, convencidos de que sin ellos no son nada o al menos son poca cosa.
Sería interesante creer en la parroquia “comunidad de comunidades”, inclusiva y atenta a los pobres. Habla el documento del “riesgo de caer en una excesiva y burocrática organización de eventos y ofrecimiento de servicios que no responden a la dinámica de la evangelización, sino al criterio de autoconservación”.
“Por eso desenraizarse de la vida del pueblo de Dios nos precipita a la desolación y a la perversión de la naturaleza eclesial”. Hacerse raza o casta aparte y hasta sentirse superiores no ayuda a caminar junto al pueblo. No hay que suplantar, ni ignorar, ni acallar, ni ningunear al pueblo de Dios. Hay que ir haciendo comunidad cada cual con su tarea, y sabiendo que en el centro de todo tiene que estar siempre la comunidad y nunca los cargos. Es muy necesario, en este crecimiento pastoral, superar la “clericalización de la atención pastoral“.
Antes de pasar el documento a la parte más canónica, donde aborda las “Unidades o Zonas pastorales“, se habla de la facultad que tiene la comunidad parroquial, “para promover formas de ministerialidad, de anuncio y testimonio“.
"Hay que ir haciendo comunidad cada cual con su tarea, y sabiendo que en el centro de todo tiene que estar siempre la comunidad y nunca los cargos"
No sé cómo se podrá entender esto de “promover formas de ministerialidad”, ¿tal vez la capacidad del párroco de asignar tareas concretas o ministerios concretos a ciertos laicos? ¿Sería bajo su criterio propio o previa consulta a los Consejos pastorales? ¿Contaría con el criterio de la comunidad? ¿Sería viable?
En cualquier caso, el documento me parece bueno. Aunque repito que se queda corto, pues sigue desconfiando de los laicos, a quienes sigue viendo como menores de edad, y refuerza el poder del clero, sin cuyo consentimiento es difícil hacer nada y donde los ministerios se diluyen. Se habla mucho de conversión incluso estructural, pero el clericalismo perdura, con lo cual seguirá siendo un tapón para que la comunidad siga creciendo al estilo de Jesús y su Evangelio.
Mientras la comunidad no esté en el centro de todo junto con el Evangelio, habremos avanzado poco. Mientras el clero sea el centro, la comunidad no lo será. Por eso es necesario descentralizar. El sacerdote es el servidor de todos en su tarea ministerial, sin excluir a nadie, y de la mano de sus hermanos laicos, creyentes todos y copartícipes del mismo “sacerdocio común de Cristo”.