Comentacio a las lecturas del XXII domingo rodinario Santiago Agrelo: "Procede con humildad, hazte pequeño"
"Fíjate y verás al Rey de los ángeles que, por amor, ha querido nacer, con admirable humildad, en asombrosa pobreza"
"La fe me dice que he sido llamado a vivir en santa comunión con aquel que vino del cielo a la tierra para servir, no para ser servido"
"La alegría y la humildad se abrazan, la pequeñez y el gozo van de la mano, los pobres son dichosos porque Dios se ha empeñado en quedarse con ellos"
"La alegría y la humildad se abrazan, la pequeñez y el gozo van de la mano, los pobres son dichosos porque Dios se ha empeñado en quedarse con ellos"
El que te hablaba desde las páginas del Eclesiástico te llamó “hijo mío”. Y tú te quedaste perplejo, no sabiendo si así te llamaba el autor humano del libro o su inspirador divino. Tal vez te llamaron así los dos, pues uno dice lo que el otro inspira, y con verdad nosotros aclamamos diciendo “palabra de Dios”, después de haber proclamado y escuchado palabras que fueron todas ellas escritas por mano del hombre.
El que te hablaba, te llamó “hijo mío”, y tú te sentiste, no sólo interpelado, sino también amado, cariñosamente instruido, delicadamente invitado a entrar con sabiduría en el banquete de la vida
Oíste decir “hijo mío”, y pensaste en Jesús de Nazaret, en el Hijo Unigénito, en el amado, en el predilecto, el que es palabra de Dios cumplida, más aún, el que es la Palabra de Dios encarnada.
Y así, a Jesús de Nazaret, a la asamblea litúrgica que hoy ha escuchado la palabra de la revelación, y también a ti mismo, consideraste dirigida la palabra del que busca enseñar a su hijo: Procede con humildad”, “hazte pequeño”.
Vuelve los ojos al Hijo de Dios hecho hombre, y verás que “El Señor de la majestad se ha hecho hermano nuestro”. Fíjate en Jesús de Nazaret, y verás que en él, que “es esplendor de la gloria eterna, reflejo de la luz perpetua y espejo sin mancha… resplandecen la bienaventurada pobreza, la santa humildad y la inefable caridad”. Fíjate y verás al Rey de los ángeles que, por amor, ha querido nacer, con admirable humildad, en asombrosa pobreza, y pregúntate qué inefable prodigio es ése, pues ves pequeño a tu Dios, lo ves niño en un pesebre, lo ves envuelto en pañales.
Procede con humildad”, “hazte pequeño”. Contempla todavía al Hijo, al que es Señor del cielo y de la tierra, y haz tuyos sus sentimientos, pues él, “a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios… se despojó de su rango, tomó la condición de esclavo… se rebajó, hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de Cruz”.
Procede con humildad”, “hazte pequeño”. Dios mío, ¿cómo puedo yo hacerme pequeño, si he nacido en la condición de esclavo?, ¿a dónde puedo bajar, si en pecado me concibió mi madre? Entonces la fe me dice que tu gracia me ha sanado, que tu justicia me ha justificado, que tu amor me ha enaltecido, que me has llamado y llevado a vivir en santa comunión contigo, dulcísimo Señor; la fe me dice que me llamas y me llevas a bajar contigo por el camino del amor y de la entrega, hasta dar la vida contigo; la fe me dice que he sido llamado a vivir en santa comunión con aquel que vino del cielo a la tierra para servir, no para ser servido.
El que nos hizo hijos suyos en su Hijo y nos llamó a recorrer con su Hijo el camino de la entrega a los demás, él mismo me dice: Procede con humildad”, “hazte pequeño”.
El que hoy nos invita a la comunión sacramental con su Hijo y nos hace en su Hijo herederos de su gloria, él mismo nos dice: Procede con humildad”, “hazte pequeño”.
El que hoy prepara casa a los desvalidos llamándonos a vivir en Cristo Jesús, él mismo nos dice: Procede con humildad”, “hazte pequeño”.
E intuyes ya la hermosura de los frutos de tu obediencia a la palabra del Padre: alcanzarás el favor de Dios, él te revelará sus secretos, gozarás en la presencia de Dios rebosando de alegría…
Queridos, en este día de fiesta, la palabra de Dios nos deja a los creyentes sabor de bienaventuranzas, paradojas del evangelio, milagros de la gracia: la alegría y la humildad se abrazan, la pequeñez y el gozo van de la mano, los pobres son dichosos porque Dios se ha empeñado en quedarse con ellos.
Hoy, cuando comulgues, presta atención a la voz que resonará en tu interior: Procede con humildad”, “hazte pequeño”, sé dichoso.
¡Feliz domingo!