Me moriré sin ver que los discípulos de Jesús de Nazaret, olvidados nuestros libros de normas, de certezas, de convicciones... nos encontremos sencillamente con la vida de las personas que se cruzan en nuestro camino...
Ante una niña que necesita un abrazo infinito, una acogida infinita que le devuelva un sueño sereno, una ternura infinita que la haga sentir finalmente niña, finalmente amada... ante esa niña, todos nos apresuramos a utilizarla...siempre al servicio de nuestras normas, de nuestras certezas, de nuestras convicciones, de nuestra ideología, de nuestros saberes... Y ella continúa sola, abandonada, violada, abusada...
Guárdense los obispos sus certezas. Guárdense los provida sus convicciones. Guárdense los proabortistas sus códigos de derechos. Guárdense los medios de comunicación sus intereses comerciales e ideológicos.
Que se calle el mundo entero, pues hay una niña a la que entre todos hemos matado... Sí, la hemos matado... Le hemos robado todo lo que un niño, al nacer, trae como derecho en el macuto de la vida.
Que se calle el mundo: hemos matado a una niña.
El caso de una niña brasileña a quien no le permitían abortar, pese a que era legal, ha despertado indignación en toda Latinoamérica.
— pictoline (@pictoline) August 24, 2020
Y ha abierto de nuevo la discusión sobre los derechos de las niñas y mujeres en la región pic.twitter.com/gOsCAOZfRx