"No se debería alargar más la agonía de nuestras parroquias rurales" Sinodalidad y escasez de sacerdotes: Desafíos pendientes
"Vivo con inquietud, como mis hermanos sacerdotes y nuestros obispos, el vertiginoso descenso en la actualidad del número de sacerdotes en nuestra Iglesia española y europea"
"Cabe hacer una lectura de la realidad que ayude a discernir entre las estructuras de la cristiandad que están entrando en crisis y agonía y los rasgos esperanzadores de una iglesia que recupera sus orígenes en sentido comunitario"
"La mayor tarea pastoral ha de recaer, y mucho más en tiempos de cambio y búsqueda, en los sacerdotes-activos y en la comunidad, y la aportación de los jubilados siempre ha de ser realizada desde la voluntariedad y como apoyo a los activos"
"Posiblemente no sea la escasez de sacerdotes el problema más grave de la Iglesia en los próximos años, sino la escasez de cristianos y comunidades adultas en la fe"
"La mayor tarea pastoral ha de recaer, y mucho más en tiempos de cambio y búsqueda, en los sacerdotes-activos y en la comunidad, y la aportación de los jubilados siempre ha de ser realizada desde la voluntariedad y como apoyo a los activos"
"Posiblemente no sea la escasez de sacerdotes el problema más grave de la Iglesia en los próximos años, sino la escasez de cristianos y comunidades adultas en la fe"
| Ángel Aguado Martínez, sacerdote
La Comisión Episcopal de Apostolado Seglar, formada por nueve obispos entre los cuales está nuestro amigo y paisano Antonio Gómez Cantero, nos ha regalado para el tiempo de Pentecostés una reflexión sin desperdicio sobre la importancia de la Sinodalidad en el momento eclesial actual:
“estamos ante la posibilidad de un cambio profundo…La tarea es enorme, sus contenidos no están totalmente definidos; no conocemos por dónde y cómo discurrirá este camino. No sabemos qué nos aguarda. Solo que debemos ponernos en camino porque el Espíritu Santo nos necesita, nos llama a escuchar, discernir y seguir construyendo juntos un Pueblo de Dios en salida, que anuncie el Evangelio con alegría y sea fuente de esperanza en el momento actual”.
Vivo con inquietud, como mis hermanos sacerdotes y nuestros obispos, el vertiginoso descenso en la actualidad del número de sacerdotes en nuestra Iglesia española y europea. He compartido las soluciones que se han venido dando en nuestra diócesis, desde hace años, para parchear ese descenso cargando en los pocos curas que quedamos el peso que llevaban en la cristiandad un número sobrante de sacerdotes expandidos hasta los últimos pueblos de montaña. En la actualidad me apunto a buscar nuevas maneras de abordar este tema, en sintonía con aportes del Vaticano II en pleno desarrollo entre nosotros y tratando de responder al nuevo tiempo en que estamos inmersos.
Por aquí va esta reflexión, añadiendo con la debida precaución algunos datos en prospectiva de lo que se viene encima. Y me uno a la intención de esta comisión episcopal: “Debemos abandonar el criterio pastoral del “siempre se he hecho así”, y entrar en tiempo de reinventarnos, ser creativos e imaginativos…En Pentecostés, día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar, instituciones de marcado carácter sinodal, se reconoce a la sinodalidad como el ADN de la Iglesia”.
Por un lado sabemos que la Iglesia intenta vivir y creer que su parte más íntima y misteriosa ha estado, está y estará apoyada por el Espíritu que la puso en marcha en Pentecostés; pero, al mismo tiempo, también conoce su respuesta limitada en el seguimiento de Jesús. En su interior conoce y experimenta la fuerza que la permite ser signo sacramental de Jesús en cada momento de la historia, pero en ocasiones también sabe que puede oscurecer ese misterio, que es el misterio de Dios, por inercia y cerrazón ante la llamada del Espíritu en la búsqueda de la mejor respuesta para un tiempo diferente.
La desestructuración de la cristiandad con su correspondiente desacralización de las estructuras religiosas (crisis de las parroquias, descenso de vocaciones etc.) ha generado, al mismo tiempo que un bajón de ánimo en cristianos y sacerdotes, una oportunidad para desvelar este signo de los tiempos que nos está ayudando a purificar lo religioso y lo cristiano. En verdad siguen existiendo cristianos que siguen creyendo y testimoniando a Jesús de Nazaret. Aparecen en grupos minoritarios como una Iglesia, comunitaria y profética en medio del mundo, no coincidente con el espacio de una parroquia, y superando la llamada iglesia de la cristiandad, grande más por el apoyo cultural que por la conversión personal a Jesús y a su Reino.
Desde estos grupos, cabe hacer una lectura de la realidad que ayude a discernir entre las estructuras de la cristiandad que están entrando en crisis y agonía y los rasgos esperanzadores de una iglesia que recupera sus orígenes en sentido comunitario, en sinodalidad, en minoría profética, en corresponsabilidad etc etc. Estamos tocando las intenciones del Concilio Vaticano II en su aplicación y actualidad. Todavía, por desgracia, quedan los llamados cristianos que nostalgicamente esperan que la renovación de la Iglesia pasa por recuperar la cristiandad, haciendo desde ahí las prospectivas de futuro.
Rafael Luciani, teólogo laico venezolano, llamado por el papa para este momento, afirma que esta propuesta de una Iglesia sinodal, quizás “sea el evento más importante luego del Concilio Vaticano II, por representar el inicio de un proceso de rearticulación de la hermenéutica conciliar a la luz de una nueva recepción de la Eclesiología del Pueblo de Dios de Lumen Gentium (Pueblo de Dios) como criterio normativo que resignifique la identidad y misión de todos los sujetos eclesiales , y en consecuencia las relaciones, las dinámicas comunicativas y las estructuras para una Iglesia sinodal cuyo reto es el de lograr un nuevo modelo teológico institucional para el tercer milenio”
Pero volviendo a nuestro centro de interés, en el caso del número de sacerdotes y del proceso vocacional estamos ante un problema que, en nuestra diócesis, consideramos que todavía no ha tocado fondo. Su presencia hace años que viene invitándonos a buscar una nueva respuesta pastoral junto a toda la comunidad cristiana. En mi opinión, no se debería alargar más la agonía de nuestras parroquias rurales y el cansancio de los escasos sacerdotes al frente de ellas, por repetir formas y hábitos heredados que no hacen más que recargar el trabajo en los pocos sacerdotes que quedan, en su mayor parte mayores y con menos fuerzas e ilusiones misioneras que en su primera etapa de ministerio.
Siguiendo la Guía Diocesana de sacerdotes en la diócesis de Palencia cabe predecir sin mucho riesgo de equivocación que dentro de 10 años (2032) el número de sacerdotes activos para la totalidad de la diócesis no pasará de 15; Considero un sacerdote activo a todo aquel que no ha cumplido los 65 años de la jubilación normal. Por otro lado el número de sacerdotes jubilados-voluntarios estaría en torno a los 17; Y considero un sacerdote jubilado voluntario a todos aquellos que se mueven entre los 65-75 años.
Este grupo, cuando cualquier ciudadano comienza a disfrutar de la jubilación, (pasando a un tiempo de acciones elegidas y voluntarias), es convocado en la actualidad a tareas de la misión mucho más grandes que en su periodo activo, aún sabiendo que las fuerzas son más escasas, las ilusiones primeras de la misión no están en plenitud de facultades, y las tareas se llevan, en muchos casos, a regañadientes esperando la pronta jubilación.
En mi manera de pensar, la mayor tarea pastoral ha de recaer, y mucho más en tiempos de cambio y búsqueda, en los sacerdotes-activos y en la comunidad, y la aportación de los jubilados siempre ha de ser realizada desde la voluntariedad y como apoyo a los activos. No parece haber resuelto mucho la obligación pastoral de los jubilados, como respuesta al reparto de una cantidad grande de parroquias a cada vez un número más reducido de sacerdotes…y a las pruebas me remito. En definitiva, este es tiempo de búsqueda y renovación pastoral.
Y volviendo a la primera afirmación, sin dejar de confiar en el Espíritu, que sigue presente en forma nueva en el interior de la Iglesia y en el mundo, al mismo tiempo parece tarea primordial de la misión, actualizar la búsqueda de respuestas pastorales a cuestiones como las que a continuación planteamos:
. ¿cómo seguir recreando una Iglesia diocesana que sólo va a contar con 15 sacerdotes activos para su animación?; me parece que seguir como estamos no nos va a llevar a buen puerto. O vamos a seguir esperando a que se cierren y mueran nuestros pueblos y parroquias.
. ¿cómo dar los pasos necesarios para que sea toda la comunidad cristiana la que aborde esta situación, y no sólo el presbiterio diocesano?; los pasos dados por el presbiterio diocesano: p. ej. La creación unidades pastorales, ha facilitado algunos cambios en la reagrupación de las parroquias, pero no ha respondido eficazmente al problema de más trabajo para menos sacerdotes. Es tiempo para la creatividad pastoral, superando la nostalgia de lo que fuimos en la cristiandad con un discernimiento eclesial de calidad teológico-pastoral.
. ¿qué compromisos concretos han de ir elaborándose para que la comunidad cristiana no se hunda por la no presencia continua del presbítero?; hasta el momento la experiencia nos indica que cuando no está presente el presbítero, son escasas las comunidades que siguen sintiéndose iglesia cuando se reúnen sin el sacerdote. Nadie puede negar la entrega de los sacerdotes en el mundo rural y en las ciudades, pero se nos invita a revisar y superar posturas que envuelven un clericalismo nefasto. Lo dicen los obispos en el manifiesto de Pentecostés: “el clericalismo es uno de los problemas más serios que existe en nuestra Iglesia actual”.
. ¿qué se debe de cuidar y asegurar —reflexionando y actuando pastoralmente—para que la totalidad de la comunidad tome conciencia y parte en la solución a la escasez de presbíteros y en qué tareas de la Misión –anuncio del evangelio, celebración de los sacramentos y testimonio del amor en medio del mundo—habrá que ir formando Equipos eclesiales de pastoral con la presencia de seglares-religiosos y sacerdotes?. Todo esto ha sido afirmado teóricamente en muchas ocasiones en nuestra iglesia, pero salvo excepciones se han dado poco pasos reales en el dinamismo pastoral de las parroquias.
. ¿cómo será la presencia del presbítero ante esta vivencia de la sinodalidad eclesial?...la asfixia de tantas tareas para tan pocos sacerdotes fuerzan a reducir su presencia a celebrar eucaristías y realizar entierros…¿ es ésta la única aportación que puede ofrecer el presbítero para este tiempo nuevo? ¿cómo articular su nueva presencia dentro de una Iglesia más sinodal y corresponsable?...
Si la comunidad cristiana desea seguir como tal, no puede hacerlo sino es contando con un conjunto de cristianos adultos comprometidos en la tarea de la misión. Bien seguro que ello implica una renovación pastoral de largo alcance, que abarque desde la iniciación cristiana, pasando por la atención a nuestras celebraciones y religiosidad popular, y cuidando mucho más el testimonio en medio del mundo y el amor a los pobres como Jesús. Y bien seguro también, que el mayor compromiso en el inicio de esta renovación habrá de recaer en el grupo de cristianos que más han crecido en su compromiso a partir del trabajo del posconcilio. Con ellos, más resto que residuo, hemos de continuar la misión.
Ya hay experiencias asentadas por el tiempo que debieran orientar y animar . La Iglesia francesa buscó salidas en zonas de pequeñas poblaciones de los Pirineos que, a pesar de unos inicios poca fáciles, la valoración posterior les hace dar validez a su camino. El cambio fue propuesto por el Obispo y el equipo animador diocesano, teniendo como protagonistas a todas y cada una de las parroquias y comunidades. Apostaron por la formación y participación de los seglares, con equipos eclesiales de pastoral orientando y animando cada paso. Los domingos dejaron de ser un amontonamiento de misas, para ir celebrando cada domingo en un pueblo, una eucaristía más preparada y participada por equipos de liturgia, cánticos…
Se enseñaron a desplazarse y a terminar la celebración con un encuentro festivo que les aproximaba más en la comunión y amistad. La escasez de sacerdotes no ha eliminado el trabajo en la misión sino que la ha fortalecido. Y la presencia de los seglares no se reduce a leer las lecturas, sino a comprometerse en equipos que animan la diversidad de tareas: catequesis, celebraciones de la Palabra, animación de la liturgia, visita a enfermos, entierros…y otros compromisos y testimonios que va exigiendo la misión. Evidentemente que nuestra situación puede ser distinta, pero por eso es una invitación a la creatividad pastoral.
El mismo teólogo Rafael Luciani nos recuerda, haciendo memoria de Y. Congar que
“el llamado de la Iglesia a recrear su condición sinodal no ha de hacerse fuera de la coyuntura y del contexto de quiebre del actual modelo teológico-cultural que define a la institución. Los signos de esta época parecen dirigirse hacia un “punto de quiebre o de inflexión” del sistema o como algunos estudios han mostrado, enfilar a un “posible fracaso institucional”…por ello, sigue apuntando R. Luciani, no basta con revisar y renovar lo que hay, sino que es preciso crear algo nuevo. Recordando a Congar afirma que nuestra época exige una revisión de las formas tradicionales que va más allá de los planes de adaptación o aggiornamento, y que supone una nueva creación. El cristianismo es esencialmente transmisión , tradición. Lo único que se puede reinventar son las formas de lo que se ha recibido. Para que la transmisión sea eficaz y auténtica es necesario revisar y renovar tal o cual forma que sirvió para la transmisión en otro tiempo, pero que hoy constituiría un obstáculo a la realidad de esa misma transmisión”.
He aquí una propuesta de trabajo misionero del que no deberíamos escondernos, acudiendo a argumentos de cansancio y edad…No se nos piden imposibles para ello, sino disposición y voluntariedad para seguir siendo testigos en la misión de la Iglesia con prospectiva de futuro. Posiblemente no sea la escasez de sacerdotes el problema más grave de la Iglesia en los próximos años, sino la escasez de cristianos y comunidades adultas en la fe que se atrevan a creer y testimoniar al Dios de Jesús en este mundo. A por ello hemos de ir todos. Feliz pentecostés.
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