"El Concilio es también la base sólida sobre la que se asienta el Sínodo 2021-24" Sínodo 2021-2024: darle piernas al Concilio
"El título del Sínodo 2021-24, «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión», deja claro que su tema es precisamente la identidad de la Iglesia, su modo de proceder y su estilo de anunciar la buena nueva del Evangelio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo"
"El Sínodo 2021-24 se celebra aproximadamente sesenta años después del Concilio: una distancia históricamente significativa, que indica que ya no es posible considerar el Vaticano II como un acontecimiento de nuestro tiempo"
"Debemos considerar cerrado el tiempo de la recepción y aplicación del Concilio en sentido estricto, y pasar al de una relectura que sea a la vez una modernización y un relanzamiento"
"Debemos considerar cerrado el tiempo de la recepción y aplicación del Concilio en sentido estricto, y pasar al de una relectura que sea a la vez una modernización y un relanzamiento"
| Giacomo Costa
(La Civiltá Cattolica).- «¿Qué dices de ti misma?». Con esta pregunta el Card. Léon-Joseph Suenens, arzobispo de Malinas-Bruselas, sugirió que el Concilio interrogara a la Iglesia[1]. La pregunta, formulada en el célebre discurso que el cardenal pronunciara el 4 de diciembre de 1962, surgía en el contexto de la discusión de De ecclesia, del que partió la redacción de la Constitución dogmática Lumen gentium (LG)[2].
Se trata de una pregunta que no puede responderse de una vez y para siempre: se repite en cada época, y el Sínodo 2021-24 es otra instancia, o más bien un camino, para elaborar juntos una respuesta al comienzo del tercer milenio, a través de las distintas etapas de un proceso que, desde su apertura en octubre de 2021, ha interpelado a la Iglesia en todos sus niveles, desde el local y nacional hasta el continental.
Concluida la fase de consulta y escucha, el proceso continúa con la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos, que, por decisión del Papa Francisco, tendrá lugar en dos Sesiones (octubre de 2023 y octubre de 2024). La apertura de la Primera Sesión (30 de septiembre – 29 de octubre de 2023), con la Vigilia Ecuménica de Oración «Together»[3] en la Plaza de San Pedro, es ya inminente.
El título del Sínodo 2021-24, «Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión», deja claro que su tema es precisamente la identidad de la Iglesia, su modo de proceder y su estilo de anunciar la buena nueva del Evangelio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Es esta atención a la identidad misionera de la Iglesia la que está en la raíz del proceso sinodal en curso en el Concilio Vaticano II, como lo demuestra también la riqueza de referencias conciliares[4], explícitas e implícitas, que se encuentran en el Instrumentum laboris para la Primera Sesión (IL)[5].
Para una presentación de su contenido, remitimos al artículo recientemente publicado en esta revista en su versión italiana[6]. En éste, por otra parte, a pocos días de la apertura de los trabajos asamblearios, intentaremos explicar algunas de las coyunturas que están en juego en este Sínodo.
Retomar de modo dinámico el Concilio Vaticano II
El Sínodo 2021-24 se celebra aproximadamente sesenta años después del Concilio: una distancia históricamente significativa, que indica que ya no es posible considerar el Vaticano II como un acontecimiento de nuestro tiempo. Basta pensar en lo mucho que ha cambiado el mundo en estas décadas, con el fin de la «guerra fría» y el bipolarismo, o la irrupción de las tecnologías de la información, Internet y ahora la Inteligencia Artificial, por citar sólo algunos ejemplos. No son pocos los pasajes de los documentos conciliares que, a pesar de la profundidad de sus reflexiones, corren el riesgo de parecer anticuados.
Por otra parte, los mayores de sesenta años son hoy alrededor del 15% de la población del planeta, y algo más del 30% en un país notoriamente envejecido como Italia: para todos los demás, el Concilio pertenece a la historia, no al pasado biográfico y existencial. Ante esta constatación, debemos considerar cerrado el tiempo de la recepción y aplicación del Concilio en sentido estricto, y pasar al de una relectura que sea a la vez una modernización y un relanzamiento.
Evidentemente, no se trata de poner el Concilio en el desván, ni menos aún de pensar que este Sínodo pueda sustituirlo. En estos sesenta años, incluso con todas las tensiones que ha atravesado – o quizás precisamente a causa de ellas –, el Vaticano II ha representado la «vía común» que ha permitido a la Iglesia realizar la unidad en la diversidad y llevar a cabo su propia reforma constante.
El Concilio es también la base sólida sobre la que se asienta el Sínodo 2021-24, como demuestran los resultados de la fase de escucha y consulta con el pueblo de Dios: por ejemplo, la fuerza con la que ha surgido la centralidad de la dignidad bautismal indica hasta qué punto ha calado hondo el mensaje del Concilio.
Para leer el artículo completo ìnche aquí
Etiquetas