"La gente no quiere una 'master class'. Quiere deleitarse" "¿Dónde está la cafetería?" y otras preguntas que demuestran que algo estamos haciendo mal con el arte sacro

Cafetería
Cafetería

"Son bastantes los guías que confunden profundidad con tecnicismo, y rigor con extensión; cuando la hondura no está en usar palabras difíciles, sino en provocar preguntas. Y la clave no es decirlo todo, sino lo justo para que el otro quiera saber más"

"'La mente no es un vaso que se ha de llenar, sino una madera que hay que encender', escribió Plutarco hace más de dos mil años. Y, sin embargo, seguimos empeñados en llenar vasos"

"Un buen guía no es un técnico. Es un maestro. Uno que entiende que aquella señora que preguntó por la cafetería no era el problema. Era la pista"

«Son bastantes los guías que confunden profundidad con tecnicismo, y rigor con extensión; cuando la hondura no está en usar palabras difíciles, sino en provocar preguntas. Y la clave no es decirlo todo, sino lo justo para que el otro quiera saber más». 

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«Una imagen puede tocar el fondo de algún ánima. Y quien no lo entienda, podrá pronunciar toda la terminología que quiera. Pero no encenderá llama alguna». 

Biblioteca de Occidente: Vidas paralelas (Plutarco) - Nueva Revista

«La EDUCACIÓN PATRIMONIAL no es una ocurrencia. Es una disciplina. Estudia cómo nos relacionamos con nuestro legado, cómo lo entendemos, valoramos, apropiamos y transmitimos. Cuenta con su teoría y método». 

«La mente no es un vaso que se ha de llenar, sino una madera que hay que encender», escribió Plutarco hace más de dos mil años. Y, sin embargo, seguimos empeñados en llenar vasos. Lo entendí en carne propia una mañana cualquiera, en una de esas catedrales que quita hasta el hipo. La guía hablaba del gótico como quien lee el BOE: «La verticalidad del sistema ojival permite una descarga más eficiente de los muros…». La cara del público era un poema, hasta que alguien se atrevió a afirmar lo que una mayoría pensaba: «Muy bonito todo, pero no me he enterado de nada… ¿dónde está la cafetería?» No lo dijo con ironía, ni con burla… sino con pena. Porque a veces, la problemática no está en el patrimonio, sino en quien lo cuenta. Y es que, son bastantes los guías que confunden profundidad con tecnicismo, y rigor con extensión; cuando la hondura no está en usar palabras difíciles, sino en provocar preguntas. Y la clave no es decirlo todo, sino lo justo para que el otro quiera saber más. «Sea vuestro hablar: sí, sí; no, no» (Mateo 5,37). No lo digo yo, sino los números. En espacios patrimoniales donde se ha optado por visitas adaptadas y breves, el número de visitas ha aumentado. Porque la gente no quiere una MasterClass. Quiere deleitarse. Y, si puede, y por qué no decirlo, llegar al café. 

Pero para lograr eso hace falta algo tan raro como urgente: FORMACIÓN PEDAGÓGICA. Porque una visita guiada es -o debería ser- un proceso de enseñanza-aprendizaje. La neuroeducación lleva décadas gritándolo: no aprendemos por acumulación, sino por conmoción. Por experiencias que nos atraviesan. Como María en La Anunciación de Fra Angélico: no escucha para obedecer, sino para acoger y transformarse. 

Aprender es también decir «hágase».  

a Anunciación de Fra Angélico. Museo del Prado.
a Anunciación de Fra Angélico. Museo del Prado.

En patrimonio, esto es vital comprenderlo: el valor no reside en el objeto, sino en nuestro vínculo con él. Y ese vínculo no nace por ciencia infusa, sino por mediación. Por eso, la didáctica no es un elemento formativo opcional: es el oficio de alumbrar desde dentro.

Olaia Fontal, directora del Observatorio de Educación Patrimonial, lo resume en una cita que no solo es pedagógica, sino profundamente humana: «Conocer para comprender, comprender para respetar, respetar para valorar, valorar para sensibilizar, sensibilizar para cuidar, cuidar para disfrutar, disfrutar para transmitir».  

Cada verbo es un peldaño en la construcción del vínculo. Y cada uno exige una forma concreta de enseñar, de tocar, de mirar. Por eso, el guía que no entiende esta cadena -por muy claro que pronuncie estilo Reyes Católicos- está más cerca de loro que de otra cosa. Porque no basta con saber mucho. Hay que saber llegar. Un gran número de quienes cruzan el umbral de una catedral no lo hacen buscando un máster exprés sobre bóvedas sexpartitas, sino conmoverse. Recuerdo a un joven guía que, al hablar de El Descendimiento de Van der Weyden, logró que un turista malagueño se quitara la gorra y dijera: «No sabía que esto dolía». Eso. Eso es guiar. No soltar datos. No posar. No impresionar. Sino tocar. Despertar. Acompañar al otro hasta ese punto exacto en que la creación artística deja de ser imagen… y empieza a ser verdad.  

Y eso implica tener la capacidad de servir. No desde la tarima del que enseña, sino desde el suelo del que se entrega. «El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir» (Marcos 10,45). Porque guiar no es lucirse. Es entregarse. Es tratar a cada visitante como Jesús trataba a los sedientos. Él no iba por Galilea repartiendo tratados. Iba contando parábolas, lanzando cuestiones, escuchando silencios. Por eso, no hay mejor modelo para un mediador patrimonial que EL NAZARENO. Porque, gracias a su ejemplo, lo que hoy es objeto puede convertirse en vínculo. Como en Caná: cuando todo parecía agotado, Él transformó el agua en vino. Así también un guía debe convertir lo rutinario en revelación: «Has guardado el mejor vino hasta ahora» (Juan 2,10). Ese turista no buscaba una sesión de historia del arte. Buscaba emoción. Y la encontró en unos ojos que sabían mirar y en una voz que sabía callar a tiempo. 

"Lo visible se vuelve revelación… si hay mediación "

Las Bodas de Caná de Veronés. Museo del Louvre.
Las Bodas de Caná de Veronés. Museo del Louvre.

El Papa Francisco lo dice con la claridad de quien pisa tierra firme: «La catequesis no puede ser como una hora de clase, sino una experiencia viva de la fe.»Pues con el patrimonio cristiano, lo mismo. No se trata de exponerlo, sino de iluminarlo pedagógicamente. Y sí, sé lo que tal vez pueda estar pensando: «¿Es necesario ser creyente para guiar en el arte de Dios?». No necesariamente. Pero ayuda. Porque cuando uno cree, contagia. Y cuando contagia, transforma. Porque habla con la certeza de que una imagen puede tocar el fondo de algún ánima. Y quien no lo entienda, podrá pronunciar toda la terminología que quiera. Pero no encenderá llama alguna.  

Conviene proclamarlo sin rodeos: la EDUCACIÓN PATRIMONIAL no es una ocurrencia. Es una disciplina. Estudia cómo nos relacionamos con nuestro legado, cómo lo entendemos, valoramos, apropiamos y transmitimos. Cuenta con su teoría y método. Por eso, cualquier guía debe formarse en ella. No es suficiente con haber leído Breve historia de la pintura española de Lafuente Ferrari. Hay que encender luz en el visitante, pues… «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba en el camino?» (Lucas 24, 32). Porque ahí, querido lector, es donde se ve la grandeza... al no rebajar el contenido, sino de elevarlo con claridad. Al no tratar de entretener, sino de despertar el deseo de saber.

Un buen guía no es un técnico. Es un maestro. Uno que entiende que aquella señora que preguntó por la cafetería no era el problema. Era la pista. Porque cuando se enseña como si se recitara una sentencia jurídica, lo único que se consigue es eso: acordarse más del café… que del arte. 

Si a alguien le parece exagerado todo esto, que recuerde lo que advirtió Chesterton: «Llegará el día en que habrá que desenvainar una espada para decir que el pasto es verde.» Pues en ocasiones, también hay que desenvainarla para defender algo tan simple -y tan sagrado- como esto: que guiar no es informar. Es despertar. Y que una chispa encendida en el alma vale más que mil datos bien pronunciados

"La visita ideal, además de mostrar lo perceptible, busca tender un puente"

*Doctorando Educación (UNED) e Historia y Arqueología (UCM). Colaborador-profesor externo del Máster “Catedrales: Didáctica del Arte, Comunicación y Teología” UNED 

La creación de Adán de Miguel Ángel. Museos Vaticanos.
La creación de Adán de Miguel Ángel. Museos Vaticanos.

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