"Los principales sospechosos en una sociedad tan moldeada son los mansos" El cine a través de los ojos de la Teología "Oppenheimer": la implosión de un genio
"Oppenheimer" es una brillante, inestable y expansiva biografía académica que dramatiza la conexión del genio con la arrogancia y la incomprensión
"Combinando la distensión con lo humanamente horripilante, Nolan concibe una excelente agregación de líneas temporales que le permite presentar, sin complejos, una narración densa y (sur)real con varios niveles temático"
"Desde un punto de vista teológico, la película es una delicadeza de temas… ¿el fin justifica los medios? El utilitarismo y el situacionismo (el primero sin normas morales absolutas, el segundo diciendo incluso que se puede practicar el mal en nombre del bien) recorren esta obra"
"Los principales sospechosos en una sociedad tan moldeada son los mansos: los que utilizan las palabras y los hechos para unir y no para separar, manteniendo resplandeciente la luz de un significado divino más profundo"
"Desde un punto de vista teológico, la película es una delicadeza de temas… ¿el fin justifica los medios? El utilitarismo y el situacionismo (el primero sin normas morales absolutas, el segundo diciendo incluso que se puede practicar el mal en nombre del bien) recorren esta obra"
"Los principales sospechosos en una sociedad tan moldeada son los mansos: los que utilizan las palabras y los hechos para unir y no para separar, manteniendo resplandeciente la luz de un significado divino más profundo"
| Alexandre Freire Duarte
"Oppenheimer" es una brillante, inestable y expansiva biografía académica que dramatiza la conexión del genio con la arrogancia y la incomprensión. Combinando la distensión con lo humanamente horripilante, Nolan concibe una excelente agregación de líneas temporales (cada una con su propia estética) que le permite presentar, sin complejos, una narración densa y (sur)real con varios niveles temáticos. Su talento es evidente, y sin ser autorreferencial, no hace sino enfatizar lo sublime de esta obra a nivel conceptual.
Murphy está irreprochable, en una interpretación que combina las hazañas exteriores con la imaginación interior, hasta el punto de que consigue cambiarlo todo sólo con sus enormes ojos, que sirven de espejo para su alma y la nuestra. Los demás actores también encajan en el rompecabezas de esta película sin ningún tipo de fricción, aunque los personajes femeninos están infravalorados (y explotados). La fotografía, el tono y la música, por su parte, armonizan con el ritmo rápido y emocionante de lo que vemos y le confieren una calidad etérea de principio a fin en la que, tras ser expuestos a terribles dilemas, tenemos que darnos nosotros mismos las respuestas.
Desde un punto de vista teológico, la película es una delicadeza de temas. Pero empecemos por uno que podría escapársenos: casi todo en el universo está vacío. Espacio casi desprovisto de todo, incluso de la materia más dura, cuya consistencia viene "de fuera adentro". Sin ese "de fuera adentro", seríamos polvo arrastrado por nuestras vidas hasta que desaparecieran. Nos aferraríamos al insensato instinto de conservación hasta convertirnos en desamor, ese auténtico destructor de mundos, vidas y esperanzas.
Otro tema es más antiguo: ¿el fin justifica los medios? El utilitarismo y el situacionismo (el primero sin normas morales absolutas, el segundo diciendo incluso que se puede practicar el mal en nombre del bien) recorren esta obra. En última instancia, sin embargo, tales posturas sólo provocarán traumas en quienes quieran vivir conscientes de su conciencia, libres de presiones laborales, culturales y sociales. Pero, ¿cómo se puede vivir así junto a la explosiva agitación interior del pecado? Es casi imposible, y por eso muchos se entregan a la búsqueda prometeica, entrópica y oscilante, de ascensión en la fama y el éxito, que, tristemente, acabará en caída, porque no tienen valor a los ojos de Dios.
Los principales sospechosos en una sociedad tan moldeada son los mansos: los que utilizan las palabras y los hechos para unir y no para separar, manteniendo resplandeciente la luz de un significado divino más profundo; los que rechazan el pecado que nos destruye y no lo enmascaran, suscitando no teorías sino reacciones en cadena de amor efectivo. Esas reacciones que no provienen de una fe nocional, sino de una fe experiencial que nos convierte en generadores de posibilidades de amor, comprensión, compasión y alegría. Y ello, aun cuando suponga, para nosotros, la noción de la aparente irrelevancia de nuestra ofrenda sacrificial por señalar, como vemos sucesivamente en "Oppenheimer", nuevas formas ampliadas de ver a las personas y otras realidades.
Sí, todos tenemos contradicciones, falsedades y falta de amor, pero si recordamos que Jesús hizo del hombre el centro de la religión, podrá liberarnos de nuestras diversas esclavitudes, a las que incluso damos nombres piadosos para engañarnos a nosotros mismos de que no somos como los pequeños del Reino: los que no se entregan a nada de lo que, en la fe, ya han consagrado a Dios.
("Oppenheimer", EE.UU., Reino Unido, 2022; dirigida por Christopher Nolan; con Cillian Murphy, Emily Blunt, Robert Downey Jr., Matt Damon, Florence Pugh, Kenneth Branagh y Casey Affleck)
Alexandre Freire Duarte
Profesor de FT en la Universidad Católica Portuguesa; miembro de CEHR-UCP
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator
Texto original
O Cinema pelo olhar da Teologia
'Oppenheimer': a implosão de um génio
“Oppenheimer” é uma brilhante, instável e expansiva biografia académica dramática acerca da ligação do genial com a arrogância e os equívocos. Unindo a distensão com o humanamente horroroso, Nolan concebe um excelente agregar de linhas temporais (cada uma com a sua estética) que permite apresentar, sem complexidade, uma densa e (sur)real narrativa com vários níveis temáticos. O seu talento é evidente, e não sendo autorreferente, apenas realça o que de sublime esta obra possui a nível conceptual.
Murphy é irrepreensível, numa performance que junta os feitos exteriores com a imaginação interior, a ponto de lograr tudo mudar só com os seus enormes olhos, que servem de espelho para a sua e nossa alma. Os demais atores também encaixam nos puzzles desta obra sem atrito nenhum, embora se desvalore (e explore) as personagens femininas. A cinematografia, o tom e a música, por seu lado, harmonizam-se ao ritmo rápido e excitante do que se vê e dão uma qualidade etérea do começo até um fim em que, depois de sermos expostos a terríveis dilemas, temos que ser nós a dar respostas.
Desde uma visão teológica, o filme é uma iguaria de temas. Mas comecemos por uma que poderá escapar no meio de tudo o mais: quase tudo no universo é vazio. Espaço quase sem o que quer que seja, mesmo no material mais duro e cuja consistência vem “de fora para dentro”. Sem esse “de fora”, seríamos poeira joeirada pelas nossas vidas até que estas desaparecessem. Agarrar-nos-íamos ao instinto insensato da ego-preservação até tornarmo-nos em desamor, esse genuíno destruidor dos mundos, das vidas, da esperança.
Uma outra temática é mais velha: os fins justificarão os meios? O utilitarismo e o situacionalismo (o primeiro, sem padrões morais absolutos; o segundo, chegando a dizer que o mal pode ser praticado em nome do bem) atravessam esta obra. Todavia, e no fundo, tais posições só levarão ao trauma em quem quer viver ciente da sua consciência, aquém das pressões laborais, culturais e sociais. Mas como viver assim a par da interior agitação explosiva do pecado? É quase impossível, donde eis muitos a entregarem-se à entrópica e oscilante busca prometeica da ascensão na fama e no sucesso que, tristemente, acabarão em quedas, pois não têm qualquer valor diante dos olhos de Deus.
Os principais suspeitos, numa sociedade assim moldada, são os mansos: os que usam palavras e atos para unir e não para separar, mantendo a brilhar a Luz de um sentido divino mais profundo; os que recusam o pecado que destrói(-nos) nem o mascaram, suscitando, não teorias, mas reações de amor efetivo em cadeia. Aquelas reações que advêm, não de uma fé nocional, mas de uma fé experiencial que nos converte em suscitadores de possibilidades de amor, compreensão, compaixão e alegria. E isto, mesmo quando isso comportar, para nós, a noção da aparente irrelevância da nossa oferta sacrificial decorrente de apontarmos, como vemos sucessivamente em “Oppenheimer”, novas formas expandidas de se ver as pessoas e demais realidade.
Sim: todos temos contradições, falsidade e desamor, mas se nos lembrarmos que Jesus fez do homem o centro da religião, Ele poderá libertar-nos das nossos vários tipos de escravatura, aos quais até demos nomes piedosos para iludirmos que não somos como os pequenos do Reino: os que não se entregam a nada que, na fé, já consagraram a Deus.
(EUA, Reino Unido, 2022; dirigido por Christopher Nolan; com Cillian Murphy, Emily Blunt, Robert Downey Jr., Matt Damon, Florence Pugh, Kenneth Branagh e Casey Affleck)
Alexandre Freire Duarte
Docente da FT da Universidade Católica Portuguesa; membro do CEHR-UCP
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