"Se entiende la teología desde la intolerancia, al modo de Judas Macabeo" El dios de la guerra

El dios de la guerra
El dios de la guerra

“Infunde tu terror a todas las naciones; amenaza con tu mano al pueblo extranjero… como les mostraste tu santidad al castigarnos, muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos” (Sir. 36, 1-7)

"Esta imagen del Dios guerrero impera en los mal llamados cristianos de hoy, algunos de ellos intolerantes e intransigentes, que no aceptan y discriminan a quienes no entienden la religión bajo las mismas rúbricas con que interpretan las escrituras"

"Los fariseos del siglo XXI se comportan más como los intransigentes judíos observantes o los islámicos del ala más conservadora, que no aceptan y no permiten el sano diálogo con quienes permanecen, según ellos, en la ignorancia de la diversidad o la diferencia"

"Pero, toda guerra o toda toma de armas constituye un desacato al querer de Jesús… Las guerras se pueden prevenir cuando llega justicia social y paz a todos los rincones de una nación"

Infunde tu terror a todas las naciones; amenaza con tu mano al pueblo extranjero… como les mostraste tu santidad al castigarnos, muéstranos así tu gloria castigándolos a ellos” (Sir. 36, 1-7). Así reza uno de los tantos cánticos que la Liturgia de las Horas propone para la meditación diaria. Algunos, acostumbrados a dichas palabras, no perciben en ellas nada malo, ni siquiera se dignan a enmudecerse ante estas sentencias.

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Algo muy propio del acto de repetir, sabemos que está mal, pero “no importa”, no son nuestras las palabras, son expresiones impersonales, ajenas al sentimiento cristiano e incluso marcadas por la obligatoriedad del rezo que se impone a todos los ministros ordenados. Pero, ¿qué tanto constituye una auténtica oración? Nos hemos acostumbrado a hacer vida salmos y cánticos bélicos que narran el triunfo de una nación sobre otra. ¿Hemos aceptado la fe en YHWH como el Dios guerrero que acaba con los otros pueblos que le desobedecen o no están en sus afectos?

Las epopeyasde hazañas bélicas, muy propias de las culturas mesopotámicas y más tarde de la babilónica y la grecorromana, impregnaron también al pequeño pueblo asentado en el territorio de Cisjordania. Este establecimiento no se da pacíficamente, sino en una lucha por el territorio que se extiende hasta nuestros días. El poema de Gilgamesh, el más antiguo del que se tenga conocimiento, narra las hazañas de Enkidu y Gilgamesh. El primero, enviado por los dioses para someter al segundo, al final haciéndose amigos, emprenden un viaje en busca de la inmortalidad.

"El poema de Gilgamesh, el más antiguo del que se tenga conocimiento, no tendría importancia para el entramado bíblico, si no fuera por la similitud en la historia del Diluvio con dos protagonistas: por el lado de la Biblia, Noé (Génesis 6-9) y por el otro, Utnapishtim"

El relato no tendría importancia para el entramado bíblico, si no fuera por la similitud en la historia del Diluvio con dos protagonistas: por el lado de la Biblia, Noé (Génesis 6-9) y por el otro, Utnapishtim. Aunque repetir mil veces el relato ha llevado a la canonicidad del mismo, convirtiéndolo hoy por hoy, en algunos ambientes religiosos, en un hecho irrefutable y creíble, aunque sea una adaptación literaria de los autores sagrados de la vieja epopeya mesopotámica.

La narrativa bíblica tiene su clímax en el acontecer del Éxodo, con Moisés encabezando una gesta independentista que incluye, de parte y parte, la muerte de niños y adolescentes, para por fin escapar de la mano del Faraón. Algunos estudiosos modernos sostienen que dichos relatos fueron compilados durante o después del exilio babilónico (siglo VI a.C.), ya que ciertos elementos del Éxodo reflejan preocupaciones y temas relevantes a una comunidad en exilio. Por lo tanto, aunque es un tema en discusión, se puede sostener que o bien fue compuesto o bien fue editado significativamente para preservar la identidad y la fe en el territorio extranjero (Babilonia) 1. De dicha epopeya surgen muchos de los himnos y salmos del Antiguo Testamento donde resuena el YHWH Sebaot (el de los ejércitos) (cfr. 1 Sam 1,3; 17, 45; Sal 46, 7; Isa 5, 16; Malq 1, 10-14), el que extiende la mano poderosa para favorecer al pueblo “escogido”. Un Dios que, al igual que su pueblo, salía a combatir, a destruir ciudades habitadas por quienes no creían en el Dios de los israelitas.

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Esta imagen del Dios guerrero impera en los mal llamados cristianos de hoy, algunos de ellos intolerantes e intransigentes, que no aceptan y discriminan a quienes no entienden la religión bajo las mismas rúbricas con que interpretan las escrituras. Esos himnos que aún resuenan en nuestros templos y que se repiten a boca llena, dejan en el imaginario colectivo una visión no cristiana de Dios. Sin ningún remordimiento se siguen profiriendo algunos versos salmicos que ensalzan la muerte: “Mató a reyes poderosos, porque es eterna su misericordia” (Sal 135) y que preparan al creyente para la batalla: “Bendito el Señor, mi roca, que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea” (Sal 143).

"¿Cómo se podrían entender las guerras santas y la inquisición sin tener la base bíblica del Antiguo Testamento?"

Dicha imagen es, en algunos ambientes, inefable. Además, aseguró el poder y la riqueza de la Iglesia por muchos siglos. ¿Cómo se podrían entender las guerras santas y la inquisición sin tener la base bíblica del Antiguo Testamento? Y es que, ante las numerosas referencias bíblicas del A.T., la voz de Jesús que grita desde la otra orilla de las escrituras queda casi impávida. Su mandato del amor queda relegado a un segundo plano, porque ¿quién va a entender las palabras de un carpintero iletrado frente a las del poderosísimo Moisés, a quien le atribuyeron las sentencias de la Torá?

"Desde la concepción del arte medieval cristiano que sobrevive hasta nuestros días, con arcángeles, apóstoles y santos que empuñan espadas, hasta el ascenso de movimientos cristianos católicos y no católicos que quieren recuperar costumbres judías, se entiende la teología desde la intolerancia, al modo de Judas Macabeo, quien en la llamada “ira santa” dio muerte a quienes profanaban el templo (cfr. 2 Macabeos 8)"

El Dios de la guerra no sería un tema de discusión en nuestros días si no preocupara la forma en que algunos han malentendido el cristianismo. Desde la concepción del arte medieval cristiano que sobrevive hasta nuestros días, con arcángeles, apóstoles y santos que empuñan espadas, hasta el ascenso de movimientos cristianos católicos y no católicos que quieren recuperar costumbres judías, se entiende la teología desde la intolerancia, al modo de Judas Macabeo, quien en la llamada “ira santa” dio muerte a quienes profanaban el templo (cfr. 2 Macabeos 8).

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Los fariseos del siglo XXI se comportan más como los intransigentes judíos observantes o los islámicos del ala más conservadora, que no aceptan y no permiten el sano diálogo con quienes permanecen, según ellos, en la ignorancia de la diversidad o la diferencia. Preocupa además que la intolerancia se justifique con la conservación de costumbres o principios que fueron emanados por quienes respondieron al Evangelio de acuerdo a sus realidades sociales propias, pero que carecen de fundamento histórico para nuestros días.

"Los fariseos del siglo XXI se comportan más como los intransigentes judíos observantes o los islámicos del ala más conservadora, que no aceptan y no permiten el sano diálogo con quienes permanecen, según ellos, en la ignorancia de la diversidad o la diferencia"

El Dios de la guerra también se representa desde un trono de gloria humana y con el cetro usado para justificar la dominación y apropiación de la tierra de los reyes y emperadores, que por siglos mantuvieron al pueblo en el hambre y la miseria. Al día de hoy, las fallidas democracias, el capitalismo y el socialismo modernos siguen usando discursos religiosos para abrirse paso en medio de la conciencia de los pueblos oprimidos.

El ejercicio de la autoridad siempre estuvo ligado al dominio militar. Desde los emperadores que mostraban su poderío bélico en solemnes procesiones, rezagos de esas torturas psicológicas permanecen en las realidades de casi todos los países, que aprovechan alguna fiesta nacional para exponer al mundo todo su armamento. Eso no tendría nada de malo si no fuera porque en muchas de esas “procesiones” presiden desde los tribunales los arzobispos y cardenales, que se sientan al lado de los jefes de estado y capellanes militares que se atreven incluso a bendecir las armas. Esto es un tema preocupante en países como Colombia, donde las fuerzas militares y policiales están relacionadas a graves casos de corrupción y violación de derechos humanos.

Los mercenarios suizos, hoy la guardia suiza, representan sin duda el Dios de la guerra que la iglesia apropió para sí, y para mantener su poderío terrenal. El Papa, un guerrero más que salía al combate. Pero esto plantea muchos más interrogantes relacionados a la seguridad, la defensa propia y la protección de la propiedad privada. El ejército, que tiene sus orígenes desde el siglo XVI y que en el año 1527 hizo frente al saqueo de Roma y salvó la vida del Papa, nos hace preguntar qué tan necesaria es la fuerza policial para hacer frente a los actos delictivos que cada vez se hacen más frecuentes.

Quieren saber si su cristianismo es auténtico? -

¿Qué diría Jesús a los cristianos de hoy? Creo que sería lo mismo que le dijo a Pedro: “envaina tu espada”. Defender lo material por encima de la vida humana nos lleva a pensar que no estamos respondiendo a las realidades sociales del mundo. Tenemos templos bellos y majestuosos Tenemos templos bellos y majestuosos, mientras que la delincuencia nos llega de los suburbios que no solo mueren de hambre, sino que mueren sin Cristo, condenados al olvido incluso por la Iglesia. Solemos mostrar una imagen de poder económico que nos vuelve presa fácil para los ladrones. No fue la Bastilla lo primero que tomó la “chusma” embravecida contra los poderes reales en Francia durante la revolución de 1789. Lo primero que saquearon fue la casa San Lázaro de los hijos de San Vicente de Paúl, porque corría la voz que en aquel lugar había suficiente abasto de alimentos y de armas para ayudar en esa gesta revolucionaria. Fue un precio muy alto que pagaron los lazaristas por ser los comenderos del Rey por varias décadas.

"Toda guerra o toda toma de armas constituye un desacato al querer de Jesús"

El auténtico cristianismo por siglos ha dado testimonio con sangre. La muerte de los justos ha sido semilla de cristianos austeros y valerosos, al mejor estilo de Jesús pobre, que renuncia al uso de la violencia y que entrega su vida libremente, como lo relata el cuarto Evangelio. Toda guerra o toda toma de armas constituye un desacato al querer de Jesús. Las guerras se pueden prevenir cuando llega justicia social y paz a todos los rincones de una nación. Los países que hoy luchan para erradicar el socialismo pasan por alto que muchos de ellos llegaron al poder como una alternativa para la clase obrera y empobrecida que fue tratada con despotismo por las clases gobernantes. No tendrían cabida los socialistas si los gobiernos de derecha se preocuparan por una justa repartición de los bienes públicos entre los pobres.

"Las guerras se pueden prevenir cuando llega justicia social y paz a todos los rincones de una nación"

Finalmente, muchos pueden plantear interrogantes de mayor profundidad frente a las guerras del presente y del pasado, pero aquí en esta reflexión solo cabe preguntarnos: ¿de qué lado de la guerra está Dios?

Justicia Social, sí | Universidad del Salvador

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