Una reflexión a partir del Libro de Deuteronomio La ley debe favorecer a los desprotegidos
"El Deuteronomio es un libro muy poco estudiado por su complejidad, pero muy rico en la alianza hecha por Dios con el pueblo de Israel, que en Jesucristo es prolongada para toda la humanidad"
"Está marcado por la experiencia del Dios del Éxodo. En los años 1200 a. C., grupos de refugiados, esclavos, campesinos, pastores, obreros y marginalizados (hebreos) estaban siendo oprimidos por el imperio egipcio"
"Las consecuencias del coronavirus están por llegar y nos obligarán a redoblar esfuerzos para estar al lado de tantos errantes"
"Las consecuencias del coronavirus están por llegar y nos obligarán a redoblar esfuerzos para estar al lado de tantos errantes"
| Rosalino Gaona, CS y Omar Troncoso, OMI
La Iglesia Católica tiene un mes dedicado especialmente al estudio y profundización de la Palabra de Dios, pero el cristiano está llamado a estar siempre en comunión con Dios por medio de la Sagrada Escritura.
Las circunstancias sanitarias que atraviesa nuestro planeta no fueron impedimento para que estudiosos y amantes de la Sagrada Escritura se dediquen a compartir sus reflexiones e investigaciones con las comunidades cristianas por medio de las nuevas tecnologías, abriendo espacios para encuentros bíblicos virtuales, semanas de teologías, etc. Participando de este mes bíblico, queremos compartir una reflexión partiendo del libro de Deuteronomio.
Un libro muy poco estudiado por su complejidad, pero muy rico en la alianza hecha por Dios con el pueblo de Israel, que en Jesucristo es prolongada para toda la humanidad. El texto de Dt 24,10-22, donde habla “Por una sociedad solidaria”, especialmente expresada en Dt 24,17-18: “No violarás el derecho del forastero, ni del huérfano, ni tomarás en prenda las ropas de la viuda. Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que Yahvé, tu Dios, te rescató. Por eso te mando hacer esto”. Nos acompañará en esta reflexión. Y para una mejor comprensión a grandes rasgos atravesaremos los acontecimientos históricos que marcaron el libro de Deuteronomio, mencionado los hechos más relevantes.
El libro de Deuteronomio es un libro que no tiene un autor único. Son varios los autores o grupos sociales con diferentes intereses, situaciones, lugares y momentos históricos. Este libro se origina en el período pre-estatal, antes de que Israel sea formado como un estado. Este periodo está marcado por la experiencia del Dios del Éxodo. En los años 1200 a. C., grupos de refugiados, esclavos, campesinos, pastores, obreros y marginalizados (hebreos) estaban siendo explotados y oprimidos por el imperio egipcio. Saliendo en busca de una vida libre, estos grupos abren nuevos asentamientos en las montañas cananeas para experimentar una nueva vida con un proyecto igualitario. Esto es, el uso comunitario de la tierra, compartir los bienes, ley de la solidaridad, culto libre sin templo, sin sacerdotes, ni lujos.
Estos códigos eran guardados en los santuarios, un espacio privilegiado para mantener la memoria y tradiciones. En estas tradiciones se encuentra el núcleo “Deuteronomista”, donde Yahvé es reconocido como como el Dios libertador del éxodo, Dios de los Hebreos (Ex 3,18;5,3;7,16). Y es en ese contexto que se encuentra Dt 24, 10-22: “La experiencia de opresión y liberación crea en el pueblo una sensibilidad en los pobres: huérfanos y viudas” (Dt 24, 19). Pero con el pasar del tiempo todos estos códigos llamados núcleo deuteronomistas son colocadas al servicio de una sociedad altamente centralizada y con grande diferencia social.
En el periodo Israel del Norte con el Rey Amri (885-874 a.C.) y su hijo Acab importan productos de metales valiosos y junto a esos productos llega el culto a otros dioses, como Baal. Esto va produciendo un profundo conflicto con los campesinos, una subversión contra el rey Acab y la dinastía de Amri. La reacción a toda esta propuesta de centralización vino por parte de un grupos de campesinos y profetas populares, portadores de la tradición del éxodo (Os 11,1-4; Ex 20,1-21). Este grupo consiguió destruir los templos dedicados a Baal y toma el trono. A partir de este episodio, sacerdotes y profetas levíticos que cuidaban de los códigos pasan del interior y suben para desempeñar un papel importante en la corte. Así también el núcleo antiguo de Deuteronomio entra en la corte.
Mas tarde, con Joroboan II (783-743 a.C.) Israel del norte tuvo un desarrollo grandioso, consiguiendo una extensión desde Lebo-Emat hasta el mar de Arabé, conocido como el Mar Muerto, e intensificó el comercio internacional. Fue un tiempo de mayor prosperidad para Israel del Norte, sustentando la élite de Samaria. Para mantener el desarrollo y el comercio adopta una política de centralización del culto a Yavé en el Santuario de Betel, llamado santuario del Rey (Am 7,130). También en este tiempo de monarquía se manipula los códigos a favor del comercio. Esta situación no favorecía en nada al pueblo, pues ahora sufren de injusticia, violencia y explotación por la élite. Posteriormente, Israel del norte cae a causa de la expansión del Imperio Asirio en 722 a.C haciendo que mucha gente migre al Reino del sur, Judá, donde la población pasa de 1.000 habitantes a 15.000 habitantes. Lo que quiere decir que la población del sur crece de manera considerable, por la cantidad de migrantes. Todos estos migrantes llevan su cultura, tradiciones, ritos y entre ellos llevan el núcleo deuteronomista, inmerso en ello está Dt 24, 10-22.
Posteriormente en el reino de Judá, durante el reinado de Ezequías, hijo del rey Acaz, según lo informado por 2 Rs 18 y 2Cr 29-31. Después de que Asiria entró en crisis después de la muerte de Sargón II (705 a. C.), Ezequías, en unión con Egipto y Babilonia, hizo un pacto contra los asirios. Aprovechando este vacío en el poder internacional, emprendió una reforma político-religiosa, tratando de unificar Judá Y Israel de norte. Para justificar su reforma, Ezequías convocó a la nación para renovar la alianza oficial con Yavé, En la corte de Ezequías había escribas especialistas en sabiduría y leyes del Antiguo Oriente, este grupo, que más tarde recibe el nombre de deuteronomistas. Con la muerte de Ezequías, su hijo Manasés ocupa el trono (687-642 a. C.). En su gobierno, Manasés rehace la alianza con Asiria, creando así una situación complicada (2 Rs 21; 2Cr 33) que debe haber llevado a los reformistas a "esconder en el templo los textos de Deuteronomio, el "libro de la ley".
Más tarde, en el tiempo del rey Josías (640-609 a. C.). Cuando el imperio de Asiria estaba en declive, se realiza el proyecto expansivo de Judá, consiguiendo reconquistar parte del antiguo territorio de Israel en el norte (2 Rs 23). Para ejecutar tal política de expansión, Josías, con la ayuda del grupo Deuteronomistas, sacerdotes del templo, y después de haber encontrado el “libro de la Ley” organiza una nueva alianza con Dios, Yahvé, centralizando así el culto religioso en el templo de Jerusalén con el fin obtener lucro económico y así poder continuar su expansión. Josías con esta reforma hizo daño a mucha gente, especialmente al pueblo del interior que perdió su lugar de culto y libertad religiosa. Junto a ellos, los sacerdotes levitas del interior se hicieron cantantes y sirvientes de los sacerdotes deuteronomistas. Este grupo Deuteronomista realiza una revisión de toda la historia de Israel, desde la conquista de la tierra prometida (período pre-estatal) hasta la reforma de Josías, donde todas las tradiciones y los códigos, entre ellos el “núcleo deuteronomista”, son colocadas al servicio de rey Josías para favorecer el proyecto expansionista.
El libro de Deuteronomio continuará su proceso de redacción hasta llegar tal como lo conocemos. Pero, a pesar de tantas redacciones e interpretaciones es posible encontrar códigos como Dt 24,10-22 que favorezcan la dignidad y los derechos del ser humano, pues como vimos, en sus orígenes de Israel, Dios quiere una vida íntegra, libre, y plena para toda la humanidad. En nuestros días, la migración está tan presente, la opresión, la injustica, las encontramos en cada situación de nuestra sociedad. Según ACNUR, Agencia da ONU para Refugiados, al menos 79,5 millones de personas en todo el mundo se han visto obligadas a huir de sus hogares. Entre ellas hay casi 26 millones de personas refugiadas, más de la mitad menores de 18 años. También hay millones de personas apátridas a quienes se les ha negado una nacionalidad y acceso a derechos básicos como educación, salud, empleo y libertad de movimiento. En un momento en el cual el 1% de la población mundial se vio obligado a huir de sus casas como resultado de los conflictos y la persecución.
Como en la historia del pueblo de Israel, donde, después de la caída del reino del Norte, muchos migrantes huyen para el sur. En nuestros tiempos, miles de migrantes y refugiados llegan a las fronteras, tocan las puertas de nuestras diócesis, parroquias, comunidades y nos desafían a la globalización de la solidaridad. Allende, muchas de las políticas sociales de la actualidad no cuidan de las personas vulnerables, así como en el tiempo de Josías, muchas leyes eran usadas a favor de los intereses de un grupo. El papa Francisco nos recuerda “no solo son migrantes”, pero también seres humanos con deseos y esperanzas de mejores horizontes, recordándonos los principios de solidaridad y ayuda mutua que Dios nos dejó (Dt 24,10-22). Es urgente cooperar con las congregaciones religiosas, organismos internacionales que ayudan y salvan a tantos migrantes y refugiados. Las consecuencias del nuevo coronavirus están por llegar y nos obligarán a redoblar esfuerzos para estar al lado de tantos “errantes”.
Latinoamérica no queda ajena a la realidad de la migración. Seguramente, en cada una de nuestras familias, en nuestros países hay un familiar que viajó al extranjero buscando el pan menos sufrido. De la misma forma hemos recibido a tantos inmigrantes en nuestro continente. ¿Delante de esta realidad, cómo vemos a los migrantes? ¿Los llamamos a cooperar, los acogemos, integramos en nuestro medio
Pidamos perdón por la xenofobia y el racismo tan presentes en nuestra sociedad. Que fieles a las enseñanzas de Jesús, podamos como Pueblo de Dios, defender los derechos de los que son explotados, humillados. Es misión de cada bautizado cuidar del hermano y la hermana. Recordamos aquí la frase del Papa Francisco en Lampedusa “Caín, ¿dónde está tu hermano?”. La iglesia como signo escatológico debe ser de señal de profecía testimoniando el amor de Cristo a todos los pueblos.
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