"Él era consiliario nacional de la HOAC y yo del consejo nacional de mujeres de AC" Mi relación con Don Tomás Malagón
Escribió prólogos de dos de mi libros y juntos visitamos el 'Plan Badajoz'
“Un sistema económico que permite y fomenta el enriquecimiento sin medida de algunos que tienen posibilidades para ello, es, por este solo hecho, (aún sin otros abusos), incompatible con el bien común y, por supuesto, con el espíritu cristiano"
"La concepción de la propiedad que en la Iglesia se ha practicado, fuera y aparte de estos casos, ha sido la concepción feudal y señorial, y ahora capitalista"
“El buen cristiano es el que de verdad vive según el espíritu del Evangelio y no se limita a hacer las 'obras de la fe', sino que se sitúa en una zona de libertad en que no obra por temor, sino por generosidad”
“El individualismo es, en gran parte, como la antítesis del Cristianismo”
"La concepción de la propiedad que en la Iglesia se ha practicado, fuera y aparte de estos casos, ha sido la concepción feudal y señorial, y ahora capitalista"
“El buen cristiano es el que de verdad vive según el espíritu del Evangelio y no se limita a hacer las 'obras de la fe', sino que se sitúa en una zona de libertad en que no obra por temor, sino por generosidad”
“El individualismo es, en gran parte, como la antítesis del Cristianismo”
“El individualismo es, en gran parte, como la antítesis del Cristianismo”
Compartí un puñado de años con don Tomás Malagón, en tiempos heroicos y con no pocos riesgos “divinos” y “humanos,” es decir, de procedencia jerárquica, a la vez que policial. En la década “gloriosa” -1960- del Nacional-Catolicismo-, él como Consiliario Nacional de la HOAC, y yo también con el mismo compromiso y dedicación del Consejo Nacional de Mujeres de Acción Católica, precisamente en vísperas de que las fuerzas del “Maligno”, pactaran llevar a la práctica la desaparición de una AC comprometida, dedicándola a los rezos, quinarios y a alguna que otra campaña de Alfabetización.
El proyecto y la ejecución de la organización seglar “oficial” de la Iglesia, que inspiraría y explicaría la convocatoria del concilio Vaticano II en la Iglesia universal, y la “Asamblea Conjunta” de curas y obispos en el marco y ámbito español, es capítulo de singular relevancia en la historia eclesiástica de los últimos tiempos .
Mi relación personal con don Tomás fue de gran interés pastoral, dado que buena parte de la ideología social que animaba y anima el espíritu de la HOAC se traspasó a la del adoctrinamiento en la fe que habría de justificar el esquema de las “Semanas Impacto”, o cursillos intensos que habrían de impartirse a las mujeres militantes por todas las diócesis de España. Precisamente para ello publiqué mi libro intitulado ”IMPACTO (558 pp.) meditaciones para militantes”, editado por el Consejo Nacional de Mujeres de AC.
En el prólogo-introducción de once páginas, firmado por don Tomás Malagón, además de la obsequiosa y ritual recomendación de su lectura, expone acentúa y recalca determinadas y valiosas consideraciones teológicas.
En otra ocasión, a él, castellano-manchego y a mí, extremeño, los directivos del “Plan Badajoz” -era lo que había- nos cursaron una invitación personal para que se nos enseñara “a pie de presa”- por los embalses del Cijara, García Sola, Orellana, Alanje y otros de las Vegas Altas y Bajas – los sistemas de selección y los cambios que les habían supuesto a las familias instalarse en pueblos nuevos, con iglesia, escuelas, instalaciones deportivas…
El trato que nos proporcionaron los ingenieros -guías fue realmente exquisito, abierto y sin tapujos de ninguna clase, entre otras razones porque ellos mismos también eran y actuaban como militantes de AC. , después de haber hecho los llamados Cursillos de Cristiandad.
Otra ocasión larga y fecunda del trato con don Tomás fue la publicación de otro libro mío, titulado “Unos y Otros”, editado por Sedmay (pp.384), en el que le recabé su opinión acerca del tema de “Propiedad e iglesia”.
De las páginas 195 y ss. y a título de ejemplo, extraigo los siguientes párrafos de la entrevista:
“Un sistema económico que permite y fomenta el enriquecimiento sin medida de algunos que tienen posibilidades para ello, es, por este solo hecho, (aún sin otros abusos), incompatible con el bien común y, por supuesto, con el espíritu cristiano, a causa de la dependencia y desequilibrios que tiende a establecer en la sociedad, y del materialismo (en el peor sentido del término) que él mismo implica y favorece".
“En la doctrina social de la Iglesia la propiedad privada es entendida como medida para hacer efectivos otros bienes que se proclaman superiores y necesarios”.
“En la Iglesia se han venido practicando desde su origen primero entre los miembros de sus comunidades primitivas y después entre los monjes y en las Órdenes religiosas, una concepción de la propiedad que llevó a la posesión y uso en común de todos los bienes materiales allegados por todos. Esto hace juego perfectamente con el espíritu de Cristo que, siendo rico, se hizo pobre a fin de enriquecernos con su pobreza (2 Cor. 8m9) Esto es un verdadero testimonio cristiano”.
“Pero la concepción de la propiedad que en la Iglesia se ha practicado, fuera y aparte de estos casos, ha sido la concepción feudal y señorial, y ahora capitalista (mediante la aportación de capital a empresas actuales) según fuese la realidad y la conciencia social de las diversas épocas. ¿Hasta qué punto podía haber sido de otro modo, formando parte su economía de todo un conjunto global? Además no olvidemos que una economía comunitaria exige una gran reciprocidad; ¿habría, pues, sido viable? La Iglesia por otra parte es una realidad en el mundo sometida a las leyes que rigen la historia, de modo que, si no estamos llenos del espíritu de Cristo, fatalmente el espacio que queda vacío lo llena el espíritu de la época en que se vive”.
“El derecho de propiedad es correlativo a la facultad que todo hombre posee para disponer de lo que precisa en orden a la satisfacción de sus necesidades y el logro de su pleno desarrollo”.
Del denso y extenso prólogo-presentación de mi libro ”IMPACTO -meditaciones para militantes”, espigo estos párrafos:
“El seglar está llamado a la perfección evangélica, sin dejar de ser seglar. El sacramento del Bautismo, sin más, entraña unas exigencias ilimitadas de perfección: morir para el mundo y vivir para Cristo”.
“Pero esta espiritualidad es diferente de la de los clérigos y religiosos. Es la que brota de la propia definición de seglar. El seglar es un bautizado, sin orden clerical alguna, sin jurisdicción especial en la Iglesia y sin obediencia canónica a ningún Superior, que expresa su Caridad por medio de la inmersión en el mundo a fin de realizar la consagración de este a Jesucristo”.
“El seglar no es un simple ciudadano, un miembro del pueblo y de la comunidad civil; es un bautizado, miembro del Cuerpo de Cristo que permanece en el siglo. De ahí su nombre, en español, 'seglar', llamado a la perfección cristiana que esencialmente consiste en la Caridad”
“En todo caso, los Mandamientos les señalan donde está el mínimo; pero el Evangelio no es cosa de mínimos, sino de máximos”. “El buen cristiano es el que de verdad vive según el espíritu del Evangelio y no se limita a hacer las ”obras de la fe”, sino que se sitúa en una zona de libertad en que no obra por temor, sino por generosidad”.
“El individualista, en su oración se preocupa solo de sus pecados, de sus virtudes de su aprovechamiento espiritual; quizás sea capaz de rogar por los otros; pero es incapaz de sentirse vinculado a ellos y de ofrecerse a Dios para pagar por ellos, como Cristo pagó por todo el mundo”.
“El individualismo es, en gran parte, como la antítesis del Cristianismo”.
“De limosna se da el pan y la visita al necesitado y las palabras de consuelo y la recomendación y el buen ejemplo de servir la mesa de los pobres el día de la fiesta onomástica y la enseñanza de Cristo…Y ¡hasta a Cristo se da de limosna¡”
“En el fondo, y cuando la gente no se propone hacer otra cosa que dar limosna y hacer beneficencia, su modo de pensar es el siguiente: nosotros, es decir, los que vivimos en una situación de privilegio, somos los que hemos de elevar al resto de la sociedad. Nosotros somos la cabeza y el alma, la columna vertebral y la fuente única del dinamismo de todo el cuerpo social. Los otros son casi pura gleba, elementos incapaces de hacer nada. Y ni siquiera conviene que intenten hacer algo, porque lo harán mal o lo que hagan tendrá sentido subversivo. Nosotros somos los que hemos de tratar que acepten nuestra mentalidad y sociedad burguesa, haciéndoles partícipes de algunos de sus bienes. Así se conseguirá mejor su resignación, o al menos, frenar y moderar la acción de los descontentos”.
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