Vida. Mi historia a través de la Historia (HarperCollins, 2004) Una relectura de la vida del Papa Francisco que mira hacia adelante
Este libro entrelaza los principales acontecimientos históricos que se han producido desde el nacimiento de Jorge Bergoglio con los testimonios del propio Papa Francisco sobre cómo los ha vivido y cómo han influido en su vida. Los escritos del pontífice, con sus recuerdos, son introducidos por una narración que en cada capítulo va reconstruyendo de manera novelada, a través de ciertos detalles de aquellos años, algunos momentos del día a día del futuro papa y el contexto general en el que se ubican.
«Nuestra vida es el “libro” más valioso que se nos ha entregado, un libro que muchos lamentablemente no leen, o lo hacen demasiado tarde, antes de morir. (…) Podemos preguntarnos: ¿yo he contado mi vida a alguien alguna vez?(…) Esto permite descubrir cosas desconocidas hasta ese momento, pequeñas y sencillas, pero, como dice el Evangelio, es precisamente de las cosas pequeñas que nacen las grandes» (Papa Francisco, 2022)
| RD/ A. Liñán Yeste
Es habitual que, cuando uno aborda la lectura de una historia de los papas, su vida vaya entrelazada con los principales acontecimientos históricos que les tocó vivir. Sin embargo, no lo es tanto que la narración de la vida de un pontífice en vida se entrelace con los principales hitos históricos que han recorrido su existencia. Puede ser que falte perspectiva, pero, en el caso del Papa Francisco no hay duda de que le ha tocado vivir “tiempos interesantes” y que los momentos que se han escogido en esta publicación son sin duda significativos.
¿Cómo han determinado las líneas de papado su infancia en una familia de emigrantes italianos, su vivencia de la guerra mundial, del exterminio de los judíos, de la dictadura de Videla? ¿De qué forma han configurado su visión del mundo la caída del muro de Berlín, el nacimiento de la Unión Europea, los atentados terroristas y la gran recesión económica de la primera década de este siglo?
Sin duda, que un papa “llegado del otro lado del mundo”, que ha vivido en su familia la añoranza del que viene de lejos, que ha escuchado de niño los testimonios de vecinos que hablaban de las atrocidades de “aquel monstruo” (así llamaban a Hitler en su contexto más cercano), que ha visto como la guerra robaba el brillo en los ojos de los niños, que ha escuchado la narración de cómo vivió el P. Arrupe la caída de las bombas atómicas en Hiroshima o que tenía como amiga a un de las fundadoras de las Madres de la Plaza de Mayo, no puede ser indiferente a la inmigración, a la paz, al respeto de la vida, a la importancia de lo comunitario.
Los quince hitos históricos que estructuran esta obra, son introducidos por relatos escritos por Marchese donde recrea cómo vivió Jorge Berglogio cada uno de ellos. El lector puede imaginar esa radio que sonaba en la casa de su familia donde escuchaban óperas, puede entrever a una de sus vecinas gritando el final de la guerra o recordar a Maradona marcando el gol que supuso el mundial para Argentina.
Entreverados con esos breves relatos, encontramos, escritos en primera persona, el testimonio del papa Francisco sobre cada uno de ellos. Mientras va ofreciendo pinceladas de su autobiografía deja traslucir detalles menos conocidos del papa argentino. La importancia que su abuela Rosa tuvo en su vida, su vinculación con los salesianos -aunque finalmente el carisma ignaciano pudo más-, su talante pastoral, su papel en el secuestro de los jesuitas Yorio y Jalics durante la dictadura, sus devociones (el icono Salus populi romani, la Virgen Desatanudos, san Francisco, santa Teresa de Lisieux, san José), el aprecio por las mujeres que trabajaron con su madre en las tareas del hogar a las que considera de su familia…
El lector podrá descubrir otros muchos rasgos (que no revelo aquí porque lo importante es leer el libro) pero me detengo en dos que han llamado especialmente mi atención: el primero, es el retiro que tuvo que sufrir entre 1990-92 en la ciudad argentina de Córdoba. Lo define como un periodo muy largo y oscuro de su vida ocasionado por la incomprensión de aquel destino, por un sentimiento de derrota en el corazón y por los rumores que llegaban a afirmar que estaba loco; sin embargo, Dios lo convirtió en una oportunidad para una “purificación interior”: “En aquellos casi dos años pensé mucho en mi pasado, en mi periodo provincial, en las decisiones que tomé instintivamente y de forma personalista, en los errores que cometí por mi actitud autoritaria, hasta el punto de ser acusado de ultraconservador”. Durante su estancia se ocupó de los hermanos enfermos, los lavaba, cuidaba su sueño o ayudaba en la lavandería. Considera que este servicio desinteresado es un “paso fundamental” para quien quiera encontrar a Jesucristo.
El segundo, más conocido, es su elección como papa. Sorprende su narración en primera persona. Nos cuenta como empezó a darse cuenta del cambio que supuso su discurso sobre la Iglesia (“alejada de la autoreferencialidad y la mundanidad”) en el Sínodo de los obispos, la petición que le dirigió el obispo Hummes (“no te olvide de los pobres), su convivencia con Benedicto XVI, de quién se acordó en el momento de ser elegido y cómo pidió a los conocidos de la Iglesia argentina que no viajaran a Roma y que dedicaran el dinero a los pobres.
Una lectura muy recomendable para estas semanas de descanso y que nos sitúan ante un hombre de Iglesia. Cuando surgen voces que parecen anhelar inexistentes puertos seguros y que ponen en cuestión la idea de “comunión” en la Iglesia, es un regalo descubrir al papa como un hombre de iglesia, profundamente comunitario, convencidamente sinodal y responsablemente comprometido con una pastoral “en salida” y que nace de una necesaria conversión personal.
Algunas citas para abrir el ojo -y el corazón- a la lectura.
“El nacimiento de la Unión Europea fue una de las cosas más bonitas que ha concebido la creatividad política”.
“Vivimos un momento en el que urge reflexionar sobre el modelo económico y reflexionar sobre nosotros mismos, probar a verlo todo con los ojos de los pobres y desahuciados, pensar en cómo combatir el aumento de la desigualdad y cómo superar la indiferencia hacia esas personas, que son nuestros hermanos y hermanas”.
“La piedad del pueblo es el sistema inmunitario de la Iglesia”.
“Es necesario que todos los países de la Unión Europea, de norte a sur, asuman su parte a la hora de acoger, proteger, promover e integrar a los inmigrantes”.
“Aquello fue otra novedad más que viví religiosamente, rezando, con la certeza evangélica de que todo ascenso implica un descenso”.
“He de admitir que yo trataba de ir lo menos posible al Vaticano. Sinceramente, prefería estar con la gente, entre otras cosas porque no me sentía muy a gusto viendo la pompa de esos palacios”
[Sobre Benedicto XV)]“No obstante, me ha entristecido ver que, con los años, su figura de papa emérito ha sido instrumentalizada con fines ideológicos y políticos por personas sin escrúpulos que, no habiendo aceptado su renuncia, pensaron en su propio beneficio y en sus propios intereses, y subestimaron la dramática posibilidad de que se produjese una ruptura en el seno de la Iglesia”.
“Por suerte, a pesar de los momentos difíciles, nunca he pensado en renunciar al papado, aunque hablaré de ello en breve”. (…) Si llegara a pasar esto, no me haría llamar “papa emérito”, sino simplemente “obispo emérito de Roma”, y me trasladaría a Santa María la Mayor para volver a ser confesor y dar la comunión a los enfermos”.
[Sobre su figura del papado] Que mi vocación es la sacerdotal. Ante todo soy cura, soy un pastor, y los pastores tienen que estar con la gente, hablar con ella, dialogar, escuchar, apoyar y velar por ella. Sueña una Iglesia moderada, humilde y servicial, con los atributos de Dios y, por tanto, también sensible, cercana y compasiva.
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