"Muestra lo que es el pueblo español en su rica variedad" Semana Santa, Patrimonio de la Humanidad
Desde los pasos hasta la poesía, las tradiciones "forjan y desarrollan el espíritu de comunidad indispensable para la educación de las colectividades"
Insisto en exponer y destacar algunas de las razones que considero más que sobradas, como para que la Semana Santa que se celebra en los pueblos y ciudades de España, con lo que es y significa, pueda aspirar a la distinción y reconocimiento de llegar a ser declarada por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad.
Nuestra Semana Santa, desde la pluralidad de sus expresiones tanto religiosas, como cívicas, contiene y manifiesta cuantos elementos puedan definir en plenitud y veracidad lo que es el pueblo español en su rica variedad de versiones.
Precisamente en fiestas, con fe, devoción y con sentido popular, configurado y modelado por tradiciones, costumbres e historias, es cuando los pueblos lo son de verdad y así lo pregonan y aclaman. La resultante no puede ser más sorprendente y veraz.
Son muchos y caudalosos los principales elementos que sirven y de los que se vale, la Semana Santa, para por sí mismos hacerse acreedores al título de “Patrimonio de la Humanidad”. Relieve especial tienen la mayoría de los “Pasos” que se procesionan, obras de laureados escultores de todos los tiempos y que ocupan lugares principales de los museos en los que ellos se guardan y exhiben, o en los templos e iglesias en las que son venerados.
Parecidos méritos distinguen a tantas otras obras de arte, como retablos, andas, túnicas, palios, doseles, mantos y ornamentos sagrados, con que se revisten y presentan los componentes de cualquier procesión, o adornan los santos titulares de las Cofradías y Hermandades.
Los reglamentos y constituciones de estas, junto con la historia, actividades y referencias a importantes acontecimientos en los que intervinieron sus cofrades en tiempos pretéritos, tanto netamente religiosos como sociales, son preciadas aportaciones al desarrollo de la humanidad en el ámbito rural, lo mismo que en el ciudadano.
La música, con sus bandas solemnes y profesionales, al igual que las “saetas” interpretadas por devotos y devotas espontáneos, configuran un enjundioso potencial de arte popular, acreedor del reconocimiento de entendidos y expertos.
Mención similar demandan poesías y textos literarios que el mismo pueblo les dedica a sus “santos” en el ámbito de su Semana Santa, y que en ocasiones se recopilan en otros tantos libros, que suscitan y mantienen la devoción y el buen gusto por la expresión literaria.
Todo este panorama no se improvisa ni, por tanto, puede condensarse en los días de una sola semana, por santa y aprovechada que sea, sino que exige tiempo y dedicación para su preparación. Esto supone que son muchos los días, las semanas y los meses que se han de dedicar en los pueblos a forjar y desarrollar el espíritu de comunidad, indispensable para la educación de las colectividades.
Sólo el nombre de “Hermandad” y de “Cofradía” que intitulan, inspiran y definen estas asociaciones son peldaños que facilitan a los pueblos y ciudades a aspirar a ser reconocidas un día como “Patrimonio de la Humanidad”.
Los milagros, milagrerías y leyendas que exhornan las imágenes y los títulos de Cofradías y Hermandades, y comportamientos y actividades de sus directivos y componentes de las mismas, aportan elementos valiosos en la formación y conocimiento de la cultura popular más genuina.
Nutridos los componentes de la decisión de haber declarado recientemente “Patrimonio de la Humanidad”, con ponderación y acierto, la “Dieta Mediterránea”, no es ocioso reseñar que no pocos platos típicos de la Semana Santa española proporcionan nutrientes y satisfacciones gustativas a quienes los degustan, no pocas veces hasta con sentido de común-unión fraterna.
Desde aquí pregono una vez más la conveniencia de que sean muchos los que se comprometan a que algún día no lejano sea declarada la Semana Santa española “Patrimonio de la Humanidad”. El número de Cofradías registradas y en activo, el de sus miembros y el de quienes asisten y de alguna manera participen en las procesiones, con su incidencia en programaciones de turismo cultural-religioso, avalan todo intento de declaración de “Patrimonio de la Humanidad “ en la que estamos empeñados.
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